El nivel de los ríos afecta a las especies

Dom, 17/10/2004

El Adelanto de Salamanca

Es corriente que por estas fechas comience a haber en el río una mayor variabilidad del cauce, favorecida por la frecuente apertura o cierre de la presa de Santa Teresa, muchas veces por necesidades que vienen ligadas al regadío en toda la zona del Tormes. Concretamente ahora el cauce está bajo, y este hecho hace que las especies animales o vegetales del río se vean afectadas de manera evidente.
Aunque el río no disponga de un número de especies importantes, supongo que el cauce es fundamental incluso para la cría de especies piscícolas en cada piscifactoría de nuestra cuenca. Así se hace muy difícil controlar la calidad de las repoblaciones, o más bien la densidad de población piscícola que existe en cada coto. Antaño, cuando no existía presa en Salamanca, el río bajaba durante la temporada veraniega secando los fondos, y luego la subida los limpiaba para que se acolcharan de ovas, creando comida suficiente como para que las bogas, los barbos, y otros ciprínidos repoblaran de nuevo nuestras aguas. Estoy hablando de un tiempo en el que no existían truchas en esta parte media del Tormes, mucho menos salmones.
EMPEORAMIENTO La calidad de nuestras aguas cada día es peor, pero esto ya va siendo normal en todo el planeta, no sólo en nuestra provincia. El envenenamiento es progresivo y en algunos casos, irreversible. Las empresas locales, desagües, vertederos, y otro tipo de formas de polución están acabando progresivamente con el hábitat de muchas especies de río, y el hecho de que el caudal baje, tan sólo hasta estancar el cauce de la ribera, no mejora la situación en absoluto. Desde luego, para la práctica de la pesca, en algunas zonas del Tormes, véase el caso de la zona de Huerta: se llegan a perder literalmente brazos de ribera, de manera que un pescador que estuvo pescando en una zona, al día siguiente tarda en reconocer la geografía del río en la cual pescó el día anterior.
Toca sentarse a reflexionar de manera sincera, y comprobar que nuestro modo de vida no va a cambiar a medio plazo. En todo caso, los expertos en medio ambiente buscan fórmulas de cambio progresivo, lo menos agresivas para las economías locales, cosa que lleva tiempo, al menos el mismo tiempo que hemos tardado en degradar nuestro entorno natural. Nuestra ribera no tiene suficiente calidad como para que la mayor parte de las especies de trucha puedan reproducirse de manera natural, ni aún en el caso de que dispusiéramos de una proporción adecuada de depuradoras de agua, cosa que no sucede, pues el envenenamiento químico no puede ser evitado en un alto porcentaje. En medio de todo esto, al pescador no le queda otra opción que apoyar las políticas de pesca que apuesten por la repoblación artificial, pues siempre va a estar expuesto a sufrir una bajada de nivel de las aguas por razones, como ya digo, ligadas a la agricultura o a la obtención de energía, o a otro tipo de contratiempos como envenenamientos masivos, y todo ello contando además con la necesaria transformación de la ribera a cuenta de la geografía humana.
Supongo que la administración, en este contexto, tiene que priorizar, y generalmente es el pescador el que sale perdiendo, más aún la pesca social, actividad que aporta solución a muchos problemas, pero no desprende dividendos tangibles. Aun no se percibe madurez suficiente en el mundo de la pesca como para hacer frente a los cambios que sufren nuestras aguas, cada día más afectadas por la polución.