La «ruta de las presas »: De El Pontón a El Atazar
Vie, 24/02/2006
Madrid - Si hay algo que abunda en la geografía de Madrid son las presas. El mapa de la región presenta varios embalses que ofrecen estampas de gran belleza y merecen una visita. La ruta que proponemos hoy recorre la primera etapa del Sendero de Gran Recorrido de la Sierra Norte de Madrid (GR-88), que se desarrolla muy próxima al cauce del río Lozoya y permite descubrir, entre otras, la segunda presa más antigua de Madrid (El Pontón de la Oliva) y la más imponente (El Atazar).
Empezamos el camino en el Pontón de la Oliva, situado en la orilla derecha del Lozoya. Sin cruzar la presa, la bordeamos por un balcón volado de obra y seguiremos corriente arriba por terreno firme. Poco después, tomaremos un sendero, horizontal, que en realidad es la parte superior de la conducción de agua que viene de la Presa de La Parra.
Pasamos un marcado meandro del río, un nuevo trozo de camino y llegamos al bosque, que desde este punto nos acompañará durante un rato. La conducción del agua sobre la que veníamos andando va ahora por el interior de la roca a nuestra izquierda. Aquí habrá que buscar en el cercado el paso más fácil. Siempre en dirección ascendente por la pista, desembocaremos en un espectacular bosque de galería en el que no será difícil ver algún que otro animal. Un poco más adelante saldremos a una zona despejada con una nueva caseta registro de la conducción del agua.
Cien metros más allá volvemos al bosque y encontramos los restos de la Presa de Navarejos, actualmente fuera de uso. Un poco más arriba la pista se bifurca, pero nosotros seguiremos de frente hasta encontrar la caseta y la Presa de la Parra (736 m.), que cruzaremos para llegar a la orilla izquierda del Lozoya.
En este punto la pista hace un brusco giro a la izquierda y se mete por el Arroyo del Robledillo. Ya estamos en el antiguo camino de Valdepeñas de la Sierra a El Atazar, que nos conducirá a este último pueblo. Antes de cogerlo, y desde las proximidades de un puente que aparece en la ruta y que no debemos cruzar, buscaremos el mejor itinerario para remontar la ladera y volver a la senda. Seguiremos hasta el final de la loma, con lo que alcanzaremos de nuevo la Presa de la Parra en una posición unos cien metros más elevada que en nuestra anterior «visita ».
Sin desviarnos a la pista forestal que sale a la derecha, seguiremos andando por el ramal izquierdo, una rápida bajada a un barranco que desemboca en los restos del viejo camino, formado a través de generaciones colocando cuidadosamente las piedras sobre las laderas rocosas. Cruzado el barranco entramos en la zona denominada Conrayado.
El sendero es bastante visible, y pronto cambia de dirección para coger la media ladera río arriba. La senda nos conduce cerca de unas casas de labor abandonadas antes de cruzar el Arroyo del Renegal, dejando el cauce principal del Lozoya. Pasamos por una marcada cresta rocosa (Peña Rastro) y luego llega un corto y suave descenso hacia lo que un día fueron las huertas de El Atazar, hoy en día prácticamente abandonadas. Ya muy cerca del pueblo, cruzamos el Arroyo de la Pasada y callejeamos entre las tapias de las huertas para remontar la ladera en cuya cumbre se asienta El Atazar.
Con el municipio a la vista, primero llegamos a una revuelta de la pista forestal que lleva a Alpedrete, al pasar junto al cementerio la abandonamos y por una calle entraremos hasta la Plaza de la Iglesia para descansar.
Empezamos el camino en el Pontón de la Oliva, situado en la orilla derecha del Lozoya. Sin cruzar la presa, la bordeamos por un balcón volado de obra y seguiremos corriente arriba por terreno firme. Poco después, tomaremos un sendero, horizontal, que en realidad es la parte superior de la conducción de agua que viene de la Presa de La Parra.
Pasamos un marcado meandro del río, un nuevo trozo de camino y llegamos al bosque, que desde este punto nos acompañará durante un rato. La conducción del agua sobre la que veníamos andando va ahora por el interior de la roca a nuestra izquierda. Aquí habrá que buscar en el cercado el paso más fácil. Siempre en dirección ascendente por la pista, desembocaremos en un espectacular bosque de galería en el que no será difícil ver algún que otro animal. Un poco más adelante saldremos a una zona despejada con una nueva caseta registro de la conducción del agua.
Cien metros más allá volvemos al bosque y encontramos los restos de la Presa de Navarejos, actualmente fuera de uso. Un poco más arriba la pista se bifurca, pero nosotros seguiremos de frente hasta encontrar la caseta y la Presa de la Parra (736 m.), que cruzaremos para llegar a la orilla izquierda del Lozoya.
En este punto la pista hace un brusco giro a la izquierda y se mete por el Arroyo del Robledillo. Ya estamos en el antiguo camino de Valdepeñas de la Sierra a El Atazar, que nos conducirá a este último pueblo. Antes de cogerlo, y desde las proximidades de un puente que aparece en la ruta y que no debemos cruzar, buscaremos el mejor itinerario para remontar la ladera y volver a la senda. Seguiremos hasta el final de la loma, con lo que alcanzaremos de nuevo la Presa de la Parra en una posición unos cien metros más elevada que en nuestra anterior «visita ».
Sin desviarnos a la pista forestal que sale a la derecha, seguiremos andando por el ramal izquierdo, una rápida bajada a un barranco que desemboca en los restos del viejo camino, formado a través de generaciones colocando cuidadosamente las piedras sobre las laderas rocosas. Cruzado el barranco entramos en la zona denominada Conrayado.
El sendero es bastante visible, y pronto cambia de dirección para coger la media ladera río arriba. La senda nos conduce cerca de unas casas de labor abandonadas antes de cruzar el Arroyo del Renegal, dejando el cauce principal del Lozoya. Pasamos por una marcada cresta rocosa (Peña Rastro) y luego llega un corto y suave descenso hacia lo que un día fueron las huertas de El Atazar, hoy en día prácticamente abandonadas. Ya muy cerca del pueblo, cruzamos el Arroyo de la Pasada y callejeamos entre las tapias de las huertas para remontar la ladera en cuya cumbre se asienta El Atazar.
Con el municipio a la vista, primero llegamos a una revuelta de la pista forestal que lleva a Alpedrete, al pasar junto al cementerio la abandonamos y por una calle entraremos hasta la Plaza de la Iglesia para descansar.