La escasez de lluvias puede provocar la cuarta sequía más intensa
Mar, 30/08/2005
EN APENAS MEDIO SIGLO
La escasez de lluvias puede provocar la cuarta sequía más intensa
redacción. santiago
La sequía que sufre Galicia y toda la península Ibérica es la primera del nuevo siglo, pero no es inédita a los ojos de quien sume más de veinte años.
Buena parte de los pantanos salpicados por toda la geografía estatal se proyectaron tras la fuerte sequía sufrida entre los años 1948 y 1949, aunque los mayores aún pueden recordar la de comienzos de los años veinte, con caudales muy bajos como los que se empiezan a registrar en estos momentos.
Éstos son dos buenos ejemplos, pero no los únicos, de escasez de agua a lo largo del siglo XX. Los nietos de los más entrados en años también pueden rememorar la sequía del 75-76, menos intensa, pero también considerable, y más recientemente, la de 2001-2002, mayor que la de este verano.
Y es que este punto del planeta, como muchos otros, no se salva de la repetición cíclica de escasez de lluvias desde mucho antes de que la industrialización disparase en este extremo de Europa las emisiones de CO2 a la atmósfera. Como tampoco faltan años que se distancian por encima, con mucho, de la media habitual de precipitaciones. Buena muestra de estas variaciones periódicas que se distancian de lo habitual es el trabajo del hidrólogo Fernando Millares Álvarez, Informe estadístico al protocolo de Kioto en Galicia, que recopila la evolución durante casi un siglo de cuatro ríos representativos de Galicia.
Los cauces seleccionados en el estudio, en el que colaboran el geólogo Juan Loureiro y el geógrafo Horacio García, fueron el Miño, el Sil, el Tambre y el Cabrera. “Creo que identifican más o menos lo que es la Galicia de los ríos”, explica Millares, que los eligió para mostrar la variedad y contrastes geofisiográficos de Galicia.
Así, el Cabrera es, por ejemplo, una buena muestra de río alimentado por el deshielo de las nieves, de cotas de entre 1.800 y 1.900 metros. El Sil es otro río en el que los deshielos son un factor importante que se suman a su indudable importancia como principal afluente del Miño, que como mayor río de la comunidad tampoco podía faltar en el estudio.
Variedad de microclimas
Por último, el Tambre figura como un ejemplo de caudal intermedio, como muchos otros que surcan la orografía gallega, en la que no hay que olvidar “la enorme variedad de microclimas que guían las peculiaridades de las diferentes cuencas de la comunidad”, apunta el trabajo. En los resúmenes hidrológicos de los cuatro ríos se pueden apreciar curvas como la que muestra el gráfico que acompaña este texto, en las que se observa que la aportación de agua en hectómetros cúbicos no guarda una norma genérica, sino que las oscilaciones son una constante a lo largo de todo el siglo.
“Entrando en más detalle, en pocos gráficos aparecen más de dos o tres años hidrológicos en los que las aportaciones sean similares”, añade el estudio.
Reducir las agresiones
Y es que cualquier cambio en la dinámica atmosférica genera automáticamente una modificación en la conducta de los ríos, aunque dichos cambios pueden deberse a meras modificaciones meteorológicas de un año a otro, sin que por ello se pueda hablar de un fenómeno mucho más amplio como es el cambio climático. Un concepto ante el que, según señala Millares según la evolución de los caudales analizados durante décadas, “hay indicios suficientes para afirmar que en Galicia el cambio climático aún no presenta síntomas detectables”.
Sin embargo, el veterano hidrólogo también indica que a nivel planetario, si bien el clima ha variado siempre a lo largo de la historia, nunca lo había hecho a “un ritmo tan rápido como en el último siglo”, lo que hace que se mantenga la expectativa ante una “nueva y desconocida tendencia climática que parece avecinarse”, alimentada por las emisiones de CO2 a la atmósfera y otras agresiones al medio ambiente que ha propiciado la sociedad industrializada que, sin duda, debe replicarse con una estrategia para reducir consumos.
Una dilatada carrera
El director del Estudio, Fernando Millares, cuenta con una extensa carrera en el mundo de la hidrología. Es director técnico de Geogal y durante 36 años, entre otras funciones, se centró en prevenir riadas a corto plazo para la compañía Iberdrola, de la que fue jefe de hidrología para la zona noroeste
martes, 30 de agosto de 2005, 00:00
La escasez de lluvias puede provocar la cuarta sequía más intensa
redacción. santiago
La sequía que sufre Galicia y toda la península Ibérica es la primera del nuevo siglo, pero no es inédita a los ojos de quien sume más de veinte años.
Buena parte de los pantanos salpicados por toda la geografía estatal se proyectaron tras la fuerte sequía sufrida entre los años 1948 y 1949, aunque los mayores aún pueden recordar la de comienzos de los años veinte, con caudales muy bajos como los que se empiezan a registrar en estos momentos.
Éstos son dos buenos ejemplos, pero no los únicos, de escasez de agua a lo largo del siglo XX. Los nietos de los más entrados en años también pueden rememorar la sequía del 75-76, menos intensa, pero también considerable, y más recientemente, la de 2001-2002, mayor que la de este verano.
Y es que este punto del planeta, como muchos otros, no se salva de la repetición cíclica de escasez de lluvias desde mucho antes de que la industrialización disparase en este extremo de Europa las emisiones de CO2 a la atmósfera. Como tampoco faltan años que se distancian por encima, con mucho, de la media habitual de precipitaciones. Buena muestra de estas variaciones periódicas que se distancian de lo habitual es el trabajo del hidrólogo Fernando Millares Álvarez, Informe estadístico al protocolo de Kioto en Galicia, que recopila la evolución durante casi un siglo de cuatro ríos representativos de Galicia.
Los cauces seleccionados en el estudio, en el que colaboran el geólogo Juan Loureiro y el geógrafo Horacio García, fueron el Miño, el Sil, el Tambre y el Cabrera. “Creo que identifican más o menos lo que es la Galicia de los ríos”, explica Millares, que los eligió para mostrar la variedad y contrastes geofisiográficos de Galicia.
Así, el Cabrera es, por ejemplo, una buena muestra de río alimentado por el deshielo de las nieves, de cotas de entre 1.800 y 1.900 metros. El Sil es otro río en el que los deshielos son un factor importante que se suman a su indudable importancia como principal afluente del Miño, que como mayor río de la comunidad tampoco podía faltar en el estudio.
Variedad de microclimas
Por último, el Tambre figura como un ejemplo de caudal intermedio, como muchos otros que surcan la orografía gallega, en la que no hay que olvidar “la enorme variedad de microclimas que guían las peculiaridades de las diferentes cuencas de la comunidad”, apunta el trabajo. En los resúmenes hidrológicos de los cuatro ríos se pueden apreciar curvas como la que muestra el gráfico que acompaña este texto, en las que se observa que la aportación de agua en hectómetros cúbicos no guarda una norma genérica, sino que las oscilaciones son una constante a lo largo de todo el siglo.
“Entrando en más detalle, en pocos gráficos aparecen más de dos o tres años hidrológicos en los que las aportaciones sean similares”, añade el estudio.
Reducir las agresiones
Y es que cualquier cambio en la dinámica atmosférica genera automáticamente una modificación en la conducta de los ríos, aunque dichos cambios pueden deberse a meras modificaciones meteorológicas de un año a otro, sin que por ello se pueda hablar de un fenómeno mucho más amplio como es el cambio climático. Un concepto ante el que, según señala Millares según la evolución de los caudales analizados durante décadas, “hay indicios suficientes para afirmar que en Galicia el cambio climático aún no presenta síntomas detectables”.
Sin embargo, el veterano hidrólogo también indica que a nivel planetario, si bien el clima ha variado siempre a lo largo de la historia, nunca lo había hecho a “un ritmo tan rápido como en el último siglo”, lo que hace que se mantenga la expectativa ante una “nueva y desconocida tendencia climática que parece avecinarse”, alimentada por las emisiones de CO2 a la atmósfera y otras agresiones al medio ambiente que ha propiciado la sociedad industrializada que, sin duda, debe replicarse con una estrategia para reducir consumos.
Una dilatada carrera
El director del Estudio, Fernando Millares, cuenta con una extensa carrera en el mundo de la hidrología. Es director técnico de Geogal y durante 36 años, entre otras funciones, se centró en prevenir riadas a corto plazo para la compañía Iberdrola, de la que fue jefe de hidrología para la zona noroeste
martes, 30 de agosto de 2005, 00:00