El agua inunda de vida Doñana

Lun, 26/12/2005

ABC

«Restaurando Doñana, recuperando sus aguas, estamos haciendo mucho más: trazando una línea hacia el futuro», destaca la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, en la presentación de «Doñana, agua y biosfera», un trabajo multidisciplinar de reciente aparición

TEXTO: JOSÉ CEJUDO FOTO. ABC

SEVILLA. Publicado por la Unesco, el Ministerio de Medio Ambiente y la Junta de Andalucía, recientemente acaba de aparecer uno de los trabajos colectivos que, en forma de libro lujosamente editado, acercan al lector al pasado presente y futuro del Parque Nacional de Doñana, teniendo como principal hilo conductor la presencia del agua en este emblemático espacio protegido.

Coordinado por Francisco García Novo y Cipriano Marín Cabrera, la idea de elaborar «Doñana, agua y biosfera» surgió en la etapa de Félix Manuel Pérez Miyares como responsable del proyecto «Doñana 2005». Y en su elaboración ha participado un numeroso grupo de colaboradores, expertos en diversas materias, que estructuran en ocho capítulos los distintos escenarios de la reserva natural, destacando los aspectos hidrológicos. paisajísticos y biológicos, así como la evolución del espacio, para terminar detallando el Doñana posterior al accidente de Aznalcóllar como eje de las actuaciones de restauración hidrológica de los proyectos «Doñana 2005», todavía en ejecución, y «Corredor Verde del Guadiamar».

Doñana posee la práctica totalidad de las figuras de protección, como aglutinador de multitud de ecosistemas: marismas, bosques, dunas, corrales... A veces, la acción del hombre ha contribuido a potenciarlos, y en otras ocasiones a perjudicarlos gravemente, tal y como se recoge en la obra.

También se detalla con un amplio despliegue de imágenes el desarrollo agrícola, el papel del Parque Nacional en la conservación de la naturaleza, la historia de la creación del Parque y el mundo de las especies faunísticas que pueblan Doñana, insectos, aves, peces, anfibios, el ganado marismeño y cómo no, el espectacular lince ibérico.

Los paisajes del agua

Precisamente, uno de los capítulos más interesantes de la obra es el que lleva por título «Los paisajes del agua», y en él se dice que «si pudiéramos contemplar la evolución del mundo de la aguas de Doñana desde el aire, a través de unos pocos fragmentos tomados a lo largo de miles de años, veríamos primero cómo el tramo final de la depresión del Guadalquivir, antes un golfo, sufría un relleno rápido a causa de los sedimentos que transportaba el río Guadalquivir, a lo que contribuían las aportaciones de otros afluentes como el Guadaíra, la Ribera de Huelva y el Guadiamar».

«De forma progresiva -añade- el golfo dejaría paso a bahías cada vez menores donde se extenderían los esteros y marismas que finalmente ocuparon el espacio, construyendo una llanura de limos a cotas algo más alta que el nivel del mar». «Las Marismas de Doñana representan en esta secuencia de imágenes la última fase del relleno, configurando una llanura de inundación, independiente de las mareas esturianas, alimentada sólo por la lluvia y las aguas continentales. «En estas breves imágenes -se subraya- se resumirían casi un millón de años de evolución».

Junto a las aguas superficiales, destacan los autores la importancia de las subterráneas, porque además de garantizar las aportaciones que inundan la marisma, sin su presencia no se hubiera podido desarrollar la importante reserva ecológica que hoy representa Doñana.

Sin embargo, los expertos apuntan que una vez perdida su antigua influencia mareal, las variables láminas de aguas que dibujan el paisaje más singular de Doñana dependen casi exclusivamente de las aportaciones del agua de lluvia y del caudal de los ríos y arroyos que confluyen hacia la gran cubeta que acoge las marismas.

Así, la impermeabilidad de las arcillas que forman su basamento garantiza la permanencia de las aguas durante largos periodos de tiempo, en una planicie sólo alterada por pequeñas elevaciones, denominadas vetas, y depresiones, como caños, lucios o quebradas, que dibujan «una sutil red hidrográfica. Estas pequeñas variaciones del nivel del agua permiten albergar la amplia variedad de ambientes que presentan las zonas encharcadizas».