Aumenta la contaminación de origen agroganadero en la cuenca del Ebro
Jue, 14/10/2004
La contaminación en la cuenca del Ebro no concede tregua. A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos años por las distintas Administraciones con medidas como la puesta en marcha de numerosas depuradoras, los ríos siguen presentando problemas en muchos tramos, aunque parece que su gravedad va disminuyendo levemente.
El estudio de calidad del agua del año 2003 elaborado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) pone de manifiesto que la contaminación de origen agroganadero ya es el principal problema, así como que la mayor parte de los 15 puntos más afectados se encuentra en Aragón.
La calidad del agua de la cuenca del Ebro, medida en puntos cercanos a la toma de abastecimientos, es buena o aceptable en el 75 % de las estaciones controladas por la CHE, mientras que es mala en el 22 % y muy mala en el 2 %. La situación mejora respecto a los datos obtenidos por ejemplo en el año 1999, cuando los análisis realizados detectaron que en el 29 % de las estaciones la calidad era mala y en el 6 %, muy mala, según las mediciones de la Red Integrada de Calidad de las Aguas (Red ICA) de la que dispone el organismo de cuenca.
Si los datos se analizan sólo en en la Comunidad aragonesa, se obtiene que en el 31 % de los casos la calidad es mala, mientras que en el 68 % se considera buena o muy buena. También en estos análisis la situación mejora ligeramente respecto a la de los últimos años.
Oficialmente, sin embargo, no existen problemas de abastecimiento en ninguno de los puntos de muestreo, dado que las poblaciones disponen de plantas de potabilización.
Los datos de la Confederación indican que los parámetros que más problemas dan son los de tipo microbiológico y los indicadores de concentración de materia orgánica. Ambas cuestiones hacen que los técnicos llamen la atención sobre los problemas derivados de vertidos urbanos insuficientemente depurados y sobre las fuentes de contaminación agroganaderas.
El agua del Ebro, en estado natural, tiene un contenido de sales muy alto. De hecho, la salinidad es uno de los problemas más extendidos en los puntos donde se localizan las mayores concentraciones de contaminación. Esa salinidad natural se ve agravada por las prácticas agrícolas. Los expertos señalan que simplemente los caudales excedentarios de los regadíos aportan a los cauces naturales unas elevadas concentraciones de salinidad por los materiales que arrastran.
Los técnicos de la CHE llevan varios años advirtiendo de la excesiva presencia de nitrógeno y de sustancias microbiológicas en las aguas de la cuenca. Según han explicado, ambos contaminantes tienen que ver directamente con el exceso de abonado, ya sea con productos artificiales o con purines. Las sustancias no son absorbidas por las plantas, por lo que pasan al subsuelo o son arrastradas por las lluvias, provocando problemas en ambos casos.
El exceso de abonado o el uso de insecticidas también se encuentra en ocasiones en episodios de mortanda de peces.
Los vertidos industriales, sin embargo, han experimentado una considerable reducción en los últimos años y en este momento son considerados un problema de segundo rango. Fuentes del organismo explicaron que se trata de fuentes de contaminación muy concreta y cuyo control es relativamente más sencillo, dado que también se conocen los procesos productivos y se pueden identificar las sustancias vertidas. Sin embargo, en el caso de la contaminación de origen agrario, la vigilancia es prácticamente imposible y los técnicos consideran que la única solución factible es una actuación coordinada de todas las Administraciones que, además, cuente con la colaboración de los agricultores. En este sentido, el Gobierno de Aragón ha puesto en marcha algunas experiencias en zonas declaradas saturadas de nitrógeno.
En el caso de la contaminación de tipo urbano, las depuradoras que se han puesto en marcha en los últimos años han entrado en funcionamiento de forma paulatina y en algunos casos no recogen todavía todos los vertidos de las ciudades. Los efectos beneficiosos que tendrán se irán notando de forma lenta y progresiva, dado que ahora debe actuar la autodepuración de los cauces
El estudio de calidad del agua del año 2003 elaborado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) pone de manifiesto que la contaminación de origen agroganadero ya es el principal problema, así como que la mayor parte de los 15 puntos más afectados se encuentra en Aragón.
La calidad del agua de la cuenca del Ebro, medida en puntos cercanos a la toma de abastecimientos, es buena o aceptable en el 75 % de las estaciones controladas por la CHE, mientras que es mala en el 22 % y muy mala en el 2 %. La situación mejora respecto a los datos obtenidos por ejemplo en el año 1999, cuando los análisis realizados detectaron que en el 29 % de las estaciones la calidad era mala y en el 6 %, muy mala, según las mediciones de la Red Integrada de Calidad de las Aguas (Red ICA) de la que dispone el organismo de cuenca.
Si los datos se analizan sólo en en la Comunidad aragonesa, se obtiene que en el 31 % de los casos la calidad es mala, mientras que en el 68 % se considera buena o muy buena. También en estos análisis la situación mejora ligeramente respecto a la de los últimos años.
Oficialmente, sin embargo, no existen problemas de abastecimiento en ninguno de los puntos de muestreo, dado que las poblaciones disponen de plantas de potabilización.
Los datos de la Confederación indican que los parámetros que más problemas dan son los de tipo microbiológico y los indicadores de concentración de materia orgánica. Ambas cuestiones hacen que los técnicos llamen la atención sobre los problemas derivados de vertidos urbanos insuficientemente depurados y sobre las fuentes de contaminación agroganaderas.
El agua del Ebro, en estado natural, tiene un contenido de sales muy alto. De hecho, la salinidad es uno de los problemas más extendidos en los puntos donde se localizan las mayores concentraciones de contaminación. Esa salinidad natural se ve agravada por las prácticas agrícolas. Los expertos señalan que simplemente los caudales excedentarios de los regadíos aportan a los cauces naturales unas elevadas concentraciones de salinidad por los materiales que arrastran.
Los técnicos de la CHE llevan varios años advirtiendo de la excesiva presencia de nitrógeno y de sustancias microbiológicas en las aguas de la cuenca. Según han explicado, ambos contaminantes tienen que ver directamente con el exceso de abonado, ya sea con productos artificiales o con purines. Las sustancias no son absorbidas por las plantas, por lo que pasan al subsuelo o son arrastradas por las lluvias, provocando problemas en ambos casos.
El exceso de abonado o el uso de insecticidas también se encuentra en ocasiones en episodios de mortanda de peces.
Los vertidos industriales, sin embargo, han experimentado una considerable reducción en los últimos años y en este momento son considerados un problema de segundo rango. Fuentes del organismo explicaron que se trata de fuentes de contaminación muy concreta y cuyo control es relativamente más sencillo, dado que también se conocen los procesos productivos y se pueden identificar las sustancias vertidas. Sin embargo, en el caso de la contaminación de origen agrario, la vigilancia es prácticamente imposible y los técnicos consideran que la única solución factible es una actuación coordinada de todas las Administraciones que, además, cuente con la colaboración de los agricultores. En este sentido, el Gobierno de Aragón ha puesto en marcha algunas experiencias en zonas declaradas saturadas de nitrógeno.
En el caso de la contaminación de tipo urbano, las depuradoras que se han puesto en marcha en los últimos años han entrado en funcionamiento de forma paulatina y en algunos casos no recogen todavía todos los vertidos de las ciudades. Los efectos beneficiosos que tendrán se irán notando de forma lenta y progresiva, dado que ahora debe actuar la autodepuración de los cauces