«No tenemos medios para controlar el agua que pasa por miles de kilómetros de tuberías»
Dom, 23/01/2005
-¿En estos meses qué se ha encontrado en la Comisaría de Aguas? ¿Esto era el Patio de Monipodio? ¿Había tanto descontrol como denunciaban algunos sectores?
-La cuenca tiene una cantidad de pequeños problemas que con el tiempo se han ido agravando. La respuesta es no. No hay una situación de descontrol porque los funcionarios son los mismos y hacen su trabajo lo mejor que saben. Quizá el mayor problema era que se han dejado pasar los temas años y años y muchos de ellos tienen ahora difícil solución.En esta cuenca hay miles de kilómetros de conducciones. Por esos tubos, que en parte son privados y perfectamente legales, se puede hacer pasar agua de forma irregular de una zona a otra. Aunque eso es muy difícil de determinar, y tampoco es una actuación de un día. El déficit más importante, sin embargo, es la falta de personal.
-¿La Confederación no sabe qué agua pasa por esas conducciones?
-Es que son privadas. Y pasa de una finca privada a otra. Los proyectos de regadíos que manejamos no se parecen en nada a la realidad actual. Hay poca precisión. Lo que nosotros controlamos es el agua que entra en una comunidad de regantes. Tenemos en marcha el Proyecto Alberca para definir los perímetros y las superficies. Y si en la guardería tienes la mitad del personal necesario, pues es que físicamente no se puede hacer más.
-¿Cuánta agua controla realmente la Comisaría?
-Se puede controlar por ejemplo el agua que sale por la toma del trasvase Tajo-Segura. Pero lo que es muy difícil de controlar es que un agricultor que no esté regando en ese momento esté pasando el agua de una finca a otra que no está dentro de su comunidad. Eso es muy difícil de controlar, salvo que tengamos muchos guardias. Lo único que podemos hacer es intentar que no crezcan los regadíos en las superficies no autorizadas. Esta semana se han abierto varios expedientes importantes por regar zonas en la comarca del Guadalentín que no deben estar regándose, porque son zonas de secano. Ocurre con una cierta frecuencia.
-¿Son superficies importantes? ¿De qué cantidad son las sanciones?
-Son áreas importantes porque la sanción prevista es de mucho dinero. En algunos casos la multa puede no ser suficiente porque el beneficio que se obtiene es superior. Hay que actuar conforme a las normas. La falta de control obedece más a la falta de medios que a la falta de voluntad. Antes y ahora. No se habían cubierto las plazas vacantes por parte de la Administración. Puede que el presidente y el comisario anteriores lo reclamaran y que el Ministerio no hubiera respondido a sus llamadas y lamentos.
-El cambio de gestores de la Confederación a mano de la Administración socialista, junto con el aviso de aplicar mayor rigor, ¿ha influido en que algunos tengan más cuidado con el agua?
-El número de sanciones ha disminuido. Puede que un 10 por ciento o un 20 por ciento. No es fácil juzgar intenciones. Cuando alguien cometía una infracción grave y ese expediente prescribía, eso desmoralizaba. Que hayan prescrito expedientes sancionadores muy gordos ha hecho que los grandes infractores se sientan tranquilos. El problema es que solamente se carguen las tintas sobre los pequeños infractores. Una cosa es un regante que ataja una acequia cuando no debe, o que pone un pequeño motor para regar; y otra distinta son los grandes caudales que no se controlan. Cuando alguien extrae agua que no debe está afectando al acuífero y perjudica al propietario de al lado que tiene sus derechos. -¿Qué palabra emplearía, robo, extracción ilegal...?
-Hay varios términos. Está el mercadeo cuando es legal. Puede ser que uno lo considere algo inmoral. Pero si alguien tiene un derecho a vender el agua, pues la vende. Si tiene su pozo inscrito anterior a la ley de 1986, legalmente lo puede hacer.
-¿Usted personalmente considera inmoral que los propietarios de pozos que tienen ese derecho vendan el agua?
-Cuando los regantes de Jumilla ven que con las aguas del acuífero de su zona se está regando fuera de su término municipal, es normal que lo consideren una inmoralidad mientras comprueban que sus pozos se están secando. Creo que no se puede hablar de moralidad o inmoralidad de las leyes. Hoy probablemente ves que la ley se quedó corta y no tenía que haber permitido ciertas situaciones.
-¿No habría tantos problemas si no existiera este déficit de agua?
-El déficit es algo crónico. Siempre habrá déficit. Uno de los sentimientos más graves que tienen murcianos y alicantinos es que todo se ha hecho a costa de la cuenca. Y al final quienes lo pagan son los regantes. Es bueno que el desarrollo económico se produzca, pero no a costa de los regantes. El desarrollo debe prever sus propias fuentes de incremento de agua, de hospitales, de escuelas, de autopistas... Se recalifica muy alegremente el suelo, pero no se prevén infraestructuras y equipamientos. No trato de acusar a nadie.
-La aspiración de toda sociedad es crear riqueza y empleo.
-Claro, pero no se debe hacer a costa de disminuir la calidad de vida de los ciudadanos.
-¿Cree que la cuenca del Segura se merece la imagen que algunos ven desde fuera; de descontrol en el uso del agua?
-Creo que no. Hay una gestión extraordinaria. Cuando estaba en la Universidad de Alicante participé en el informe Dobris de la Comisión Europea sobre los regadíos de la Vega Baja, que son similares a los de la Vega Media, donde figuran como el segundo o el tercero de mayor interés desde el punto de vista etnológico y cultural de toda Europa debido al aprovechamiento agrícola. La utilización que se hace del agua es impresionante.
-¿Y por qué se tiene ahora esa mala imagen hacia fuera?
-Como aquí el agua es un bien tan necesario, se persigue con mucha mayor saña. Se controlan los regadíos muchísimo, sin punto de comparación con otras cuencas. Entonces da impresión de que el efecto se multiplica. Aquí miramos el agua con mucha más lupa.
-Pero hay otras repercusiones políticas y sociales. Algunos creen que como se usa mal el agua no se tiene derecho a recibir trasvases.
-El problema del agua se ha utilizado también políticamente por las propias autoridades autonómicas. Cada vez que hay que reivindicar el trasvase se pone en duda que vayamos a tener agua para beber. Y si falta agua para beber, ¿cómo están ustedes recalificando suelo? Cuando se utiliza el agua políticamente como enfrentamiento con el Gobierno central no se hace nada muy diferente a lo que hace Ibarretxe con su plan. El enfrentamiento con el Gobierno central me parece un error. Puede que políticamente sea rentable, pero es un error. El agua debería de ser un tema de Estado.
-¿No cree que la Administración socialista ha consentido que se proyecte hacia fuera esa mala imagen del agua en Murcia? ¿Que se han callado ante los ataques porque favorecía claramente su política?
-Creo que el tema de la imagen de la cuenca no es de hoy. Se ha ido forjando a lo largo de mucho tiempo. Las cosas deben ponerse en el justo término. ¿Es que en Murcia no hay irregularidades con el agua? Las hay. ¿Qué se tiene que hacer? Aplicar las sanciones que correspondan a los que cometen irregularidades. Pero no se puede hablar sólo de irregularidades y de que todo el mundo las esté cometiendo porque eso no es verdad.
-¿Cuántos usuarios respetuosos hay por cada infractor?
-El noventa y mucho por ciento de los regantes murcianos son respetuosos. Si sacáramos el agua del debate político contribuiríamos a sosegar la situación. Tampoco creo que el déficit sea tan grande . Me parece mucho más preocupante la situación de todos los acuíferos. Nos estamos toda el agua de nuestras reservas mientras discutimos temas que son puntuales, aunque también sean importantes.
-La cuenca tiene una cantidad de pequeños problemas que con el tiempo se han ido agravando. La respuesta es no. No hay una situación de descontrol porque los funcionarios son los mismos y hacen su trabajo lo mejor que saben. Quizá el mayor problema era que se han dejado pasar los temas años y años y muchos de ellos tienen ahora difícil solución.En esta cuenca hay miles de kilómetros de conducciones. Por esos tubos, que en parte son privados y perfectamente legales, se puede hacer pasar agua de forma irregular de una zona a otra. Aunque eso es muy difícil de determinar, y tampoco es una actuación de un día. El déficit más importante, sin embargo, es la falta de personal.
-¿La Confederación no sabe qué agua pasa por esas conducciones?
-Es que son privadas. Y pasa de una finca privada a otra. Los proyectos de regadíos que manejamos no se parecen en nada a la realidad actual. Hay poca precisión. Lo que nosotros controlamos es el agua que entra en una comunidad de regantes. Tenemos en marcha el Proyecto Alberca para definir los perímetros y las superficies. Y si en la guardería tienes la mitad del personal necesario, pues es que físicamente no se puede hacer más.
-¿Cuánta agua controla realmente la Comisaría?
-Se puede controlar por ejemplo el agua que sale por la toma del trasvase Tajo-Segura. Pero lo que es muy difícil de controlar es que un agricultor que no esté regando en ese momento esté pasando el agua de una finca a otra que no está dentro de su comunidad. Eso es muy difícil de controlar, salvo que tengamos muchos guardias. Lo único que podemos hacer es intentar que no crezcan los regadíos en las superficies no autorizadas. Esta semana se han abierto varios expedientes importantes por regar zonas en la comarca del Guadalentín que no deben estar regándose, porque son zonas de secano. Ocurre con una cierta frecuencia.
-¿Son superficies importantes? ¿De qué cantidad son las sanciones?
-Son áreas importantes porque la sanción prevista es de mucho dinero. En algunos casos la multa puede no ser suficiente porque el beneficio que se obtiene es superior. Hay que actuar conforme a las normas. La falta de control obedece más a la falta de medios que a la falta de voluntad. Antes y ahora. No se habían cubierto las plazas vacantes por parte de la Administración. Puede que el presidente y el comisario anteriores lo reclamaran y que el Ministerio no hubiera respondido a sus llamadas y lamentos.
-El cambio de gestores de la Confederación a mano de la Administración socialista, junto con el aviso de aplicar mayor rigor, ¿ha influido en que algunos tengan más cuidado con el agua?
-El número de sanciones ha disminuido. Puede que un 10 por ciento o un 20 por ciento. No es fácil juzgar intenciones. Cuando alguien cometía una infracción grave y ese expediente prescribía, eso desmoralizaba. Que hayan prescrito expedientes sancionadores muy gordos ha hecho que los grandes infractores se sientan tranquilos. El problema es que solamente se carguen las tintas sobre los pequeños infractores. Una cosa es un regante que ataja una acequia cuando no debe, o que pone un pequeño motor para regar; y otra distinta son los grandes caudales que no se controlan. Cuando alguien extrae agua que no debe está afectando al acuífero y perjudica al propietario de al lado que tiene sus derechos. -¿Qué palabra emplearía, robo, extracción ilegal...?
-Hay varios términos. Está el mercadeo cuando es legal. Puede ser que uno lo considere algo inmoral. Pero si alguien tiene un derecho a vender el agua, pues la vende. Si tiene su pozo inscrito anterior a la ley de 1986, legalmente lo puede hacer.
-¿Usted personalmente considera inmoral que los propietarios de pozos que tienen ese derecho vendan el agua?
-Cuando los regantes de Jumilla ven que con las aguas del acuífero de su zona se está regando fuera de su término municipal, es normal que lo consideren una inmoralidad mientras comprueban que sus pozos se están secando. Creo que no se puede hablar de moralidad o inmoralidad de las leyes. Hoy probablemente ves que la ley se quedó corta y no tenía que haber permitido ciertas situaciones.
-¿No habría tantos problemas si no existiera este déficit de agua?
-El déficit es algo crónico. Siempre habrá déficit. Uno de los sentimientos más graves que tienen murcianos y alicantinos es que todo se ha hecho a costa de la cuenca. Y al final quienes lo pagan son los regantes. Es bueno que el desarrollo económico se produzca, pero no a costa de los regantes. El desarrollo debe prever sus propias fuentes de incremento de agua, de hospitales, de escuelas, de autopistas... Se recalifica muy alegremente el suelo, pero no se prevén infraestructuras y equipamientos. No trato de acusar a nadie.
-La aspiración de toda sociedad es crear riqueza y empleo.
-Claro, pero no se debe hacer a costa de disminuir la calidad de vida de los ciudadanos.
-¿Cree que la cuenca del Segura se merece la imagen que algunos ven desde fuera; de descontrol en el uso del agua?
-Creo que no. Hay una gestión extraordinaria. Cuando estaba en la Universidad de Alicante participé en el informe Dobris de la Comisión Europea sobre los regadíos de la Vega Baja, que son similares a los de la Vega Media, donde figuran como el segundo o el tercero de mayor interés desde el punto de vista etnológico y cultural de toda Europa debido al aprovechamiento agrícola. La utilización que se hace del agua es impresionante.
-¿Y por qué se tiene ahora esa mala imagen hacia fuera?
-Como aquí el agua es un bien tan necesario, se persigue con mucha mayor saña. Se controlan los regadíos muchísimo, sin punto de comparación con otras cuencas. Entonces da impresión de que el efecto se multiplica. Aquí miramos el agua con mucha más lupa.
-Pero hay otras repercusiones políticas y sociales. Algunos creen que como se usa mal el agua no se tiene derecho a recibir trasvases.
-El problema del agua se ha utilizado también políticamente por las propias autoridades autonómicas. Cada vez que hay que reivindicar el trasvase se pone en duda que vayamos a tener agua para beber. Y si falta agua para beber, ¿cómo están ustedes recalificando suelo? Cuando se utiliza el agua políticamente como enfrentamiento con el Gobierno central no se hace nada muy diferente a lo que hace Ibarretxe con su plan. El enfrentamiento con el Gobierno central me parece un error. Puede que políticamente sea rentable, pero es un error. El agua debería de ser un tema de Estado.
-¿No cree que la Administración socialista ha consentido que se proyecte hacia fuera esa mala imagen del agua en Murcia? ¿Que se han callado ante los ataques porque favorecía claramente su política?
-Creo que el tema de la imagen de la cuenca no es de hoy. Se ha ido forjando a lo largo de mucho tiempo. Las cosas deben ponerse en el justo término. ¿Es que en Murcia no hay irregularidades con el agua? Las hay. ¿Qué se tiene que hacer? Aplicar las sanciones que correspondan a los que cometen irregularidades. Pero no se puede hablar sólo de irregularidades y de que todo el mundo las esté cometiendo porque eso no es verdad.
-¿Cuántos usuarios respetuosos hay por cada infractor?
-El noventa y mucho por ciento de los regantes murcianos son respetuosos. Si sacáramos el agua del debate político contribuiríamos a sosegar la situación. Tampoco creo que el déficit sea tan grande . Me parece mucho más preocupante la situación de todos los acuíferos. Nos estamos toda el agua de nuestras reservas mientras discutimos temas que son puntuales, aunque también sean importantes.