Los pantanos de Murcia y Valencia ya sólo tienen barro.
Dom, 06/08/2006
«El problema de la sequía es que mientras no llueve, hace calor y se evapora mucha agua, los españoles la utilizan a placer. Este verano aún no nos quedaremos sin agua, pero el problema vendrá el año que viene». Es la visión pesimista de Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) y experto en cambio climático. Sus previsiones no se alejan de la realidad si se observan los últimos datos de la reserva hidráulica, es decir, del agua que aún está disponible en los pantanos españoles. Esta misma semana, el Ministerio de Medio Ambiente revelaba que los embalses están mucho más que «medio vacíos»: se encuentran al 46,8 por ciento de su capacidad. Una media que se reduce a menos del 40 por ciento si se cuentan sólo las cuencas de la llamada «España seca».
En total hay 24.901 hectómetros cúbicos de agua almacenados, lo que supone que en sólo una semana se han perdido 876 hectómetros. El año pasado, uno de los más secos de las últimas décadas, por estas fechas había más agua en los pantanos. Si se compara el agua embalsada con la media de la última década resulta que España cuenta con casi 7.000 hectómetros cúbicos de agua menos que en circunstancias normales.
La situación es especialmente crítica, una vez más, en las cuencas del sur y en Levante. La cuenca del Segura, el cauce que abastece de agua a Murcia, se encuentra al 13,9 por ciento de su capacidad. Una cifra que, para los expertos casi equivale a «barro», puesto que el último 10 por ciento de los pantanos es prácticamente inutilizable. No está mucho mejor la cuenca del Júcar, al 16 por ciento. Murcia es una de las regiones donde la sequía es estructural, pero que este verano han llegado a las cifras más alarmantes de los últimos años. «En España, la zona con más problemas de sequía es Murcia. Su pantano, el Cenajo, no sube del 15 por ciento desde hace 20 años. Pero este año está a un 12 por ciento de su capacidad», señala Ruiz de Elvira. Después de Murcia, las zonas más amenazadas por la sequía, según el catedrático, son, por este orden, Alicante, Almería, Málaga, Castilla-La Mancha, Valencia y Aragón.
Sin embargo, lo que más preocupa a los científicos es que, lejos de remitir, todo apunta a que la situación de falta de agua se prolongará durante los próximos años. Javier Martínez Gil, catedrático de Hidrogeología de la Universidad de Zaragoza y vicepresidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua asegura que «lo normal es que los episodios de sequía se prolonguen durante periodos largos de tiempo, periodos de cinco, seis o hasta ocho años, aunque a veces se pueden interrumpir por algún año lluvioso». Ruiz de Elvira comparte esta opinión. De acuerdo con los datos disponibles desde que existen registros fiables de pluviometría (desde hace 100 años), las sequías vienen en ciclos de tres a siete años hidrológicos. De acuerdo con este cálculo, como casi ha concluido el segundo año de sequía (el curso hidrológico comienza en otoño), España se enfrenta como mínimo a un año más de escasez de precipitaciones. Año que, en su opinión, «será peor que éste, porque lloverá menos».
Pronóstico científico. Aunque no es posible realizar una previsión meteorológica fiable con meses de antelación, este pronóstico se basa en datos científicos, explica. En primer lugar, lo confirma el registro de los ciclos de sequía. Pero, además, ocurre que «la lluvia en España viene traída por los meandros de una corriente muy fuerte de aire que circula a 11 km de altura: Se llama «chorro polar»». Pero este chorro depende de la temperatura del Polo Norte. Cuanto más alta sea, más hacia el norte pasa esta corriente, que es la que trae las borrascas a nuestro país. A consecuencia del cambio climático, la temperatura en el Polo es cada vez más alta, lo que repercute en la escasez de lluvias en España. «Del desplazamiento hacia el norte del «chorro polar» y de la disminución de las lluvias deduzco que el año que viene será de nuevo seco, y que la sequía se irá intensificando (con algún año húmedo intercalado) a lo largo del siglo XXI, si no conseguimos parar el cambio climático», asegura Ruiz de Elvira.
Para Martínez Gil, sin embargo, el fenómeno del cambio climático no es el principal responsable de la sequía. Si bien el calentamiento global puede dar lugar a que las precipitaciones sean más escasas a lo largo del año, considera que «en un país como el nuestro, limitado por el agua, las causas que ocasionan esta sequía son más estructurales que climáticas». A su juicio, la sequía está más provocada por la mala planificación de la agricultura y las infraestructura que por factores meteorológicos. «Es importante que en España haya una reconversión del regadío», sentencia. Una visión polémica que contrasta con las posiciones defendidas por los agricultores de Levante, sometidos a restricciones en el riego y que achacan los problemas a los que se enfrentan a la derogación del Trasvase del Ebro.
Pero, polémicas políticas aparte, ambos expertos coinciden en la necesidad de tomar medidas en el consumo antes de que la situación obligue también a aplicar restricciones en el suministro urbano. «Las sequías no existen en la naturaleza, que está adaptada. Son nuestras demandas insostenibles las que las producen. El agua es un bien abundante que malgastamos», sostiene Martínez Gil. Ruiz de Elvira cree que el problema irá cada vez a peor porque «no recuperamos agua».
En total hay 24.901 hectómetros cúbicos de agua almacenados, lo que supone que en sólo una semana se han perdido 876 hectómetros. El año pasado, uno de los más secos de las últimas décadas, por estas fechas había más agua en los pantanos. Si se compara el agua embalsada con la media de la última década resulta que España cuenta con casi 7.000 hectómetros cúbicos de agua menos que en circunstancias normales.
La situación es especialmente crítica, una vez más, en las cuencas del sur y en Levante. La cuenca del Segura, el cauce que abastece de agua a Murcia, se encuentra al 13,9 por ciento de su capacidad. Una cifra que, para los expertos casi equivale a «barro», puesto que el último 10 por ciento de los pantanos es prácticamente inutilizable. No está mucho mejor la cuenca del Júcar, al 16 por ciento. Murcia es una de las regiones donde la sequía es estructural, pero que este verano han llegado a las cifras más alarmantes de los últimos años. «En España, la zona con más problemas de sequía es Murcia. Su pantano, el Cenajo, no sube del 15 por ciento desde hace 20 años. Pero este año está a un 12 por ciento de su capacidad», señala Ruiz de Elvira. Después de Murcia, las zonas más amenazadas por la sequía, según el catedrático, son, por este orden, Alicante, Almería, Málaga, Castilla-La Mancha, Valencia y Aragón.
Sin embargo, lo que más preocupa a los científicos es que, lejos de remitir, todo apunta a que la situación de falta de agua se prolongará durante los próximos años. Javier Martínez Gil, catedrático de Hidrogeología de la Universidad de Zaragoza y vicepresidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua asegura que «lo normal es que los episodios de sequía se prolonguen durante periodos largos de tiempo, periodos de cinco, seis o hasta ocho años, aunque a veces se pueden interrumpir por algún año lluvioso». Ruiz de Elvira comparte esta opinión. De acuerdo con los datos disponibles desde que existen registros fiables de pluviometría (desde hace 100 años), las sequías vienen en ciclos de tres a siete años hidrológicos. De acuerdo con este cálculo, como casi ha concluido el segundo año de sequía (el curso hidrológico comienza en otoño), España se enfrenta como mínimo a un año más de escasez de precipitaciones. Año que, en su opinión, «será peor que éste, porque lloverá menos».
Pronóstico científico. Aunque no es posible realizar una previsión meteorológica fiable con meses de antelación, este pronóstico se basa en datos científicos, explica. En primer lugar, lo confirma el registro de los ciclos de sequía. Pero, además, ocurre que «la lluvia en España viene traída por los meandros de una corriente muy fuerte de aire que circula a 11 km de altura: Se llama «chorro polar»». Pero este chorro depende de la temperatura del Polo Norte. Cuanto más alta sea, más hacia el norte pasa esta corriente, que es la que trae las borrascas a nuestro país. A consecuencia del cambio climático, la temperatura en el Polo es cada vez más alta, lo que repercute en la escasez de lluvias en España. «Del desplazamiento hacia el norte del «chorro polar» y de la disminución de las lluvias deduzco que el año que viene será de nuevo seco, y que la sequía se irá intensificando (con algún año húmedo intercalado) a lo largo del siglo XXI, si no conseguimos parar el cambio climático», asegura Ruiz de Elvira.
Para Martínez Gil, sin embargo, el fenómeno del cambio climático no es el principal responsable de la sequía. Si bien el calentamiento global puede dar lugar a que las precipitaciones sean más escasas a lo largo del año, considera que «en un país como el nuestro, limitado por el agua, las causas que ocasionan esta sequía son más estructurales que climáticas». A su juicio, la sequía está más provocada por la mala planificación de la agricultura y las infraestructura que por factores meteorológicos. «Es importante que en España haya una reconversión del regadío», sentencia. Una visión polémica que contrasta con las posiciones defendidas por los agricultores de Levante, sometidos a restricciones en el riego y que achacan los problemas a los que se enfrentan a la derogación del Trasvase del Ebro.
Pero, polémicas políticas aparte, ambos expertos coinciden en la necesidad de tomar medidas en el consumo antes de que la situación obligue también a aplicar restricciones en el suministro urbano. «Las sequías no existen en la naturaleza, que está adaptada. Son nuestras demandas insostenibles las que las producen. El agua es un bien abundante que malgastamos», sostiene Martínez Gil. Ruiz de Elvira cree que el problema irá cada vez a peor porque «no recuperamos agua».