Las restricciones de agua ya se extienden a siete comunidades

Dom, 12/06/2005

Diario de Sevilla

El suministro para uso agrícola y recreativo está limitado en varios puntos del norte del país y camiones cuba abastecen a algunos municipios
ABIGAIL CAMPOS / EFE
n MADRID. Los ríos españoles han perdido el 41 por ciento de su caudal en un año y la reserva hidráulica está en la actualidad al 58,3 por ciento de su capacidad total, lo que significa que ha descendido un punto porcentual en una semana. La realidad es que en los últimos nueve meses ha llovido un 50 por ciento menos que la media de la última década y, como consecuencia, España empieza a estar seca.
Los responsables del Ministerio de Medio Ambiente han lanzado un mensaje de tranquilidad: el abastecimiento urbano está garantizado. Sin embargo, algunos regadíos de determinadas cuencas sí podrían verse limitados en sus suministros. Por ejemplo, la Generalitat catalana ya ha decidido realizar restricciones de agua en 890 de sus 946 municipios, aplicadas al ámbito de la actividad industrial, agrícola y recreativa, pero no al consumo doméstico. Huesca ha prohibido ya regar jardines y llenar piscinas, Zaragoza y Teruel ya cuentan con medidas especiales y una treintena de pueblos pirenaicos se abastecen ya con camiones cuba.
De hecho, las restricciones han comenzado en siete comunidades: Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura, que han restringido el agua a sus cultivos para garantizar el abastecimiento al consumo. La situación puede extenderse a otras zonas a medida que avance el verano. Así, Madrid estará en prealerta por sequía a finales de este mismo mes.
A nivel nacional, un informe diagnóstico de la situación a junio de 2005 realizado por el Ministerio de Medio Ambiente advierte que, a los efectos de una predicción a 30 de septiembre de 2005 –final del año hidrológico– no cabe esperar lluvias que corrijan significativamente el déficit de precipitación que ha tenido lugar .
Si en el norte la situación no está mal y en el Atlántico la situación es moderadamente aceptable, con determinadas excepciones, la peor situación corresponde al arco mediterráneo, en las cuencas del Ebro, Júcar y Segura. La necesidad de actuaciones urgentes en la cuenca del Segura, el Guadalquivir, Ceuta, Melilla, zonas de Levante y el oeste y sur peninsular, llevó al Gobierno a aprobar obras de emergencia por 370 millones.
En Andalucía, la Junta y las mancomunidades de abastecimiento estudian crear bancos públicos de agua en los que se reservarían hectómetros cúbicos destinados a regadíos para consumo humano, con la consiguiente compensación económica a los regantes.
Si en España, como país mediterráneo, la sequía es algo normal durante uno o dos años cada cuatro o cinco, con el riesgo de incidencia más grave y larga, como ocurrió a mediados de los 90. ¿Por qué se ha llegado a esta situación?
Para algunos expertos, el fallo está en un planteamiento del problema desde su base. Pedro Arrojo, presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, opina que tenemos un modelo y un conjunto de intereses creados que lleva a un tratamiento de la sequía en el que se magnifica el problema y se crea una alarma ciudadana que se utiliza mal, para justificar unas soluciones que no son tales: más infraestructuras hidráulicas, más presas y más travases . A su juicio, proponer más presas es dar un monedero a un pobre, porque estarán ahí, pero estarán vacías .
Antonio Ruiz de Elvira, vicepresidente de la Fundación Científicos por el Medio Ambiente, también opina que en España está embalsada todo el agua que se puede embalsar, mucho más que otros países desarrollados, y aunque se podrían hacer trasvases, tampoco es la solución, porque eso es llevar la miseria de un lado a otro .
Con este planteamiento, propugnar el uso racional del agua parece lo más adecuado. Se podría garantizar una cantidad mínima para beber, cocinar y lavarse, y gravar todos los lujos, como el riego de los campos de golf o de los jardines de urbanizaciones. Lo lógico sería que las regiones pusieran tarifas progresivas y pague más el que quiera gastar más , sugiere Ruiz de Elvira.