Narbona «blinda las necesidades del Tajo» y reconoce que sacrifica el futuro agrícola del Levante
Jue, 07/07/2005
El Ministerio de Medio Ambiente reserva 79 hectómetros cúbicos en Entrepeñas y Buendía porque «pueden hacer mucha falta en un futuro no muy lejano»
MADRID/MURCIA. En un intento por acallar las críticas desde todos los bandos que ha suscitado la decisión del Consejo de Ministros de autorizar un trasvase de 82 hectómetros cúbicos del Tajo al Segura, el director general del Agua, Jaime Palop, compareció ayer para explicar el informe técnico que llevó a tomar esta determinación, si bien no dejó de reconocer que al final se trata de una decisión política, pues hay que ver «qué cachito de futuro se sacrifica». Y en este punto Palop se mostró tajante: «Esta decisión blinda las necesidades del Tajo», al satisfacer el abastecimiento, los regadíos, los usos ecológicos, industriales y energéticos de la cuenca. Por eso, dijo no entender «la ceremonia de confusión a la que estamos asistiendo», en clara referencia a las declaraciones realizadas desde Castilla-La Mancha.
Por tanto, dijo, «afecta a cuál va a ser el futuro de la cuenca del Segura y los abastecimientos de Almería». Y el futuro por ahora pasa por los 39 hectómetros cúbicos que llegarán a la Mancomunidad de Canales del Taibilla y a Almería para abastecimiento y los 43 autorizados para un riego de socorro para salvar el arbolado.
Con este trasvase, el volumen de agua almacenada en los embalses de Entrepeñas y Buendía -que regulan esta transferencia- a 30 de septiembre de 2005 sería de 319 hectómetros cúbicos, es decir, 79 por encima del nivel mínimo fijado (240 hectómetros) para que existan excedentes. Estos excedentes son los que han provocado que desde la cuenca receptora no se comprenda por qué no se han autorizado los 120 hectómetros cúbicos para regadío que reclamaban los agricultores.
Reserva estratégica
Sin embargo, desde Medio Ambiente se argumenta que estos 79 hectómetros cúbicos excedentarios quedarán de reserva, porque «pueden hacer mucha falta en un futuro no muy lejano», aseguró Palop, quien añadió que «a lo mejor esta reserva puede salvar a 2,5 millones de personas de tener restricciones severas de suministro o marcar la diferencia entre tener una campaña turística satisfactoria o no tenerla».
Según las hipótesis barajadas por la Dirección General del Agua, se podrían atender el próximo trimestre todas las demandas de la cuenca del Tajo y trasvasar 40 hectómetros para abastecimiento, quedando almacenados 20 hectómetros cúbicos. Esto es, si se retrasaran las lluvias del otoño, se podrían atender estas demandas, pero el regadío ya no figura en los cálculos.
Mientras, en Levante las primeras consecuencias de la falta de agua en la cuenca del Segura ya están pasando factura. Varias comunidades de regantes han empezado a arrancar los primeros árboles muertos, como en la pedanía de Yéchar, enclavada en el centro geográfico de la región de Murcia. Árboles frutales arrancados de cuajo después de quedar yermos y quemados al sol tienen como destino final la industria maderera o la leña para el próximo invierno.
El secretario de la comunidad de regantes de Yéchar, Antonio Fernández, se afanaba ayer, motosierra en mano, dando el toque de gracia a albaricoqueros y frutales sobre una superficie de quince hectáreas arrasadas por la sequía. Los regantes de esta zona, que tradicionalmente reciben agua del Tajo y de pozos, no saben cómo afrontar su futuro inmediato. Ignoran si dejarán las antiguas plantaciones a merced del avance del desierto, o si volverán a replantar.
Los regantes que dependen del Trasvase Tajo-Segura han cifrado en casi 3.500 millones de euros las pérdidas totales, durante este año y los tres siguientes, debido a la falta de agua para atender sus cultivos. Por otra parte, la pérdida de empleos se ha estimado en 32.895, la mayoría de mano de obra inmigrante.
MADRID/MURCIA. En un intento por acallar las críticas desde todos los bandos que ha suscitado la decisión del Consejo de Ministros de autorizar un trasvase de 82 hectómetros cúbicos del Tajo al Segura, el director general del Agua, Jaime Palop, compareció ayer para explicar el informe técnico que llevó a tomar esta determinación, si bien no dejó de reconocer que al final se trata de una decisión política, pues hay que ver «qué cachito de futuro se sacrifica». Y en este punto Palop se mostró tajante: «Esta decisión blinda las necesidades del Tajo», al satisfacer el abastecimiento, los regadíos, los usos ecológicos, industriales y energéticos de la cuenca. Por eso, dijo no entender «la ceremonia de confusión a la que estamos asistiendo», en clara referencia a las declaraciones realizadas desde Castilla-La Mancha.
Por tanto, dijo, «afecta a cuál va a ser el futuro de la cuenca del Segura y los abastecimientos de Almería». Y el futuro por ahora pasa por los 39 hectómetros cúbicos que llegarán a la Mancomunidad de Canales del Taibilla y a Almería para abastecimiento y los 43 autorizados para un riego de socorro para salvar el arbolado.
Con este trasvase, el volumen de agua almacenada en los embalses de Entrepeñas y Buendía -que regulan esta transferencia- a 30 de septiembre de 2005 sería de 319 hectómetros cúbicos, es decir, 79 por encima del nivel mínimo fijado (240 hectómetros) para que existan excedentes. Estos excedentes son los que han provocado que desde la cuenca receptora no se comprenda por qué no se han autorizado los 120 hectómetros cúbicos para regadío que reclamaban los agricultores.
Reserva estratégica
Sin embargo, desde Medio Ambiente se argumenta que estos 79 hectómetros cúbicos excedentarios quedarán de reserva, porque «pueden hacer mucha falta en un futuro no muy lejano», aseguró Palop, quien añadió que «a lo mejor esta reserva puede salvar a 2,5 millones de personas de tener restricciones severas de suministro o marcar la diferencia entre tener una campaña turística satisfactoria o no tenerla».
Según las hipótesis barajadas por la Dirección General del Agua, se podrían atender el próximo trimestre todas las demandas de la cuenca del Tajo y trasvasar 40 hectómetros para abastecimiento, quedando almacenados 20 hectómetros cúbicos. Esto es, si se retrasaran las lluvias del otoño, se podrían atender estas demandas, pero el regadío ya no figura en los cálculos.
Mientras, en Levante las primeras consecuencias de la falta de agua en la cuenca del Segura ya están pasando factura. Varias comunidades de regantes han empezado a arrancar los primeros árboles muertos, como en la pedanía de Yéchar, enclavada en el centro geográfico de la región de Murcia. Árboles frutales arrancados de cuajo después de quedar yermos y quemados al sol tienen como destino final la industria maderera o la leña para el próximo invierno.
El secretario de la comunidad de regantes de Yéchar, Antonio Fernández, se afanaba ayer, motosierra en mano, dando el toque de gracia a albaricoqueros y frutales sobre una superficie de quince hectáreas arrasadas por la sequía. Los regantes de esta zona, que tradicionalmente reciben agua del Tajo y de pozos, no saben cómo afrontar su futuro inmediato. Ignoran si dejarán las antiguas plantaciones a merced del avance del desierto, o si volverán a replantar.
Los regantes que dependen del Trasvase Tajo-Segura han cifrado en casi 3.500 millones de euros las pérdidas totales, durante este año y los tres siguientes, debido a la falta de agua para atender sus cultivos. Por otra parte, la pérdida de empleos se ha estimado en 32.895, la mayoría de mano de obra inmigrante.