Sequía y desertización en Murcia
Sáb, 17/06/2006
La ONU proclamó el 17 de junio Día Mundial de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía para sensibilizar a la opinión pública sobre un fenómeno que afecta a más de 1.000 millones de personas, a un tercio de la superficie de España y a la práctica totalidad de la Región de Murcia (el 98% de nuestro suelo tiene un riesgo alto" o muy alto de desertificación).
Las sequías periódicas, propias también de estas zonas áridas, agudizan el problema y causan hambrunas en todo el mundo. Los murcianos sabemos muy bien qué es la sequía y hemos estado siempre muy sensibilizados hacia ella; sin embargo, hemos ignorado la degradación, el avance del desierto en nuestra tierra.
La economía murciana, muy pujante, tiene sus pies de barro porque se asienta sobre el consumo masivo de dos recursos muy escasos aquí: agua y suelo. Gran parte de nuestra agricultura depende de trasvases de otra cuenca supuestamente excedentaria, por lo que los agricultores del trasvase Tajo-Segura nunca tienen la certeza de cuánta agua dispondrán. Esa incertidumbre, si bien era asumible en el pasado, es cada día más insostenible en una agricultura científica, tecnificada y moderna que no puede improvisarse.
El consumo excesivo de suelo, la proliferación de segundas residencias y el incremento de las zonas regables introduce incertidumbre en nuestra economía, puesto que aumenta la presión sobre estos recursos naturales tan valiosos. Hay quien cree que la solución pasa por nuevos trasvases desde otras cuencas, a cualquier precio, y continuar con la proliferación de segunda residencia, creyendo que nuestro ecosistema aún lo soporta. Otros pensamos que, al menos a corto plazo, el agua debe aportarse desde fuentes no sometidas a incertidumbre, ni disputa, ni sequía: la desalación de agua de mar y la optimización del consumo. Y pensamos además que el suelo debe consumirse con más prudencia aún que el agua (es más difícilmente renovable). No es de recibo, por ejemplo, que en una región de tal riesgo de desertificación se hayan perdido recientemente 6.000 hectáreas forestales.
La construcción es un sector vital para nuestra economía, pero no sólo debe tener presente: también futuro, y ese futuro pasa por su ordenación e incluso por un ligero enfriamiento. Hay que incentivar la economía productiva, la inversión en bienes de equipo, la industrialización, las nuevas empresas de tecnología y conocimiento, el apoyo a la agricultura familiar y la pervivencia de nuestra agricultura más competitiva y también el turismo de calidad, el que deje más divisas y consuma menos recursos naturales: justo lo contrario de lo que estamos haciendo
Hay quien piensa que el objetivo es el crecimiento, aún a costa de lo que sea. Otros pensamos que el objetivo real de cualquier pueblo es la felicidad de sus ciudadanos, y a ello deben consagrarse los políticos honestos. ¿A mayor crecimiento mayor felicidad?. No necesariamente, salvo en los países subdesarrollados. En los países altamente desarrollados el bienestar va siempre asociado a estabilidad, crecimientos moderados y sostenibles y sociedades democráticamente fuertes y socialmente justas. Hoy es un buen día para reflexionar sobre crecimiento y desarrollo sostenible, sobre políticas reales para alejar el fantasma de la sequía y preservar nuestro suelo: tardó millones de años en formarse y no tenemos derecho a agotarlo en una sola generación. Además, lo lamentaremos pronto si no cambiamos el rumbo: los errores, sobre todo los de los gobernantes, los acaba pagando todo un pueblo.
Las sequías periódicas, propias también de estas zonas áridas, agudizan el problema y causan hambrunas en todo el mundo. Los murcianos sabemos muy bien qué es la sequía y hemos estado siempre muy sensibilizados hacia ella; sin embargo, hemos ignorado la degradación, el avance del desierto en nuestra tierra.
La economía murciana, muy pujante, tiene sus pies de barro porque se asienta sobre el consumo masivo de dos recursos muy escasos aquí: agua y suelo. Gran parte de nuestra agricultura depende de trasvases de otra cuenca supuestamente excedentaria, por lo que los agricultores del trasvase Tajo-Segura nunca tienen la certeza de cuánta agua dispondrán. Esa incertidumbre, si bien era asumible en el pasado, es cada día más insostenible en una agricultura científica, tecnificada y moderna que no puede improvisarse.
El consumo excesivo de suelo, la proliferación de segundas residencias y el incremento de las zonas regables introduce incertidumbre en nuestra economía, puesto que aumenta la presión sobre estos recursos naturales tan valiosos. Hay quien cree que la solución pasa por nuevos trasvases desde otras cuencas, a cualquier precio, y continuar con la proliferación de segunda residencia, creyendo que nuestro ecosistema aún lo soporta. Otros pensamos que, al menos a corto plazo, el agua debe aportarse desde fuentes no sometidas a incertidumbre, ni disputa, ni sequía: la desalación de agua de mar y la optimización del consumo. Y pensamos además que el suelo debe consumirse con más prudencia aún que el agua (es más difícilmente renovable). No es de recibo, por ejemplo, que en una región de tal riesgo de desertificación se hayan perdido recientemente 6.000 hectáreas forestales.
La construcción es un sector vital para nuestra economía, pero no sólo debe tener presente: también futuro, y ese futuro pasa por su ordenación e incluso por un ligero enfriamiento. Hay que incentivar la economía productiva, la inversión en bienes de equipo, la industrialización, las nuevas empresas de tecnología y conocimiento, el apoyo a la agricultura familiar y la pervivencia de nuestra agricultura más competitiva y también el turismo de calidad, el que deje más divisas y consuma menos recursos naturales: justo lo contrario de lo que estamos haciendo
Hay quien piensa que el objetivo es el crecimiento, aún a costa de lo que sea. Otros pensamos que el objetivo real de cualquier pueblo es la felicidad de sus ciudadanos, y a ello deben consagrarse los políticos honestos. ¿A mayor crecimiento mayor felicidad?. No necesariamente, salvo en los países subdesarrollados. En los países altamente desarrollados el bienestar va siempre asociado a estabilidad, crecimientos moderados y sostenibles y sociedades democráticamente fuertes y socialmente justas. Hoy es un buen día para reflexionar sobre crecimiento y desarrollo sostenible, sobre políticas reales para alejar el fantasma de la sequía y preservar nuestro suelo: tardó millones de años en formarse y no tenemos derecho a agotarlo en una sola generación. Además, lo lamentaremos pronto si no cambiamos el rumbo: los errores, sobre todo los de los gobernantes, los acaba pagando todo un pueblo.