MEDIO AMBIENTE / Los investigadores comprueban que desde hace dos años la potencia de los ciclones está por encima de lo normal / La subida de la temperatura del mar puede aumentar la fuerza de estos fenómenos La ONU vincula los huracanes al cambio climát

Mié, 22/09/2004

El Mundo

NUEVA YORK / MADRID.- Hollywood lo exageró a su manera en la película "El día de mañana", pero los efectos visibles del cambio climático en forma de catástrofes naturales pueden traspasar ya la ficción.
Huracanes, incendios, terremotos o lluvias torrenciales: más de 254 millones de personas sufrieron sus efectos en 2003, tres veces más que en 1990. La causa inmediata del aumento de víctimas es, según un informe sobre desastres naturales de la ONU, la falta de preparación de las zonas urbanas.
Pero lo más preocupante es el incremento de huracanes u otras catástrofes, ligados al calentamiento de la Tierra, según un informe de su agencia para una Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres.
«La concentración urbana, los efectos del cambio climático y la degradación ambiental aumentan las fuerzas de las catástrofes y la falta de defensa de las víctimas.
Alarmantemente, esto está empeorando», dice esta división de la ONU en Ginebra, que espera debatir los efectos del cambio climático en su cumbre de enero en Japón.
Estados Unidos, que emite más de un cuarto de los gases que provocan el efecto invernadero, sigue desdeñando el cambio climático.En agosto, sin embargo, el país batió un nuevo récord con ocho ciclones tropicales (huracanes o tormentas tropicales), y este mes sigue el mismo camino.
La Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) estadounidense ha registrado aumentos constantes de la temperatura en el Atlántico entre 2000 y 2004 y asegura que desde hace dos años el nivel de huracanes está «por encima de lo normal». Dos grupos de investigadores de este organismo científico han coincidido en señalar que aunque el número de huracanes no ha aumentado, son más violentos y sus precipitaciones son más intensas.

Mayores precipitaciones .
Los investigadores del NOAA han llegado a esa conclusión después de desmenuzar la documentación de cientos de huracanes. «Que la temperatura del mar suba tan sólo medio grado puede tener efectos de mayor intensidad y precipitación al evaporarse más cantidad de agua», declaró a EL MUNDO Fernando Valladares, del Centro de Ciencias Medioambientales del CSIC.
Para formarse, cada huracán necesita de un cúmulo de fenómenos meteorológicos acumulativos que se producen en una secuencia determinada, pero que hace que cada uno tenga personalidad y hasta nombre.
La sucesión de huracanes en el Caribe había sido prevista por la NOAA. «Se habían observado elevadas temperaturas en el agua del mar y ello ha coincidido, además, con una etapa neutra del fenómeno del Niño», afirma José Antonio Fernández Monistrol, jefe del Centro Nacional de Predicción del Instituto Nacional de Meteorología. El inicio de los huracanes está situado a unos 500 kilómetros al norte del Ecuador en medio del Atlántico Norte.Ahí, donde las aguas del mar están por encima de los 27 grados centígrados hasta los 50 metros de profundidad, se desencadena el proceso al coincidir con una borrasca.
A esta carambola meteorológica ya sólo le falta encontrar aire frío en la troposfera (entre cinco y seis kilómetros de altura) para que lo que hasta ese momento era una tormenta tropical empiece a tomar aires de huracán, con vientos superiores a los 130 kilómetros por hora.
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Aire frío en la troposfera .
En los huracanes de fuerza V, en la escala Saffir-Simpson, los vientos superan los 250 kilómetros por hora. Además, hay otro efecto devastador. Junto al huracán llega una marea por el empuje de viento, de hasta seis metros de altura. A ella se le suma el oleaje de un fuerte temporal. Y añadido a lo anterior se producen intensas precipitaciones que llegan a ser de hasta 400 litros de agua por metro cuadrado. «Huracán en América», «tifón en el Pacífico» o «ciclón en el Indico» son tres variantes de este fenómeno devastador.
Sin embargo, muchos expertos estadounidenses en huracanes siguen sosteniendo que se trata más de ciclos que de los efectos del cambio climático. El meteorólogo del Centro de Investigación de Huracanes de la Universidad de Florida Hugh Willoughby asegura que el incremento de los efectos de los huracanes se debe «exclusivamente a factores económicos», con el aumento de la población y la expansión de las construcciones. Los huracanes, en definitiva, pueden destruir más.
Un grupo de científicos y profesores estadounidenses incluso ha escrito una carta al senador John McCain, presidente del Comité de Comercio que estudia los últimos huracanes, para desmentir la posición de Naciones Unidas. «En primer lugar, es erróneo decir que la intensidad de los huracanes o su frecuencia ha aumentado significativamente en las últimas décadas. La segunda afirmación es que el calentamiento traerá tormentas más frecuentes e intensas.Creemos que las dos son demostrablemente falsas».
Mientras tanto, según Fernández Monistrol, dos nuevos huracanes están empezando a formarse. Uno de ellos, Karl, es posible que no llegue a profundizar, y se encuentra a 1.600 kilómetros al Noroeste de las Antillas menores. El otro, Lisa, está mucho más lejos, a unos 1.500 kilómetros al Oeste de las islas de Cabo Verde, pero tiene visos de profundizarse conforme siga su camino hacia América.
Que este nuevo huracán haya recibido el nombre de Lisa significa que es el duodécimo del año 2004. Cada uno recibe un nombre empezando por la A del alfabeto, y desde hace unos años se alterna el nombre de un varón con el de una mujer.
Así es más difícil equivocarse cuando confluyen varios en una región.
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APOYO Poblaciones cada vez más vulnerables NUEVA YORK.- La degeneración de las condiciones de vida de nuevos inmigrantes en zonas urbanas es otro de los factores clave, en este caso menos controvertido, en los desastres naturales. A la comunidad científica estadounidense le gusta más esa parte del análisis de la ONU, que liga el incremento de los daños de huracanes y otras catástrofes al desplazamiento de poblaciones a barriadas.
«La gente está volviéndose más vulnerable porque un número más grande tiende a vivir en áreas urbanas de alto riesgo cuando buscan oportunidades económicas», explica Sálvano Briceño, el director del secretariado de Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres. «La falta de facilidades, colegios y centros de salud en zonas rurales lleva a muchos individuos a trasladarse a barrios pobres en las ciudades a alto riesgo. Los inmigrantes urbanos suelen instalarse en tierras con fallas sísmicas, propensas a inundaciones o al corrimiento de tierras».
Para 2020, la ONU estima que más de 2.000 millones de personas vivirán en zonas degradadas de las ciudades.
Setenta ciudades entre las 100 más pobladas del planeta se encuentran en zonas de riesgo. Naciones Unidas señala, además, que no se trata sólo de países en vías de desarrollo, menos preparados para los desastres, sino también del Occidente más moderno y teóricamente más previsor