La cabecera del Tajo exige su «deuda histórica» tras 25 años regando Murcia
Dom, 07/11/2004
La derogación del trasvase del Ebro y la campaña emprendida por el presidente de Castilla-La Mancha para acabar con el Acueducto Tajo-Segura han provocado que alcaldes, agricultores, empresarios y ecologistas de la zona se hayan unido para reclamar que el agua se quede en La Alcarria, pero también que se invierta allí el dinero que Murcia ha pagado a la región en compensación
Se cumplen este mes 25 años desde que las aguas del Tajo regaron por primera vez las tierras murcianas, pero la guerra por el líquido elemento, lejos de pacificarse, sigue hoy más viva que nunca. En Guadalajara -la provincia española que más agua embalsa- esperaban hasta hace unos meses que el trasvase del Ebro rebajara a la mitad la contribución de 600 hectómetros cúbicos que cada año La Alcarria cede a Levante. Alcaldes, agricultores, empresarios y ecologistas de la zona pretendían aprovechar esos 300 hectómetros cúbicos sobrantes para estabilizar el nivel de los maltrechos embalses alcarreños, así como para garantizar el suministro en la zona, donde aún quedan pueblos que tienen que ser abastecidos cada verano por camiones-cisterna.
«El 18 de junio (día en que el Gobierno derogó a través de un Real Decreto el trasvase del Ebro) quedará como una fecha funesta que jamás olvidaremos», afirma Juan José Alcalá, alcalde de Sacedón, la capital de los municipios ribereños y ubicada en mitad del triángulo que forman las presas de Entrepeñas, Buendía y Bolarque. «Llevamos cuarto de siglo siendo solidarios, cediendo el agua a cambio de absolutamente nada, y parece que vamos a seguir siendo los únicos tontos de esta película. Ya hemos visto cómo se las apañan los aragoneses y los catalanes para no ceder su agua. Ellos son ciudadanos de primera y nosotros continuamos siendo de tercera. Si aquí tuviéramos una ERC, otro gallo nos cantaría», afirma Alcalá resumiendo el descontento de muchos alcaldes ribereños.
El «Mar de Castilla» se seca
La situación en esta comarca de apenas 12.000 habitantes, en la cual se remansa el agua del Tajo antes de ser trasvasada, dista mucho de la bucólica imagen del «Mar de Castilla» que promocionaron las autoridades franquistas cuando se construyeron los embalses. Los alcaldes culpan a los continuos trasvases de la regresión demográfica y de la crisis turística que sufre la zona, ya que el decrecimiento de las aguas resta atractivo para los turistas al quedar sus urbanizaciones y puertos lejos de las orillas. «Cualquier decisión que se tome debe pasar por mantener unos niveles adecuados que permitan devolver a la comarca la vida que tuvo, pues ahora la situación es mala e incluso se da la paradoja de que en una zona con tanta agua existen problemas de abastecimiento humano», afirma Antonio Zahonero, presidente de la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos.
Zahonero es una de las principales cabezas visibles del «frente alcarreño» que se está fraguando en la provincia para reivindicar la derogación del trasvase Tajo-Segura. «Guadalajara defiende el agua, no por capricho, sino porque la necesita», asegura. «No se la pueden llevar de un sitio a otro en su totalidad y no dejar nada a la cuenca cedente. Primero hay que satisfacer las necesidades de aquí, y después, que se lleven la que sobre a donde más la necesiten», propone el líder de los agricultores guadalajareños, consciente de que «el agua no es propiedad nuestra ni de nadie, pero algún derecho preferente tendremos nosotros por verla pasar».
A este movimiento antitrasvasista se han unido también los empresarios, cuyo presidente provincial de CEOE-Cepyme, Agustín de Grandes, ha declarado que «la caridad comienza por uno mismo. Es una incongruencia que los socialistas hayan sido insolidarios con el resto de España con la suspensión del trasvase del Ebro, que se había aprobado en Castilla-La Mancha y había unas obras para aminorar su impacto, y ahora quieran que seamos solidarios para regar más melones y más hectáreas de vino que luego habrá que subvencionar». Una opinión que también comparte Alberto Mayor, de Ecologistas en Acción, cuya organización no va a «aceptar que el uso del trasvase Tajo-Segura cambie a un trasvase Tajo-La Mancha. No vamos a apoyar que se desarrollen con agua de Guadalajara parques temáticos en Ciudad Real», afirma.
«Ni un euro» de compensaciones
Y es que en las últimas semanas, desde que el presidente de Castilla-La Mancha iniciara su cruzada para derogar el trasvase, se ha extendido en Guadalajara la especie de que el manchego Barreda quiere derivar los recursos hídricos hacia su tierra natal. «A mí, con todo el respeto, me va a dar igual que se lleven el agua a Ciudad Real que a Murcia, porque el efecto es el mismo: la riqueza se va hacia otro lado y nosotros seguimos inmersos en la miseria», afirma el alcalde de Sacedón.
La campaña de Barreda para que los recursos del Tajo-Segura se queden en la región pierde credibilidad en Guadalajara, cuyos representantes dicen no haber visto «ni un euro» de los 81 millones que los regantes murcianos han abonado desde el año 1986 a la Comunidad castellano-manchega en concepto de compensaciones por los trasvases. «¿Dónde se ha quedado todo ese dinero?», pregunta Juan José Alcalá, quien confirma que en ninguno de los municipios ribereños se han acometido las obras que tanto el Gobierno regional como el nacional vienen prometiendo desde hace dos décadas.
El azud prometido
«Nosotros no pedimos en su día que nos pusieran un pantano», aclara Alcalá, «pero no pudimos oponernos a que anegaran nuestras mejores tierras porque entonces había una dictadura. Y ahora nos niegan las compensaciones que nos pertenecen», se lamenta el alcalde sacedonense, para quien «igual que hay una deuda histórica con Andalucía, existe una deuda histórica con nosotros. Sólo pedimos justicia».
Efectivamente, las inversiones en materia hidráulica brillan por su ausencia en la zona: «No disponemos de una depuradora de agua en condiciones, ni tampoco es buena la distribución de agua potable. También carecemos de un sistema de regadíos y de recursos para desarrollar un polígono industrial», enumera con amargura Alcalá, que lleva muchos años clamando por el proyecto estrella que beneficiaría turísticamente a Sacedón y a toda la comarca. Se trata de la construcción de un azud que mantenga el mismo nivel de agua durante todo el año, independientemente de las derivaciones que se realicen con destino a la cuenca del Segura.
Esta presa permitiría realizar una playa artificial y zonas recreativas para actividades náuticas y deportivas. Otro año más, la obra se ha quedado fuera de los Presupuestos Generales del Estado y Juan José Alcalá teme que también se olviden de él los Presupuestos regionales. Las diferentes Administraciones se escudan diciendo que se trata de un proyecto muy costoso y complicado desde un punto de vista técnico. «No me pueden decir que es imposible. Si en Bilbao han metido el Metro por debajo de la ría, es que lo nuestro se puede hacer. Lo que falta es voluntad».
Se cumplen este mes 25 años desde que las aguas del Tajo regaron por primera vez las tierras murcianas, pero la guerra por el líquido elemento, lejos de pacificarse, sigue hoy más viva que nunca. En Guadalajara -la provincia española que más agua embalsa- esperaban hasta hace unos meses que el trasvase del Ebro rebajara a la mitad la contribución de 600 hectómetros cúbicos que cada año La Alcarria cede a Levante. Alcaldes, agricultores, empresarios y ecologistas de la zona pretendían aprovechar esos 300 hectómetros cúbicos sobrantes para estabilizar el nivel de los maltrechos embalses alcarreños, así como para garantizar el suministro en la zona, donde aún quedan pueblos que tienen que ser abastecidos cada verano por camiones-cisterna.
«El 18 de junio (día en que el Gobierno derogó a través de un Real Decreto el trasvase del Ebro) quedará como una fecha funesta que jamás olvidaremos», afirma Juan José Alcalá, alcalde de Sacedón, la capital de los municipios ribereños y ubicada en mitad del triángulo que forman las presas de Entrepeñas, Buendía y Bolarque. «Llevamos cuarto de siglo siendo solidarios, cediendo el agua a cambio de absolutamente nada, y parece que vamos a seguir siendo los únicos tontos de esta película. Ya hemos visto cómo se las apañan los aragoneses y los catalanes para no ceder su agua. Ellos son ciudadanos de primera y nosotros continuamos siendo de tercera. Si aquí tuviéramos una ERC, otro gallo nos cantaría», afirma Alcalá resumiendo el descontento de muchos alcaldes ribereños.
El «Mar de Castilla» se seca
La situación en esta comarca de apenas 12.000 habitantes, en la cual se remansa el agua del Tajo antes de ser trasvasada, dista mucho de la bucólica imagen del «Mar de Castilla» que promocionaron las autoridades franquistas cuando se construyeron los embalses. Los alcaldes culpan a los continuos trasvases de la regresión demográfica y de la crisis turística que sufre la zona, ya que el decrecimiento de las aguas resta atractivo para los turistas al quedar sus urbanizaciones y puertos lejos de las orillas. «Cualquier decisión que se tome debe pasar por mantener unos niveles adecuados que permitan devolver a la comarca la vida que tuvo, pues ahora la situación es mala e incluso se da la paradoja de que en una zona con tanta agua existen problemas de abastecimiento humano», afirma Antonio Zahonero, presidente de la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos.
Zahonero es una de las principales cabezas visibles del «frente alcarreño» que se está fraguando en la provincia para reivindicar la derogación del trasvase Tajo-Segura. «Guadalajara defiende el agua, no por capricho, sino porque la necesita», asegura. «No se la pueden llevar de un sitio a otro en su totalidad y no dejar nada a la cuenca cedente. Primero hay que satisfacer las necesidades de aquí, y después, que se lleven la que sobre a donde más la necesiten», propone el líder de los agricultores guadalajareños, consciente de que «el agua no es propiedad nuestra ni de nadie, pero algún derecho preferente tendremos nosotros por verla pasar».
A este movimiento antitrasvasista se han unido también los empresarios, cuyo presidente provincial de CEOE-Cepyme, Agustín de Grandes, ha declarado que «la caridad comienza por uno mismo. Es una incongruencia que los socialistas hayan sido insolidarios con el resto de España con la suspensión del trasvase del Ebro, que se había aprobado en Castilla-La Mancha y había unas obras para aminorar su impacto, y ahora quieran que seamos solidarios para regar más melones y más hectáreas de vino que luego habrá que subvencionar». Una opinión que también comparte Alberto Mayor, de Ecologistas en Acción, cuya organización no va a «aceptar que el uso del trasvase Tajo-Segura cambie a un trasvase Tajo-La Mancha. No vamos a apoyar que se desarrollen con agua de Guadalajara parques temáticos en Ciudad Real», afirma.
«Ni un euro» de compensaciones
Y es que en las últimas semanas, desde que el presidente de Castilla-La Mancha iniciara su cruzada para derogar el trasvase, se ha extendido en Guadalajara la especie de que el manchego Barreda quiere derivar los recursos hídricos hacia su tierra natal. «A mí, con todo el respeto, me va a dar igual que se lleven el agua a Ciudad Real que a Murcia, porque el efecto es el mismo: la riqueza se va hacia otro lado y nosotros seguimos inmersos en la miseria», afirma el alcalde de Sacedón.
La campaña de Barreda para que los recursos del Tajo-Segura se queden en la región pierde credibilidad en Guadalajara, cuyos representantes dicen no haber visto «ni un euro» de los 81 millones que los regantes murcianos han abonado desde el año 1986 a la Comunidad castellano-manchega en concepto de compensaciones por los trasvases. «¿Dónde se ha quedado todo ese dinero?», pregunta Juan José Alcalá, quien confirma que en ninguno de los municipios ribereños se han acometido las obras que tanto el Gobierno regional como el nacional vienen prometiendo desde hace dos décadas.
El azud prometido
«Nosotros no pedimos en su día que nos pusieran un pantano», aclara Alcalá, «pero no pudimos oponernos a que anegaran nuestras mejores tierras porque entonces había una dictadura. Y ahora nos niegan las compensaciones que nos pertenecen», se lamenta el alcalde sacedonense, para quien «igual que hay una deuda histórica con Andalucía, existe una deuda histórica con nosotros. Sólo pedimos justicia».
Efectivamente, las inversiones en materia hidráulica brillan por su ausencia en la zona: «No disponemos de una depuradora de agua en condiciones, ni tampoco es buena la distribución de agua potable. También carecemos de un sistema de regadíos y de recursos para desarrollar un polígono industrial», enumera con amargura Alcalá, que lleva muchos años clamando por el proyecto estrella que beneficiaría turísticamente a Sacedón y a toda la comarca. Se trata de la construcción de un azud que mantenga el mismo nivel de agua durante todo el año, independientemente de las derivaciones que se realicen con destino a la cuenca del Segura.
Esta presa permitiría realizar una playa artificial y zonas recreativas para actividades náuticas y deportivas. Otro año más, la obra se ha quedado fuera de los Presupuestos Generales del Estado y Juan José Alcalá teme que también se olviden de él los Presupuestos regionales. Las diferentes Administraciones se escudan diciendo que se trata de un proyecto muy costoso y complicado desde un punto de vista técnico. «No me pueden decir que es imposible. Si en Bilbao han metido el Metro por debajo de la ría, es que lo nuestro se puede hacer. Lo que falta es voluntad».