«En América se debate si el agua es un derecho o una mercancía»

Vie, 27/05/2005

El Correo

El director de la ONG salvadoreña rechaza la privatización de los recursos «La corrupción dificulta el servicio» GERARDO ELORRIAGA/VITORIA AGUA. Armando Flores, ayer en Vitoria. / NURIA GONZÁLEZ CONFERENCIA 'Cooperación y Agua en Centroamérica' es el título de las jornadas que tienen lugar en el Palacio de Congresos Europa de Vitoria, organizadas por el Ayuntamiento de la capital alavesa, la Campaña Objetivos Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas en España e Ingeniería sin Fronteras. El objetivo de esta convocatoria es dar a a conocer la responsabilidad del mundo desarrollado en la solución de los problemas de abastecimiento de agua potable. Primero fue la electricidad, luego, las comunicaciones, y ahora, el agua. Los gobiernos latinoamericanos privatizan las empresas públicas para, supuestamente, mejorar la gestión de las mismas y conseguir nuevos fondos para sus maltrechas arcas. «Ni mayor ni mejor prestación, tan sólo más cara», lamenta Armando Flores. Este salvadoreño dirige el Centro de Defensa del Consumidor, organización local que lucha contra un proceso que despoja a la Administración de servicios básicos. Hoy, en Vitoria, participa en la clausura de unas jornadas que han analizado su impacto en la población y el problema de un bien escaso, íntimamente ligado a las situaciones de pobreza y subdesarrollo.
Centroamérica cuenta con recursos acuíferos abundantes, pero doce millones de habitantes, una cuarta parte del total, no disponen de suministro doméstico. El problema resulta especialmente grave en el campo y ha generado un floreciente mercado informal. Camiones cisterna proveen en las carreteras y también se expande el comercio que la distribuye embotellada. «En las zonas rurales, siempre más desfavorecidas, el precio del barril ronda el dólar, mientras que en las ciudades se encuentra en los 36 centavos. El pobre paga el doble por un agua de peor calidad».
Según explica el ponente, la carencia se halla íntimamente ligada con la corrupción del aparato administrativo, problema endémico en esta región. «Hay dirigentes de Guatemala o Nicaragua encarcelados o enjuiciados. En El Salvador no ocurre algo así, pero, simplemente, porque la justicia no funciona». El ex presidente de la compañía estatal de agua era un empresario del sector y tras su paso por el cargo volvió al negocio: «Se usufructúan bienes públicos sin reparo alguno».
La carencia de planificación y políticas nacionales al respecto y los intereses económicos que rondan su explotación ha impulsado a la opinión pública a organizarse para invertir la tendencia. «Estamos frente al dilema, generalizado en América, de si el agua debe ser entendido como un bien común, un derecho humano o tratado como otra mercancía más y nosotros defendemos la primera postura».
El desastre ecológico se suma a la precariedad estructural.La polución, la tala indiscriminada de árboles y la urbanización descontrolada han destruido zonas de recogida de agua de lluvia y provocado desabastecimientos. «La ciudad de San Salvador, que aglutina a la tercera parte de la población nacional, recurre a una cuenca fluvial situada a 50 kilómetros».
Insurrección
En Bolivia, la ira popular ante la elevación de los precios generó cortes de carreteras y la práctica paralización de buena parte del país, mientras que en Argentina se han producido fenómenos de desobediencia civil con impagos masivos e, incluso, la renuncia de las empresas concesionarias. Las movilizaciones populares también han agitado Centroamérica y han dado lugar a entidades como la Red VIDA que aglutina a grupos de oposición de todo el continente.
El fiasco de las privatizaciones también ha impulsado numerosas iniciativas municipales y comunales, algunas propiciadas por ONG, que asumen toda la gestión, desde la captación hasta el suministro final. «Son nuevas fórmulas que, a menudo, mejoran la cobertura porque entienden que el agua es un bien ambiental y comunitario».
El conflicto alcanza a las privilegiadas sociedades ricas. «No lo conciban como un conflicto ajeno, lejano, sobre el que no tienen responsabilidad alguna», previene Flores. «Su agricultura no sostenible y el consumo abusivo que ejercen sobre un recurso tan escaso nos afecta a todos», arguye Flores. La sensibilización aparece como una condición indispensable, «porque si no se produce una cooperación mundial al respecto, pronto arriesgaremos la viabilidad de la vida en este planeta»