Las últimas presas
Jue, 13/04/2006
Mientras los ecologistas cuestionan los embalses, las obras de Irueña y Castrovido avanzan lentamente MARTA RUIZ/BURGOS Obras de la presa de Castrovido, en Burgos. / FÉLIX ORDÓÑEZ
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Con la sombra, muy alargada, de la sequía del pasado año y cuando ahora más que nunca se miran los niveles de agua embalsada en las presas, vuelven a surgir las voces en contra de la construcción de presas alegando que no solucionan los problemas de abastecimiento de agua, mientras sí deterioran el medio ambiente. En Castilla y León, la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) gestiona 26 embalses, además de construir en la actualidad los de Castrovido en Burgos, e Irueña en Salamanca. Junto a estos, la CHD, según el Plan Hidrológico Nacional, preveía la construcción de presas en los ríos Eria y Duerma aunque, en estos momentos, se llevan a cabo sendos estudios de alternativas que den solución a los problemas de ambas cuencas.
Los diques de Castrovido y de Irueña son los últimos que ha ejecutado la Confederación. Hace unas semanas, este organismo presentaba la reanudación de las obras de Castrovido después de haber estado paralizadas durante más de un año y haberse redactado una modificación al proyecto inicial que incluye un desagüe en el muro de la presa en la cota 1032, reduce la cota inicial y mantiene los objetivos de laminación de avenidas del río Arlanza, proporcionará agua de boca y permitirá el riego para seis mil hectáreas.
Para Ecologistas en Acción «al reducirse la cota se disminuye bastante el impacto ambiental», según afirma Luis Oviedo, abogado de este colectivo, que añade que con la nueva limitación de capacidad se disminuye el impacto visual.
Aunque las obras se han reanudado, Ecologistas en Acción está a la espera de que la Audiencia Nacional resuelva el segundo recurso que presentó contra la construcción de este embalse.
Una situación distinta es la que se vive en la presa de Irueña en Salamanca. En este embalse, que empezó a construirse en el año 1999, existe el muro, pero el vaso no se puede llenar por una sentencia del Tribunal Supremo que sí permite una deforestación parcial. En este caso, la construcción tenía en su origen varios objetivos, como la laminación de las avenidas del río Águeda, cuyas crecidas inundan el arrabal de Ciudad Rodrigo.
El grupo de Ecologistas en Acción de Salamanca reiteró su disposición a propiciar una solución duradera que conjugara los intereses de las partes en conflicto. De un lado se salvaguardarían los valores naturales de la zona a inundar y de otro se utilizaría la presa de Irueña exclusivamente para evitar las avenidas en Ciudad Rodrigo.
Ecologistas asegura que una vez construido el muro aceptaría la explotación como «una presa de agujero» que serviría para «salvaguardar el cauce fluvial y las inundaciones del arrabal» según Manuel Hernández. Esta actuación consistiría en mantener permanentemente abiertos los portillos de la presa que se cerrarían, excepcionalmente, en las situaciones, perfectamente previsibles, de riesgo real de desbordamientos.
Oposición
Mientras que estas dos obras están inmersas en polémicas donde tanto los partidarios como los detractores muestran opiniones encontradas, los colectivos ecologistas, el pasado 14 de marzo -Día Internacional contra los Grandes Embalses-, se manifestaron en contra de la construcción de estas infraestructuras.
Para Ecologistas en Acción, una buena conservación del agua en calidad y cantidad pasa necesariamente por una buena conservación de los ecosistemas fluviales. Defiende que el agua, más allá de ser un mero beneficio económico, es un bien necesario para la vida misma y en cuanto tal debe gestionarse.
A pesar de su convicción de que estas infraestructuras son un desacierto, critica que el Estado español continúe con la vieja política de construcción de grandes embalses. A este respecto explica que las presas de Yesa en Navarra, el embalse de Biscarrués en Huesca, Breña II en Córdoba, Melonares en Sevilla, e Irueña y Castrovido en Castilla y León, son un ejemplo de la continuidad de una «anacrónica política hidráulica basada en un insostenible, por desproporcionado, crecimiento de la oferta del recurso», desatendiendo la eficiencia y control de las demandas.
Respecto a la oposición de los ecologistas a la construcción de embalses, la Confederación asegura que sigue la estrategia marcada desde el Ministerio de Medio Ambiente, plasmada en el programa AGUA: «Llegado el caso de construirlos, siempre se hará con el menor coste ambiental posible y Castrovido es un buen ejemplo de ello».
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Con la sombra, muy alargada, de la sequía del pasado año y cuando ahora más que nunca se miran los niveles de agua embalsada en las presas, vuelven a surgir las voces en contra de la construcción de presas alegando que no solucionan los problemas de abastecimiento de agua, mientras sí deterioran el medio ambiente. En Castilla y León, la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) gestiona 26 embalses, además de construir en la actualidad los de Castrovido en Burgos, e Irueña en Salamanca. Junto a estos, la CHD, según el Plan Hidrológico Nacional, preveía la construcción de presas en los ríos Eria y Duerma aunque, en estos momentos, se llevan a cabo sendos estudios de alternativas que den solución a los problemas de ambas cuencas.
Los diques de Castrovido y de Irueña son los últimos que ha ejecutado la Confederación. Hace unas semanas, este organismo presentaba la reanudación de las obras de Castrovido después de haber estado paralizadas durante más de un año y haberse redactado una modificación al proyecto inicial que incluye un desagüe en el muro de la presa en la cota 1032, reduce la cota inicial y mantiene los objetivos de laminación de avenidas del río Arlanza, proporcionará agua de boca y permitirá el riego para seis mil hectáreas.
Para Ecologistas en Acción «al reducirse la cota se disminuye bastante el impacto ambiental», según afirma Luis Oviedo, abogado de este colectivo, que añade que con la nueva limitación de capacidad se disminuye el impacto visual.
Aunque las obras se han reanudado, Ecologistas en Acción está a la espera de que la Audiencia Nacional resuelva el segundo recurso que presentó contra la construcción de este embalse.
Una situación distinta es la que se vive en la presa de Irueña en Salamanca. En este embalse, que empezó a construirse en el año 1999, existe el muro, pero el vaso no se puede llenar por una sentencia del Tribunal Supremo que sí permite una deforestación parcial. En este caso, la construcción tenía en su origen varios objetivos, como la laminación de las avenidas del río Águeda, cuyas crecidas inundan el arrabal de Ciudad Rodrigo.
El grupo de Ecologistas en Acción de Salamanca reiteró su disposición a propiciar una solución duradera que conjugara los intereses de las partes en conflicto. De un lado se salvaguardarían los valores naturales de la zona a inundar y de otro se utilizaría la presa de Irueña exclusivamente para evitar las avenidas en Ciudad Rodrigo.
Ecologistas asegura que una vez construido el muro aceptaría la explotación como «una presa de agujero» que serviría para «salvaguardar el cauce fluvial y las inundaciones del arrabal» según Manuel Hernández. Esta actuación consistiría en mantener permanentemente abiertos los portillos de la presa que se cerrarían, excepcionalmente, en las situaciones, perfectamente previsibles, de riesgo real de desbordamientos.
Oposición
Mientras que estas dos obras están inmersas en polémicas donde tanto los partidarios como los detractores muestran opiniones encontradas, los colectivos ecologistas, el pasado 14 de marzo -Día Internacional contra los Grandes Embalses-, se manifestaron en contra de la construcción de estas infraestructuras.
Para Ecologistas en Acción, una buena conservación del agua en calidad y cantidad pasa necesariamente por una buena conservación de los ecosistemas fluviales. Defiende que el agua, más allá de ser un mero beneficio económico, es un bien necesario para la vida misma y en cuanto tal debe gestionarse.
A pesar de su convicción de que estas infraestructuras son un desacierto, critica que el Estado español continúe con la vieja política de construcción de grandes embalses. A este respecto explica que las presas de Yesa en Navarra, el embalse de Biscarrués en Huesca, Breña II en Córdoba, Melonares en Sevilla, e Irueña y Castrovido en Castilla y León, son un ejemplo de la continuidad de una «anacrónica política hidráulica basada en un insostenible, por desproporcionado, crecimiento de la oferta del recurso», desatendiendo la eficiencia y control de las demandas.
Respecto a la oposición de los ecologistas a la construcción de embalses, la Confederación asegura que sigue la estrategia marcada desde el Ministerio de Medio Ambiente, plasmada en el programa AGUA: «Llegado el caso de construirlos, siempre se hará con el menor coste ambiental posible y Castrovido es un buen ejemplo de ello».