Los expertos creen que el mejillón pudo llegar a Forata y a Sitjar para ser usado como cebo

Vie, 29/09/2006

Levante

Los expertos atribuyen a la pesca deportiva uno de los vectores de expansión del mejillón cebra y en el caso valenciano «la causa más probable» de su presencia en los embalses de Sitjar y Forata. Aunque nadie quiere apostar públicamente por una explicación que aterroriza a los responsables de garantizar los ecosistemas acuáticos valencianos, existe el temor de que «alguien» haya tratado de reproducir conscientemente un ecosistema artificial como el existente en los embalses de Mequinenza y Ribarroja, en el Ebro, en los que la pesca de presas de gran tamaño, en especial los siluros, se ha convertido en «un nuevo yacimiento de empleo y de un sector de turístico con mucho futuro», según se reconoce en un informe sobre el mejillón cebra elaborado por el ministerio de Medio Ambiente.
La razón de este éxito es fácil de encontrar en las revistas especializadas , donde se afirma sin rodeos que la pesca del siluro «es la más espectacular de todas las que se pueden realizar en agua dulce en España, y no es para menos: No es difícil capturar ejemplares que superan los dos metros de longitud y los 60 kg de peso».
Según este esquema, el mejillón habría sido introducido deliberadamente por personas que actuaron al margen de la responsabilidad que muestra generalmente el colectivo de pescadores en Sitjar y en Forata, aunque en este último embalse la colonia, por razones que se desconocen, no ha prosperado. La fase siguiente - si es que no se ha producido ya, apuntan las fuentes- sería trasladar ejemplares de siluro para obtener lo que entre muchos aficionados a la pesca fluvial es una pieza muy cotizada.
Las fuentes recuerdan que la práctica de la pesca es el vector «más probable» de expansión y que el traslado de mejillones, además de como polizón, puede estar causado por su uso como cebo.
En este sentido, los expertos recuerdan que el mejillón cebra, aunque no es el caso del Ebro, actúa como precursor de otros invasores como el siluro, que se alimenta de las larvas del molusco y que es atraído por éste cuando se utiliza como cebo.
En el Ebro, una de las medidas adoptadas, además del discutido por ineficaz «control» y desinfección de embarcaciones fue la de prohibir el uso de mejillón como cebo.
Basta un cubo con agua para transportar centenares de ejemplares adultos y larvas desde un embalse al otro y este tipo de traslado es bastante común, según admiten los propios pescadores.
Los especialistas recuerdan que otra especie invasora, el alburno, presente en todos los ríos valencianos, se expandió porque su pesca resultaba «atractiva» y era, además, un cebo vivo ideal para capturar otras especies de mayor tamaño.