Ecologistas creen desalinizadoras consolidan modelo insostenible
Lun, 06/06/2005
Las organizaciones ecologistas han acogido con satisfacción la modificación del Plan Hidrológico Nacional y la derogación del trasvase, pero han advertido que las plantas desalinizadoras de agua consolidarán un modelo de desarrollo "absolutamente insostenible".
Para el director de Greenpeace-España, Juan López de Uralde, el principal "defecto" del programa AGUA es pretender igualar la oferta de agua (1.050 hectómetros cúbicos) del trasvase del Ebro previsto en el PHN, aprobado la pasada legislatura.
En declaraciones a EFE Uralde opinó que ninguna de las dos alternativas trata de satisfacer un déficit o una demanda "real" de agua, sino de mantener un crecimiento y un desarrollo urbanístico en el litoral mediterráneo que a su juicio no es sostenible.
En el mismo sentido, el portavoz de Ecologistas en Acción, Santiago Martín Baaja, advirtió que el impacto ambiental que generan las plantas desalinizadoras (emisiones a la atmósfera y residuos de salumera) se puede minimizar y existen tecnologías para ello, pero insistió en que no se puede minimizar el impacto del desarrollo urbanístico.
Los dos valoraron la modificación del PHN y la derogación del trasvase del Ebro, y observaron que situaciones de sequía como la de este año evidencian la "inutilidad" de esa obra, ya que la cuenca el Ebro es una donde la escasez de precipitaciones es más grave.
Valoraron también las actuaciones previstas en el nuevo PHN para modernizar y mejorar las redes y evitar pérdidas, y la futura introducción de criterios modernos de gestión del agua como los bancos públicos en los que se podrá comprar y vender este recurso.
El director de Greenpeace, quien insistió en que no es "radicalmente contratio", advirtió del elevado consumo energético de las plantas desalinizadoras, y que ninguna de las que están en marcha está ligada a fuentes de energía renovables, por lo que abogó por limitar su proliferación y limitarlas a las necesidades de abastecimiento a la población.
El propio Informe de Sostenibilidad Ambiental del programa AGUA concluyó que el impacto de este plan es menor que el del trasvase del Ebro, aunque señaló varios puntos "débiles" y apuntó recomendaciones orientadas a reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera.
Señaló también recomendaciones relacionadas con los ecosistemas marinos y el litoral por los problemas ligados a los vertidos de salmuera y sus efectos sobre las praderas de algas y la biodiversidad.
Además puso de relieve que en un plazo de 25 años las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera del trasvase serían mayores que las del programa AGUA, aunque en un plazo de 50 años, esas emisiones se invertirían y las infraestructuras del plan del Gobierno (AGUA) serían más contaminantes que la trasferencia del Ebro.
Ello se debe a que la infraestructura del trasvase sería más contaminante en la fase de construcción y menos durante su explotación, mientras que la construcción de las desalinizadoras tendría un impacto ambiental menor, aunque en su fase de ejecución sería al revés.
Para paliar e invertir esa situación, el Gobierno, según ha reiterado la ministra de Medio Ambiente, tratará de que las plantas desalinizadoras vayan asociadas a energías renovables para reducir su impacto.
El presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Pedro Arrojo, insiste en las ventajas económicas y medioambientales de la desalinización frente a los grandes trasvases, pero lamenta que el debate en materia de aguas esté polarizado en torno a esas dos opciones, por considerar que hay otras alternativas.
A su juicio, el problema de la gestión de las salmueras está resuelto, ya que o bien se opta por llevar los colectores de salida a zonas donde el vertido sea completamente inocuo, o por instalar tubos difusores que disuelvan los residuos a lo lago de centenares de metros y eviten la concentración que se produce al final del colector
Para el director de Greenpeace-España, Juan López de Uralde, el principal "defecto" del programa AGUA es pretender igualar la oferta de agua (1.050 hectómetros cúbicos) del trasvase del Ebro previsto en el PHN, aprobado la pasada legislatura.
En declaraciones a EFE Uralde opinó que ninguna de las dos alternativas trata de satisfacer un déficit o una demanda "real" de agua, sino de mantener un crecimiento y un desarrollo urbanístico en el litoral mediterráneo que a su juicio no es sostenible.
En el mismo sentido, el portavoz de Ecologistas en Acción, Santiago Martín Baaja, advirtió que el impacto ambiental que generan las plantas desalinizadoras (emisiones a la atmósfera y residuos de salumera) se puede minimizar y existen tecnologías para ello, pero insistió en que no se puede minimizar el impacto del desarrollo urbanístico.
Los dos valoraron la modificación del PHN y la derogación del trasvase del Ebro, y observaron que situaciones de sequía como la de este año evidencian la "inutilidad" de esa obra, ya que la cuenca el Ebro es una donde la escasez de precipitaciones es más grave.
Valoraron también las actuaciones previstas en el nuevo PHN para modernizar y mejorar las redes y evitar pérdidas, y la futura introducción de criterios modernos de gestión del agua como los bancos públicos en los que se podrá comprar y vender este recurso.
El director de Greenpeace, quien insistió en que no es "radicalmente contratio", advirtió del elevado consumo energético de las plantas desalinizadoras, y que ninguna de las que están en marcha está ligada a fuentes de energía renovables, por lo que abogó por limitar su proliferación y limitarlas a las necesidades de abastecimiento a la población.
El propio Informe de Sostenibilidad Ambiental del programa AGUA concluyó que el impacto de este plan es menor que el del trasvase del Ebro, aunque señaló varios puntos "débiles" y apuntó recomendaciones orientadas a reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera.
Señaló también recomendaciones relacionadas con los ecosistemas marinos y el litoral por los problemas ligados a los vertidos de salmuera y sus efectos sobre las praderas de algas y la biodiversidad.
Además puso de relieve que en un plazo de 25 años las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera del trasvase serían mayores que las del programa AGUA, aunque en un plazo de 50 años, esas emisiones se invertirían y las infraestructuras del plan del Gobierno (AGUA) serían más contaminantes que la trasferencia del Ebro.
Ello se debe a que la infraestructura del trasvase sería más contaminante en la fase de construcción y menos durante su explotación, mientras que la construcción de las desalinizadoras tendría un impacto ambiental menor, aunque en su fase de ejecución sería al revés.
Para paliar e invertir esa situación, el Gobierno, según ha reiterado la ministra de Medio Ambiente, tratará de que las plantas desalinizadoras vayan asociadas a energías renovables para reducir su impacto.
El presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Pedro Arrojo, insiste en las ventajas económicas y medioambientales de la desalinización frente a los grandes trasvases, pero lamenta que el debate en materia de aguas esté polarizado en torno a esas dos opciones, por considerar que hay otras alternativas.
A su juicio, el problema de la gestión de las salmueras está resuelto, ya que o bien se opta por llevar los colectores de salida a zonas donde el vertido sea completamente inocuo, o por instalar tubos difusores que disuelvan los residuos a lo lago de centenares de metros y eviten la concentración que se produce al final del colector