La contaminación de lagos y embalses impide erradicar las invasiones de especies

Jue, 03/03/2005

La Vanguardia

El profesor Garcia-Berthou afirma que muchas introducciones ya son irreversibles, puesto que se producen en grandes masas de agua (embalses, lagos o grandes ríos), lo que complica su erradicación. 'Además, las especies invasoras se ven favorecidas por la alteración y contaminación de los ríos', agrega.
Estas invasiones se han visto agravadas por la aparición de un turismo piscícola. Un ejemplo es el protagonizado por el siluro (Silurus glanis), un pez procedente del Danubio que fue introducido en 1974 en la cuenca del Ebro por el biólogo alemán Roland Lorkowsky. Desde entonces, este animal ha ido aumentando su implantación, hasta ser un asiduo de los embalses de Mequinenza y Riba-roja o en el tramo final del Ebro. Además, se le puede localizar también en los embalses de Sau y Susqueda.
Con su repoblación inicial perseguía remediar la pérdida de peces depredadores y el aumento vertiginoso de la población de carpas en el Segre, pero en la práctica ha servido para desarrollar un próspero turismo que atrae a visitantes extranjeros, especialmente alemanes, dada la falta de otras especies de peces predadores con los que competir en estos ecosistemas (madrillas, barbos o esturiones). El siluro es una especie de grandes dimensiones (puede alcanzar los cinco metros de longitud y los 100 kilogramos de peso), por lo que es muy apreciado por algunos pescadores, ya que, al hacerse adulto, es muy luchador y alimenta las gestas de los amantes del forcejeo con la caña.
El animal se ha aclimatado muy bien a los embalses y al Ebro, pues se mueve en fondos de fango y aguas turbias y, aunque tiene unos ojos pequeños, sus largos bigotes actúan como antenas que detectan la presencia de la presa antes de revolverse para atraparla. Esta adaptación se debe a que estas aguas tienen relativamente menos contaminación química que el Danubio u otros ríos europeos. La contaminación química se bioacumula en su organismo, muy abundante en grasas, lo que también ha ocasionado problemas en su reproducción.
Otro animal introducido es el alburno (Alburnus alburnus o ablet en catalán). Este pez, que se alimenta de algas, crustáceos e insectos (larvas y adultos), se ha convertido en un complemento ideal y un alimento perfecto para el siluro, como si su introducción hubiera servido para este fin.
Para solucionar el problema de las invasiones, los especialistas proponen prohibir de manera eficaz la introducción perjudicial de especies. La normativa catalana ya prohíbe estas prácticas, 'pero no se ponen medios para cumplirla', afirma Narcís Prat. La futura ley de pesca que prepara el Gobierno catalán se plantea, entre otros objetivos, reducir las poblaciones alóctonas y evitar su proliferación, con el establecimiento del sacrificio obligatorio de los ejemplares pescados.
Narcís Prat es partidario de prohibir la pesca en lugares en donde aparezcan especies introducidas como medida para frenar su expansión. También existe la idea inicial de endurecer el régimen de sanciones para las introducciones ilegales y aumentar la vigilancia en aquellos lugares susceptibles de realizar introducciones ilegales.
Por su parte, la Federació Catalana de Pesca alega que algunas introducciones tienen más de 100 años, que las hacía el Icona y que constituyen práctica habitual en todo el mundo. 'El problema es cuando se hacen de forma incontrolada', dice un portavoz. Esta entidad rechaza las introducciones de peces, sólo las avala cuando los hábitats están destruidos y señala que las llevadas a cabo por esta entidad (con truchas) se han hecho siempre bajo control de la Administración. 'No hemos hecho introducción de especies, no estamos de acuerdo cn ellas, porque es una ilegalidad. Lo que queremos es recuperar los hábitats de los ríos', dicen.

La Federació Catalana de Pesca se desmarca de estas prácticas, mientras la nueva ley del Govern prevé endurecer su persecución