Los gestores del trasvase Tajo-Segura admiten pérdidas del 15% por las fugas
Mar, 10/08/2004
Los setenta mil regantes de Alicante, Murcia y Almería invertirán 42 millones para modernizar el acueducto si el Ministerio de Medio Ambiente tutela su proyecto Veintidós operarios se encargan del mantenimiento de los trescientos kilómetros de la red de canales y tuberías
CARMELO SIMÓN/ORIHUELA
REVOLUCIÓN HIDRÁULICA
El acueducto: trescientos kilómetros de redes de canales y tuberías que desde 1978 conducen agua desde el pantano de Entrepeñas-Buendía hasta las sedientas tierras de Alicante, Murcia y Almería.
Usuarios: setenta mil regantes censados. Están agrupados en el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura.
El problema: las vetustas instalaciones y el escaso mantenimiento permiten la fuga de veinte de cada cien hectómetros desembalsados.
Nadie oculta la gravedad de las fugas de caudal en el trasvase Tajo-Segura. El desgaste natural de las infraestructuras creadas en las décadas de los años sesenta y setenta provoca filtraciones que originan la pérdida de hasta el 20% del volumen desembalsado. La cantidad reconocida por la Confederación Hidrográfica del Segura es rebajada por el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura a una variable que oscila según la época entre el 9% y el 15%.
Por citar un ejemplo práctico, por las conducciones del acueducto se van a perder entre 20 y 30 de los 150 hectómetros cúbicos desembalsados del 1 de julio al 30 de septiembre con destino al sureste peninsular. Otro símil más ilustrativo si cabe: la cantidad de agua que acaba malgastada en el subsuelo serviría para abastecer las necesidades del regadío tradicional de la comarca de la Vega Baja en el trimestre estival, cuando la sequía es más extrema y los hortelanos claudican ante el barbecho.
Las vetustas infraestructuras que nutren de agua a setenta mil agricultores de las provincias de Alicante, Murcia y Almería, agrupados en el sindicato central del trasvase Tajo-Segura, apenas han sufrido variaciones desde su puesta en funcionamiento allá por el año 1978.
La necesidad de acometer un plan integral de modernización que garantice un mejor aprovechamiento en una zona asolada por el déficit hídrico se plantea desde todos los frentes. La Administración reconoce que hay que actuar con urgencia y desde el mundo académico y los sectores ecologistas se hacen votos por corregir una situación que todo el mundo conoce pero nadie afronta con decisión.
Los usuarios del trasvase han dado un paso adelante y han puesto encima de la mesa del Ministerio de Medio Ambiente un proyecto para modernizar una compleja red de canales que abarca una longitud de trescientos kilómetros desde el embalse del Talave hasta las colas en Alicante, Murcia y Almería.
El presidente del sindicato de regantes del acueducto Tajo-Segura, Francisco del Amor, asegura que los usuarios «estamos dispuestos a invertir más de once millones y medio de euros (siete mil millones de las antiguas pesetas) en renovar las infraestructuras». La ejecución del plan significaría la «modernización más ambiciosa realizada en el trasvase» desde que llegó la primera gota de agua de Castilla-La Mancha hace 25 años.
El mantenimiento de los canales y tuberías que conducen el agua es responsabilidad del sindicato de regantes. En las tarifas que aportan los usuarios aparece un suplemento destinado a la conservación del acueducto. Francisco del Amor explica que el sindicato tiene contratados a veintidós operarios «puestos a disposición de la Confederación Hidrográfica del Segura para actuar allá donde se considere». La existencia de dos decenas de hombres para atajar las fugas y filtraciones en una red de trescientos kilómetros y casi treinta años de antigüedad se antoja como una estructura a todas luces insuficientes para corregir las pérdidas de caudal.
Como este diario reveló el domingo y ayer pudo volver a comprobar, sólo en un tramo de trescientos metros de tuberías del trasvase del Tajo comprendido entre las pedanías oriolanas de Desamparados y Hurchillo existen al menos seis puntos de filtración. Uno de ellos, especialmente intenso, se presenta en forma de cascada y ha acabado por formar un arroyo permanente.
Con todo, el ramal del acueducto que atraviesa la huerta de Orihuela en busca del pantano de La Pedrera a través del Cabezo de Hurchillo no es el punto más caliente de la compleja infraestructura hidráulica. Francisco del Amor señala dos zonas especialmente conflictivas por la gravedad de las filtraciones. Una afecta al canal que riega los campos de la vega del Guadalentín entre Alhama de Murcia, Totana y Lorca. La otra área se localiza en el canal de Crevillent. La geología de las estribaciones de la sierra de Albatera y Crevillent obliga a la red a atravesar amplias zonas con terrenos compuestos por «yesos que se rompen a menudo y generan muchos problemas».
Los usuarios son sensibles a la escasez de recursos hídricos en las tierras levantinas y quieren optimizar «lo máximo posible» cada metro cúbico de agua desembalsada desde el pantano Entrepeñas-Buendía, en el límite de las provincias manchegas de Cuenca y Guadalajara. Del Amor explica que los regantes están dispuestos a colaborar al máximo de sus posibilidades. De salir adelante la propuesta elevada al Ministerio de Medio Ambiente, cada uno de los setenta mil asociados censados abonaría una media de seiscientos euros para financiar el proyecto, un total de 42 millones de euros.
Con el fin de evitar las fugas y filtraciones existentes en el trasvase Tajo-Segura y aprovechar al máximo los recursos con el mínimo esfuerzo, el sindicato aboga por «automatizar la apertura de puertas con un sistema de elevación que se pueda activar a distancia». Otra medida importante pasa por «instalar contadores eléctricos» que ayuden a controlar el buen uso del caudal concedido a cada usuario y dificultar la picaresca que lleva implícita cualquier manifestación de reparto de agua entre regantes.
En definitiva, la intención del sindicato pasa por aplicar los adelantos tecnológicos a la gestión del trasvase para optimizar los recursos y evitar al máximo la fuga de caudales que, según la CHS, acaba repercutiendo en el río Segura, obligado a devolver al trasvase la cantidad que se pierde entre el pantano del Talave y el azud de Ojós, cuando el postrasvase utiliza el cauce natural del Segura en su largo camino hacia el sureste peninsular
CARMELO SIMÓN/ORIHUELA
REVOLUCIÓN HIDRÁULICA
El acueducto: trescientos kilómetros de redes de canales y tuberías que desde 1978 conducen agua desde el pantano de Entrepeñas-Buendía hasta las sedientas tierras de Alicante, Murcia y Almería.
Usuarios: setenta mil regantes censados. Están agrupados en el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura.
El problema: las vetustas instalaciones y el escaso mantenimiento permiten la fuga de veinte de cada cien hectómetros desembalsados.
Nadie oculta la gravedad de las fugas de caudal en el trasvase Tajo-Segura. El desgaste natural de las infraestructuras creadas en las décadas de los años sesenta y setenta provoca filtraciones que originan la pérdida de hasta el 20% del volumen desembalsado. La cantidad reconocida por la Confederación Hidrográfica del Segura es rebajada por el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura a una variable que oscila según la época entre el 9% y el 15%.
Por citar un ejemplo práctico, por las conducciones del acueducto se van a perder entre 20 y 30 de los 150 hectómetros cúbicos desembalsados del 1 de julio al 30 de septiembre con destino al sureste peninsular. Otro símil más ilustrativo si cabe: la cantidad de agua que acaba malgastada en el subsuelo serviría para abastecer las necesidades del regadío tradicional de la comarca de la Vega Baja en el trimestre estival, cuando la sequía es más extrema y los hortelanos claudican ante el barbecho.
Las vetustas infraestructuras que nutren de agua a setenta mil agricultores de las provincias de Alicante, Murcia y Almería, agrupados en el sindicato central del trasvase Tajo-Segura, apenas han sufrido variaciones desde su puesta en funcionamiento allá por el año 1978.
La necesidad de acometer un plan integral de modernización que garantice un mejor aprovechamiento en una zona asolada por el déficit hídrico se plantea desde todos los frentes. La Administración reconoce que hay que actuar con urgencia y desde el mundo académico y los sectores ecologistas se hacen votos por corregir una situación que todo el mundo conoce pero nadie afronta con decisión.
Los usuarios del trasvase han dado un paso adelante y han puesto encima de la mesa del Ministerio de Medio Ambiente un proyecto para modernizar una compleja red de canales que abarca una longitud de trescientos kilómetros desde el embalse del Talave hasta las colas en Alicante, Murcia y Almería.
El presidente del sindicato de regantes del acueducto Tajo-Segura, Francisco del Amor, asegura que los usuarios «estamos dispuestos a invertir más de once millones y medio de euros (siete mil millones de las antiguas pesetas) en renovar las infraestructuras». La ejecución del plan significaría la «modernización más ambiciosa realizada en el trasvase» desde que llegó la primera gota de agua de Castilla-La Mancha hace 25 años.
El mantenimiento de los canales y tuberías que conducen el agua es responsabilidad del sindicato de regantes. En las tarifas que aportan los usuarios aparece un suplemento destinado a la conservación del acueducto. Francisco del Amor explica que el sindicato tiene contratados a veintidós operarios «puestos a disposición de la Confederación Hidrográfica del Segura para actuar allá donde se considere». La existencia de dos decenas de hombres para atajar las fugas y filtraciones en una red de trescientos kilómetros y casi treinta años de antigüedad se antoja como una estructura a todas luces insuficientes para corregir las pérdidas de caudal.
Como este diario reveló el domingo y ayer pudo volver a comprobar, sólo en un tramo de trescientos metros de tuberías del trasvase del Tajo comprendido entre las pedanías oriolanas de Desamparados y Hurchillo existen al menos seis puntos de filtración. Uno de ellos, especialmente intenso, se presenta en forma de cascada y ha acabado por formar un arroyo permanente.
Con todo, el ramal del acueducto que atraviesa la huerta de Orihuela en busca del pantano de La Pedrera a través del Cabezo de Hurchillo no es el punto más caliente de la compleja infraestructura hidráulica. Francisco del Amor señala dos zonas especialmente conflictivas por la gravedad de las filtraciones. Una afecta al canal que riega los campos de la vega del Guadalentín entre Alhama de Murcia, Totana y Lorca. La otra área se localiza en el canal de Crevillent. La geología de las estribaciones de la sierra de Albatera y Crevillent obliga a la red a atravesar amplias zonas con terrenos compuestos por «yesos que se rompen a menudo y generan muchos problemas».
Los usuarios son sensibles a la escasez de recursos hídricos en las tierras levantinas y quieren optimizar «lo máximo posible» cada metro cúbico de agua desembalsada desde el pantano Entrepeñas-Buendía, en el límite de las provincias manchegas de Cuenca y Guadalajara. Del Amor explica que los regantes están dispuestos a colaborar al máximo de sus posibilidades. De salir adelante la propuesta elevada al Ministerio de Medio Ambiente, cada uno de los setenta mil asociados censados abonaría una media de seiscientos euros para financiar el proyecto, un total de 42 millones de euros.
Con el fin de evitar las fugas y filtraciones existentes en el trasvase Tajo-Segura y aprovechar al máximo los recursos con el mínimo esfuerzo, el sindicato aboga por «automatizar la apertura de puertas con un sistema de elevación que se pueda activar a distancia». Otra medida importante pasa por «instalar contadores eléctricos» que ayuden a controlar el buen uso del caudal concedido a cada usuario y dificultar la picaresca que lleva implícita cualquier manifestación de reparto de agua entre regantes.
En definitiva, la intención del sindicato pasa por aplicar los adelantos tecnológicos a la gestión del trasvase para optimizar los recursos y evitar al máximo la fuga de caudales que, según la CHS, acaba repercutiendo en el río Segura, obligado a devolver al trasvase la cantidad que se pierde entre el pantano del Talave y el azud de Ojós, cuando el postrasvase utiliza el cauce natural del Segura en su largo camino hacia el sureste peninsular