El Ártico hace aguas

Lun, 15/11/2004

ABC

No hay casi margen para el error. El último estudio sobre los efectos del cambio climático en el Ártico se basa en la media de cinco modelos diferentes. Las palabras posible, seguramente y con toda seguridad aparecen por doquier en el informe, lo que significa entre un 50 y un 100 por 100 de probabilidad. Pero lo más importante es que el cambio ya ha comenzado y a velocidad de vértigo

MADRID. Son 30 millones de kilómetros cuadrados repartidos por Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos, y ya han encendido su farolillo rojo. Los resultados del estudio más completo realizado hasta el momento sobre esta parte del globo han disparado la alerta sobre los efectos tan inmediatos y tangibles del calentamiento del planeta. Lo que ocurra en estas zonas dará la pista de lo que sucederá en el resto del mundo, pues ya advertían los científicos que los polos serían los sensores naturales del cambio climático. Algunos también apostaron por que este cambio se produciría a mayor velocidad en el Ártico que en la Antártida -la explicación está en que, aunque el dióxido de carbono en la atmósfera está promediado, la producción inmediata es mayor en el hemisferio norte porque hay más población y mayor consumo de combustibles fósiles- y a tenor de los datos del estudio «Valoración del impacto del clima ártico» sus predicciones no fallaron.

Como ingredientes adicionales a los impactos del cambio climático, otras muchas presiones derivadas de la actividad humana están afectando simultáneamente la vida en el Ártico, incluyendo la contaminación del aire y del agua, la sobrepesca, el incremento en los niveles de radiación ultravioleta debido al agujero de ozono, la alteración del hábitat y la contaminación por culpa de la extracción de recursos, y un incremento en la presión sobre la tierra y los recursos por la creciente población en la región. La suma de estos factores amenaza la capacidad de adaptación de las poblaciones -en la actualidad viven en la región cuatro millones de personas- y los ecosistemas del Ártico. Veámos cómo.

Cambios en la humedad del suelo. El deshielo del permafrost provocará la formación de lagos y que las tierras húmedas drenen en algunas áreas, mientras se crean más zonas húmedas en otras partes. El balance de estos cambios no es del todo conocido, pero si los hábitats de agua dulce se modifican de esta manera, es probable que se produzcan grandes movimientos de especies.

Una carrera hacia el Norte. Se prevé que las áreas donde viven muchas especies de animales y plantas extiendan sus límites hacia el Norte, resultando un incremento del número de especies en el Ártico. Esto afectará a las especies que actualmente tienen a esta región como su campamento base. Lo mismo ocurrirá con la vegetación, con bosques que invadirán la tundra, y lo mismo hará ésta en los desiertos polares. Si bien se espera que las limitaciones en la cantidad y calidad del suelo ralenticen esta transición en algunas áreas.

Especies marinas en riesgo. Las especies que dependen del hielo marino, como osos polares, focas, morsas y algunas aves marinas, es más que probable que sufran drásticos declives en su población, y muchas de ellas se enfrentarán cara a cara con la extinción.

Especies de tierra en peligro. Las especies específicamente adaptadas al clima ártico están especialmente en riesgo, como los musgos y líquenes, el lemming (un pequeño roedor), el zorro, el ratón de campo y la lechuza blanca.

Aumentan los incendios y los insectos. Los incendios forestales, la plagas de insectos y otros disturbios se incrementarán en frecuencia e intensidad. Estos episodios harán a estos ecosistemas susceptibles de ser invadidos por especies foráneas.

Radiación ultravioleta. El incremento en la radiación ultravioleta que alcanza la superficie terrestre como consecuencia del agujero de la capa de ozono, la reducción de la nieve en primavera y la fusión de la capa de hielo impactarán tanto en los ecosistemas terrestres como en los acuáticos.

Pérdida de bosques antiguos. Los bosques de crecimiento lento son ricos en especies de líquenes, musgos, hongos, insectos, pájaros carpinteros y otras aves que anidan en las cavidades de los árboles. El calentamiento del clima incrementará los incendios forestales y las plagas de insectos que provocan la muerte de los árboles, reduciendo este valioso hábitat, que ya está en declive por la actividad humana.

Cambios en el ciclo del carbono. La sustitución de la vegetación ártica por otra más productiva procedente del sur es muy probable que incremente la absorción de dióxido de carbono. Frente a esto, las emisiones de metano, sobre todo del calentamiento de humedales, y el derretimiento del permafrost se incrementarán.

Pérdida de la cultura de la caza. Para los Inuit el calentamiento desbaratará o incluso destruirá su cultura de la caza y de compartir el alimento, pues la reducción del hielo marino provocará un declive de sus presas, haciéndose menos accesibles. Esto conlleva una disminución de la seguridad alimentaria, pues el acceso a su alimento tradicional -focas, osos, caribús y algunas especies de aves y peces- se verá seriamente afectado.

Impactos en la salud humana. Esa reducción en la calidad de las fuentes alimentarias, como enfermedades en peces y bayas secas, ya se están viendo en algunos lugares. El cambio hacia una dieta más occidental traerá consigo riesgos como el incremento de diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares. Los impactos sobre la salud también incluyen el aumento de los accidentes y desastres debido al derretimiento del hielo marino.

Expansión de la navegación. El tráfico marítimo por rutas clave, como la del mar del Norte y el pasaje del Noroeste, es muy probable que se incremente. La navegación en los meses de verano se irá alargando a otras estaciones a medida que vaya avanzando el siglo debido al declive del hielo marino y, sin duda, aumentará el turismo en estas regiones.

Mayor acceso a los recursos. La único beneficiada de esta situación sería la industria del petróleo. No en vano, el 25 por ciento de las reservas de gas y petróleo se encuentran en el Ártico y, por tanto, la desaparición del hielo favorecería el acceso a ellas. Aunque tampoco será una tarea exenta de problemas, ya que el movimiento del hielo hará más difíciles algunas operaciones. Por otra parte, algunas de las principales pesquerías del Ártico, como la del arenque y el bacalao, serán más productivas a medida que el clima se vaya calentando. Los patrones de distribución y migración de muchas especies de peces es muy probable que se vean modificados.