Huracán: un desafío para el sistema sanitario

Lun, 20/09/2004

Diario Médico

Huracanes, terremotos o inundaciones. Las catástrofes naturales dejan tras su paso zonas devastadas y miles de personas perjudicadas. La inmediata y bien coordinada intervención de gobiernos, organismos internacionales y ONG es un reto al que también tiene que responder el sistema sanitario del país afectado, ya que las primeras horas son vitales para evitar contagios y prevenir patologías.
El huracán Iván, uno de los más potentes que han afectado la zona del océano Atlántico, ha dejado tras su paso por toda la costa del Caribe más de 70 muertos, miles de damnificados y cuantiosos daños materiales. Las consecuencias de su llegada a Estados Unidos todavía están por valorar.
Mientras tanto, gobiernos, asociaciones internacionales y ONG trabajan sin descanso para hacer llegar a los afectados ayuda de primera necesidad. Y es que la labor realizada en las primeras horas es fundamental para evitar problemas de salud pública.
'Tras un fenómeno de estas características, hay que distribuir agua potable lo más rápidamente posible entre la población. Además, es necesario instalar plantas potabilizadoras portátiles e ir reparando los sistema de cada población', dice César Antón, vocal de proyectos del Tercer Mundo de Médicos del Mundo.
Lo más perjudicado a priori en las catástrofes naturales son las infraestructuras básicas: vías de canalización de aguas, los caminos y los sistemas eléctricos. Antón ha explicado que las estructuras y los materiales de los edificios varían mucho de unos países a otros: 'En el Tercer Mundo y las naciones en vías de desarrollo son muy precarias, aunque la parte positiva es que son fácilmente rehabilitables'.
Desde Médicos Sin Fronteras (MSF) señalan que 'este desplazamiento de población y su posible hacinamiento en albergues temporales, que a menudo no están preparados para acoger a un gran número de personas, como pueden ser colegios o centros comunitarios, es un peligro más que junto con la escasez de agua potable y un pobre sistema de saneamiento puede provocar la aparición de diarreas y enfermedades de la piel. Proporcionar un buen refugio (en albergues temporales o simples tiendas de lona) y el suministro de agua potable, son las prioridades entre las 24 y las 48 primeras horas'.
El tercer paso requiere la intervención de personal especializado para reforzar las estructuras sanitarias, destruidas, con instrumental estropeado o fármacos inutilizados. La rapidez con la que se mueven las ONG en las zonas afectadas les permite la colocación de improvisados puestos de salud, a menudo con tiendas de campaña, y brigadas móviles de salud. 'Además, se implementa un sistema de transferencia de heridos y enfermos a los hospitales funcionales más cercanos', indican en MSF.
Salud mental
Con el paso del tiempo, y encauzadas las tareas de reconstrucción de las zonas afectadas, las autoridades sanitarias no pueden dejar de lado el impacto que una catástrofe natural de estas características puede tener sobre la salud mental de la población. MSF ha explicado que 'con frecuencia se dan situaciones de estrés post-traumático que se manifiesta con pesadillas, alteraciones del sueño, miedo, ansiedad, dolores de cabeza y pérdida de la orientación. Además de la atención médica, es habitual la implantación de programas de salud mental para ofrecer apoyo psicológico'. También, y según la gravedad de los daños, a medio y largo plazo la pérdida de cosechas y/o del ganado pueden ser la causa de una situación de inseguridad alimentaria.