Ahorrar agua en un país lleno de fugas

Dom, 19/06/2005

El País

Enrique Cabrera, catedrático de Fluidos de la Universidad Politécnica de Valencia y una autoridad en España en temas de agua, publicaba hace 10 años en este periódico una tribuna titulada: 'Algo más grave que una pertinaz sequía: Un país con una pluviometría irregular está condenado a sufrir periódicas crisis de pánico'. Pues bien, la profecía se ha cumplido: ya ha llegado esa nueva crisis. Y la alarma se propaga, como ocurrió entonces.
El nivel del agua en los pantanos de casi toda España no deja de descender, el Gobierno quiere que Bruselas considere esta sequía como una catástrofe natural para que le conceda ayudas fuera de plazo, las restricciones empiezan a afectar a los ciudadanos de Huesca y Alicante y el Ministerio de Medio Ambiente ha puesto en marcha una campaña de publicidad para ahorrar agua.
Ahorrar agua. 'Sólo nos acordamos de santa Bárbara cuando truena', dice ahora Cabrera. Y es que él, como la mayor parte de los expertos y estudiosos del uso de este recurso natural básico y limitado, hace mucho tiempo que es consciente de que el agua no se ahorra en este país de clima mediterráneo, sino que se despilfarra en ingentes cantidades.
'Basta con ser conscientes de que entre un 30% y un 35% del agua (un 19% según los datos del INE) que va por las redes de suministro de las ciudades se pierde en fugas', asegura Cabrera. 'Así que, si se trata de ahorrar, más nos valdría por empezar a arreglar las tripas de nuestras ciudades aunque no se vean', agrega Pedro Arrojo, presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua.
Ante la ausencia de una auditoría sobre el rendimiento de las redes de abastecimiento en España, los datos que ofrecen ambos expertos están basados en sus propios estudios de abastecimiento en distintas ciudades con un número determinado de habitantes y de un cálculo estimativo posterior tras su extrapolación a toda la población española. No obstante, aseguran que tienen estudios que muestran que hay pueblos en España en los que se fuga hasta un 80% del agua que corre por sus tuberías.
De toda el agua que se consume en España, entre el 70% y el 80% va destinada a regadíos y el 20% ó 30% restantes se reparte entre el uso industrial y urbano. Esto significa que el consumo humano no representa más que entre un 10% y un 15% del total. Y, en consecuencia, ese ahorro individual al que apela ahora la ministra Cristina Narbona es algo insignificante, aunque no por ello menos necesario, dentro de lo que es el gasto.
'Es más bien una cuestión de concienciación que de otra cosa. Pero es importante empezar a reeducar a la ciudadanía para que empiece a entender que el agua es un bien público en cuya conservación debemos participar todos. Y que alcanzar niveles de rendimiento de nuestras redes de más del 90% como los de Alemania nos costará voluntad, esfuerzo y dinero', dice Arrojo.
Pero, como recuerda Cabrera, esto no es algo que se pueda improvisar de un día para otro. España tiene unos kilométricos intestinos, 100.000 kilómetros de tuberías aproximadamente. Muchos de ellos con más de 100 años de vida y cada vez más sobrecargados, a medida que crece la población y aumenta la demanda. La inversión económica que requeriría su revisión y modernización se calcula fácilmente si se tiene en cuenta que el coste aproximado de un metro lineal de tubería es de 125 euros. Es decir, la modernización de la red de abastecimiento de toda España vendría a suponer unos 12.500 millones de euros (más de dos billones de pesetas).
En el ahorro y rendimiento del agua está todo bastante inventado, aunque poco practicado. La clave está, según los técnicos y según ha reconocido ahora el propio Ministerio de Medio Ambiente, en cambiar la filosofía. Según Arrojo, hay que pasar de una política de promoción de infraestructuras (embalses, desaladoras, trasvases...) a una optimización de la gestión; modernizar las redes de abastecimiento, controlar el consumo de pozos y acuíferos (unos sobreexplotados y otros despreciados); instalar contadores que permitan conocer la evolución del gasto y limitarlo en caso de necesidad; crear bancos públicos de agua como hicieron en California, que permitan comprar concesiones de agua a los agricultores cuando esa agua sea necesaria para los abastecimientos; crear una Agencia del Agua, que coordine todos los mecanismos de control y reaccione con agilidad en función de las necesidades.; instalar circuitos cerrados en las industrias que obliguen (e incentiven al mismo tiempo) a las empresas a reciclar las aguas que utilizan y con la consecuente reducción de vertidos... Todas estas medidas ya practicadas y de acreditada eficacia en otros países de climatología similar a la de España, demuestran, según Arrojo que 'lo de los cortes de agua es algo tercermundista'.
Desde el Ministerio de Medio Ambiente se asegura que la política va cada vez más en esa dirección. 'Se trata de introducir la racionalidad dentro de la política del agua', asegura un portavoz. 'Prueba de ello es que en Ceuta y en Melilla, donde inicialmente se iban a construir desaladoras, se han programado obras de emergencia en la red urbana para evitar que se siga perdiendo el 40% del agua, como ocurre actualmente', aseguran las mismas fuentes. 'Y, en Lorca (Murcia) se ha optado por la modernización de riegos', agrega el portavoz.
Porque al final, según los expertos, no se trata tanto de ahorrar como de que exista la voluntad política suficiente para gestionar bien un recurso que es de todos y para todos