Desertificación: la respuesta de la investigación y la innovación

Lun, 19/06/2006

ABC

JOSÉ LUIS RUBIO Premio Jaime I de Protección del Medioambiente

LA amenaza de desertificación planea de manera recurrente sobre gran parte del territorio de la vieja Iberia. Se trata de un territorio ahora reseco y envejecido por la presión milenaria de sus sucesivos moradores. Es también un espacio fracturado y descarnado pero de enorme variedad y belleza impactante. La escasez, variabilidad y torrencialidad de las precipitaciones establecen una referencia esencial que condiciona su desarrollo biológico, paisajístico, y su producción agraria. El relieve intenso favorece la agresividad erosiva de las lluvias, la génesis de fuertes escorrentías y el transporte de enormes masas de sedimentos otrora capas de suelo fértil. Todos recordamos precipitaciones explosivas en la fachada mediterránea que en algunos casos han llegado a precipitaciones en torno a 800 l/m2 en pocas horas. A estas violentas y torrenciales precipitaciones, el clima mediterráneo aporta recurrentes periodos de sequía, como la actual, y que además se repiten con mayor frecuencia en las últimas décadas.

Junto al marco natural, climático y geomorfológico, proclive a procesos de erosión y desertificación, nos enfrentamos también a una tozuda tendencia de aridificación climática que incidirá dramáticamente sobre las disponibilidades hídricas y el funcionalismo biológico y productivo del territorio. Probablemente estemos abocados a un futuro inmediato más seco, más árido y más hostil, que nos obliga a reaccionar con decisión y con imaginación.

Un aspecto esencial, al enfrentarnos a esta situación, es la aportación de conocimientos básicos e innovación en el desarrollo de actuaciones eficaces de respuesta, desde la investigación científica y desde el desarrollo tecnológico. Disponemos de la capacidad humana e institucional y además, estamos obligados a ello. Al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) se le ofrece en este contexto una oportunidad histórica de desempeñar un decisivo papel potenciando, por ejemplo, una red científica intercentros sobre desertificación, constituida por los institutos que ya dispone y que cubren una amplia variedad de ámbitos geográficos y climáticos que por ejemplo van desde Almería hasta Jaca. El Centro de Investigaciones sobre Desertificación-CIDE, creado en 1996 como iniciativa conjunta del CSIC, Universitat de Valencia y Generalitat Valenciana, y situado en Albal (Valencia), debería relanzarse y debería jugar un papel importante en esta red de centros que junto con departamentos universitarios de la misma temática podrían dar la necesaria cobertura de información científica, innovación y directrices de lucha contra la desertificación. Esta red tendría además la capacidad de disponer de la necesaria cobertura interdisciplinar de los numerosos y complejos procesos de desertificación, a través del potencial científico existente, que incluye investigadores de la práctica totalidad de las temáticas necesarias..

Existe también la oportunidad y el desafío de aplicar innovaciones y nuevos enfoques en desarrollos tecnológicos ambientalmente proactivos. El campo de posibilidades es muy amplio y sólo espera apuestas decididas e imaginación. Entre otros temas se podría citar: adaptaciones y prevención ante sequías, captación y uso eficiente del agua, desarrollo de nuevos cultivos estratégicos, restauración forestal y recuperación de espacios degradados, aplicaciones de bioingeniería en la conservación de suelo y agua, planificaciones del uso sostenible del territorio, conservación del paisaje y la biodiversidad, reducción de emisiones y potenciación de sumideros de captación de gases con efecto invernadero, mejoras en la eficiencia energética, y un largo etcétera.

Sin embargo, es la sociedad española en general, y no sólo la académica, la que tiene también la oportunidad de hacer frente a la amenaza de deterioro ambiental ofreciendo un compromiso activo de actitud y acciones personales de mejor interacción con el entorno natural y de activa defensa.

El Mediterráneo ha sido siempre crisol de desarrollo de nuevas formas de entender la vida, esperemos que en esta necesaria y nueva forma de interrelación con el entorno natural y de prevención de su deterioro, también encuentre nuevas formas sostenibles, imaginativas y eficaces. Es el momento de enfrentar el desafío y la oportunidad de una seria amenaza ambiental con imaginación y con innovación.