Cianuro sin compasión
Mié, 04/08/2004
MADRID.- El cianuro es una sustancia química de alta letalidad y gran capacidad de contaminación. Ésto se produce a causa de su rapidez de reacción para crear una nutrida variedad de compuestos tóxicos y su prolongada persistencia.
Tal variedad se manifiesta en gases incoloros, como el cianuro de hidrógeno o el cloruro de cianógeno, o en forma de cristales como el cianuro de sodio o el de potasio, capaces de contaminar enormes masas de agua.
La letalidad del cianuro es conocida desde tiempos remotos y ha sido protagonista en los más luctuosos sucesos bélicos de armas químicas. Desde su uso genocida en la Primera y la Segunda Guerra Mundiales, al bombardeo con cianuro de las poblaciones kurdas iraquíes. Tradicional insecticida, se utiliza para atrapar peces simplemente vertiéndolo en ríos y mares.
Los compuestos del cianuro son tóxicos en cantidades ínfimas.El cianuro de hidrógeno es letal desde 90 miligramos, mientras que la cantidad mortal de cianuro sódico se sitúa entre 150 y 300 miligramos, aunque a partir de 20 produce una toxicidad significativa.
A causa de su potencial corrosivo, es utilizado en infinidad de procesos industriales que van desde la industria fotográfica, la producción de papel y plásticos a la metalurgia, la limpieza de metales y la lucha contra las plagas. Aunque su uso destaca de manera especial en la minería, donde se utiliza para aislar el oro de los materiales que le rodean en la naturaleza.
Es precisamente en torno a la minería donde se han producido los mayores accidentes protagonizados por esta peligrosa sustancia.El más grave de todos sucedió en Rumanía el 20 de enero de 2000 en la mina de Baia Mare.
Fue un accidente similar al de Aznalcóllar y se produjo con la ruptura de una balsa donde se acumulaban residuos de depuración minera, liberándose 100.000 metros cúbicos de aguas residuales, contaminadas con al menos 120 toneladas de cianuro. «Aquel accidente demostró la capacidad corrosiva del cianuro y su poder de contaminación; fue uno de los más letales de la historia medioambiental europea», recuerda Juan López Uralde, director de Greenpeace.
La contaminación se extendió por los ríos Lapus, Szamos, Tisza, y Danubio. Cuatro semanas después, la contaminación era visible a más de 2.000 kilómetros. Aparte de las afecciones transfronterizas, tuvo repercusiones en el abastecimiento de agua, las condiciones socioeconómicas y la salud de más de 2,5 millones de habitantes.
Con respecto al accidente de Arganda, cabe esperar que el almacén de residuos afectado contase con los protocolos determinados por la Unión Europea para este tipo de instalaciones, con lo que no pasará nada de lo que aquí se refiere. El elemento más importante es un sistema estanco para la depuración de líquidos, que se producen, bien de forma espontánea o por actuaciones como la de los bomberos para extinguir el incendio.
Hay que pensar que el recinto cuenta con un sistema cerrado de alcantarillado, donde los líquidos recogidos en él se acumulan en depósitos impermeables para su posterior tratamiento y anulación.
De haberse producido la nube tóxica, habría estado compuesta de cianuro y otros productos de alta toxicidad como metales pesados, dioxinas y demás, todos de comprobado poder letal.
Contra ella nada se puede hacer una vez se ha producido, sólo desear que los vientos la eleven a las capas altas atmosféricas, lo que ha ocurrido dada la menor densidad de los gases de cianuro con respecto al aire.
En cuanto a los contaminantes líquidos, en caso de no existir depósito o de que desbordase el perímetro de las instalaciones, habrían pasado a las conducciones del alcantarillado y de allí a una depuradora tradicional incapaz de neutralizar el producto.Otra parte podría haberse filtrado en el suelo, alcanzando algún acuífero subterráneo.
Allí su contaminación, además de letal, pasa desapercibida y sus efectos sólo se conocerán mucho más tarde, cuando ya no tengan remedio.
Tal variedad se manifiesta en gases incoloros, como el cianuro de hidrógeno o el cloruro de cianógeno, o en forma de cristales como el cianuro de sodio o el de potasio, capaces de contaminar enormes masas de agua.
La letalidad del cianuro es conocida desde tiempos remotos y ha sido protagonista en los más luctuosos sucesos bélicos de armas químicas. Desde su uso genocida en la Primera y la Segunda Guerra Mundiales, al bombardeo con cianuro de las poblaciones kurdas iraquíes. Tradicional insecticida, se utiliza para atrapar peces simplemente vertiéndolo en ríos y mares.
Los compuestos del cianuro son tóxicos en cantidades ínfimas.El cianuro de hidrógeno es letal desde 90 miligramos, mientras que la cantidad mortal de cianuro sódico se sitúa entre 150 y 300 miligramos, aunque a partir de 20 produce una toxicidad significativa.
A causa de su potencial corrosivo, es utilizado en infinidad de procesos industriales que van desde la industria fotográfica, la producción de papel y plásticos a la metalurgia, la limpieza de metales y la lucha contra las plagas. Aunque su uso destaca de manera especial en la minería, donde se utiliza para aislar el oro de los materiales que le rodean en la naturaleza.
Es precisamente en torno a la minería donde se han producido los mayores accidentes protagonizados por esta peligrosa sustancia.El más grave de todos sucedió en Rumanía el 20 de enero de 2000 en la mina de Baia Mare.
Fue un accidente similar al de Aznalcóllar y se produjo con la ruptura de una balsa donde se acumulaban residuos de depuración minera, liberándose 100.000 metros cúbicos de aguas residuales, contaminadas con al menos 120 toneladas de cianuro. «Aquel accidente demostró la capacidad corrosiva del cianuro y su poder de contaminación; fue uno de los más letales de la historia medioambiental europea», recuerda Juan López Uralde, director de Greenpeace.
La contaminación se extendió por los ríos Lapus, Szamos, Tisza, y Danubio. Cuatro semanas después, la contaminación era visible a más de 2.000 kilómetros. Aparte de las afecciones transfronterizas, tuvo repercusiones en el abastecimiento de agua, las condiciones socioeconómicas y la salud de más de 2,5 millones de habitantes.
Con respecto al accidente de Arganda, cabe esperar que el almacén de residuos afectado contase con los protocolos determinados por la Unión Europea para este tipo de instalaciones, con lo que no pasará nada de lo que aquí se refiere. El elemento más importante es un sistema estanco para la depuración de líquidos, que se producen, bien de forma espontánea o por actuaciones como la de los bomberos para extinguir el incendio.
Hay que pensar que el recinto cuenta con un sistema cerrado de alcantarillado, donde los líquidos recogidos en él se acumulan en depósitos impermeables para su posterior tratamiento y anulación.
De haberse producido la nube tóxica, habría estado compuesta de cianuro y otros productos de alta toxicidad como metales pesados, dioxinas y demás, todos de comprobado poder letal.
Contra ella nada se puede hacer una vez se ha producido, sólo desear que los vientos la eleven a las capas altas atmosféricas, lo que ha ocurrido dada la menor densidad de los gases de cianuro con respecto al aire.
En cuanto a los contaminantes líquidos, en caso de no existir depósito o de que desbordase el perímetro de las instalaciones, habrían pasado a las conducciones del alcantarillado y de allí a una depuradora tradicional incapaz de neutralizar el producto.Otra parte podría haberse filtrado en el suelo, alcanzando algún acuífero subterráneo.
Allí su contaminación, además de letal, pasa desapercibida y sus efectos sólo se conocerán mucho más tarde, cuando ya no tengan remedio.