Las mil caras de la sequía

Lun, 06/06/2005

Levante

La falta de consenso en la planificación y el retraso en algunas obras agravan la ausencia de lluvias
J. Sierra, Valencia
El viernes el Consejo de Ministros aprobó un plan para la sequía que acompañó de un paquete de obras de emergencia. Una semana antes, el Consell había reunido a su propia comisión de la sequía. Desde hace semanas, la sequía forma parte del agrio debate político en torno al agua que se ha instalado en España.
Pero, ¿hasta que punto hay sequía en la Comunidad Valenciana? ¿es política la sequía?, ¿es solo meteorológica? ¿es coyuntural o peor, estructural? ¿tiene remedio? ¿alguien se la está tomando en serio en medio de la borrachera de declaraciones?
Existe. Y con déficits de precipitación que rondan el 50%. Sin embargo, en el resto de España es casi peor y aquí tenemos, tan cerca como entre septiembre de 1999 y abril de 2000, o entre 1993 y 1995, registros mucho peores.
No ha llovido suficiente, tampoco en el interior, donde se resiente el secano y la sequía meteorológica es ya también hidrológica: los ríos bajan magros de caudal y desde hace meses por las compuertas de los embalses sale más agua de la que entra. Resultado, los pantanos se vacían.
Sin embargo, hay matices. No hay problemas en el regadío de Castelló, pero si en el interior de secano y en algunas zonas ganaderas. Al sur, en el Turia, sobra agua para este verano y el próximo, aunque no lloviera.
En el Júcar, los problemas son, de momento, medioambientales. No baja agua por el río, cada vez más deteriorado. y el embalse de Alarcón, pese al recorte de entre el 15% y el 30% en los caudales pactado con los regantes, pronto llegará al umbral de reserva por debajo del cual solo pueden regar los regantes tradicionales del Júcar, aunque ni ellos confían en que el Gobierno corte el grifo de los pozos a sus colegas manchegos.
En la Marina Baixa, donde los problemas de agua parecían crónicos, tienen, paradójicamente, más agua que nunca. Una obra de emergencia , de sequía, hecha en 1994, lleva dos años sin que pase el agua por sus tuberías. No ha hecho falta, pero volverá a ser útil.
En el Vinalopó, el drama del acuífero esquilmado se agrava, aunque no por la sequía de este año, sino por años y años de explotación incontrolada. El agua es cada vez más mala, más profunda y más cara. Finalmente, la Vega Baja comparte su destino con la cuenca del Segura. Aquí, la sequía del campo -nadie en las ciudades va a pasar sed- puede echar a perder los cultivos en unas 20.000 hectáreas si no llegan los socorros del Tajo, donde casi no queda agua. Lo tendrá que decidir el Consejo de Ministros dentro de un mes. Difícil papeleta.
No hay pacto posible. Lo propuso Joan Ignasi Pla y lo propuso el conseller García Antón, pero uno lo hizo criticando al PP y el otro, al día siguiente, recuperó los viejos argumentos a favor del trasvase. El PP tiene un vivero de votos en el agua que prometió del Ebro y no piensa renunciar a ellos, aunque haya ya regantes, promotores inmobiliarios, industriales y hasta asociaciones de vecinos que reclaman desaladoras y compañeros de viaje - los regantes del Júcar- cada vez más escépticos y nunca dóciles.
La sequía de obras
El Gobierno ha aprobado desaladoras y otras obras de urgencia por importe de casi 210 millones de euros que, sin embargo, no llegarán a tiempo de evitar la sed actual y solo servirán para la próxima sequía. Como servirían ahora, si hubiera necesidad de recurrir a ellos, los pozos de sequía que el Gobierno y la Generalitat, de la mano, planificaron e hicieron en 1993. Y es que, como decía un regante ilustrado, agotado el modelo soviético y acosado por la moda ultraliberal, la única planificación que sigue siendo válida es la hidráulica, «y si encima Zapatero y Camps se ponen de acuerdo en lo que hay que hacer. pues mejor que mejor».