Almonte: el destino de seguir siendo río

Mié, 07/07/2004

Hoy

PLATAFORMA PARA LA DEFENSA DEL RÍO ALMONTE Y SU ENTORNO/ EL río Almonte recorre una buena parte del sector central de la provincia de Cáceres, desde su nacimiento en el pico Villuercas (cerca de Guadalupe), hasta su desembocadura en el embalse de Alcántara, a unos 25 kilómetros al norte de la capital. En sus aproximadamente 100 kilómetros de longitud, conecta una enorme variedad de hábitats bien conservados, en los que sobreviven comunidades botánicas y zoológicas de excepcional valor.

La característica primordial de este curso fluvial, al margen de su riqueza biológica y paisajística, radica en la circunstancia de ser uno de los últimos ríos españoles sin embalsar, conservando por tanto buena parte de su dinámica natural, lo que le convierte en un referente para el estudio de los ecosistemas fluviales ibéricos.

Este patrimonio atesorado en el valle del Almonte corre el grave riesgo de desaparecer en buena medida, si se ejecuta el proyecto de un nuevo abastecimiento de aguas para Cáceres mediante la construcción de una gran presa, que acabaría con el carácter natural del Almonte anegando buena parte de su tramo medio, con sus riberas y ecosistemas asociados, protegidos por las Directivas de Hábitats y Aves de la Unión Europea. No hay que olvidar tampoco, que las riberas del Almonte son limítrofes con el Parque Natural de Monfragüe (espacio que va a ser declarado en breve Parque Nacional) y que cuentan con un pródigo patrimonio arqueológico y monumental, destinado también a perderse de forma irremisible bajo las aguas.

La Alcaldía de Cáceres y el Canal de Isabel II son los principales promotores de esta obra, con la que se supone que se abastecerá el consumo previsto en el año 2012. Frente a esta postura tradicional propia del viejo paradigma hidráulico de ofrecer más y más agua subvencionada y de fomentar su mal uso, se antepone la llamada Nueva Cultura del Agua, la cual presenta las alternativas de reducir su consumo mediante diversas técnicas, políticas tarifarias y medidas de eficacia en la captación, distribución y depuración de las aguas de abastecimiento.

Hay numerosos ejemplos en España que demuestran el éxito de estas alternativas, lo que ha llevado a conservar el patrimonio natural afectado y a garantizar el abastecimiento de agua a la población. Es digno de mención el ahorro ya practicado en el área metropolitana de Barcelona, cuyo consumo ha bajado a los niveles de 1973 y que ha conseguido recuperar el acuífero del Llobregat. En los años sesenta estaba previsto un trasvase de 1.000 hm3 /año, que nunca se realizó. Hay que subrayar que cuenta ahora con medio millón más de personas y con un PIB que dobla el de hace treinta años. Por otra parte, en Sevilla, gracias a la sola instalación de contadores individuales, el consumo ha bajado un 30% en las viviendas instaladas, mientras que el municipio mallorquín de Calviá implantó en 1998 un programa de gestión integral de la demanda que se ha propuesto reducir el consumo estructural un 20% en el año 2007. Además, el propio Canal de Isabel II ha colaborado en un programa de ahorro de agua urbana en Alcobendas (Madrid) entre 1999 y 2000, con un ahorro de 102 millones de litros al año y, con la instalación de dispositivos economizadores en sólo tres mil viviendas, se espera el ahorro de 497 millones de litros más. En la bahía de Cádiz, sin ninguna medida especial de ahorro, el trasvase Guadiaro-Majaceite ha demostrado su inutilidad porque tras la última sequía la simple concienciación de la población ha probado con hechos que los niveles futuros de consumo se exageran para promover grandes obras. De todo ello hay abundantísima bibliografía y documentos, mientras que el último informe de la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS) señala que el consumo urbano ha bajado en toda España desde el año 2000. Todas esta medidas son ejemplos que se engloban en un proceso más amplio de desarrollo urbano y territorial, del que debería tomar buena nota el nuevo PGOU de Cáceres, ciudad en la que el consumo es similar al del año 1996: 6'3 hectómetros cúbicos/año, según datos del Canal de Isabel II.

Como veremos, sufrimos el gran derroche de agua que hay en el municipio cacereño, dado que se perdieron 3'4 hectómetros cúbicos en 2003 por las redes de distribución; es decir: más de un tercio de los 9'7 hectómetros 'producidos' por el Canal de Isabel II no llega a su destino final. Por tanto, existen grandes posibilidades de ahorro y de limitación del consumo. Una de las primeras medidas sería la renovación de la red, la adecuación de las tarifas para lograr financiar estas obras y la eliminación de consumos suntuosos como las grandes praderas de césped en los jardines públicos y privados.

Desde el punto de vista de la oferta, en Cáceres existe la posibilidad de seguir utilizando las aguas subterráneas de El Calerizo, que tradicionalmente han servido para abastecer a la ciudad, aportando del orden de 3 Hm3 /año. Es decir, un depósito de agua bajo nuestros pies e indemne a las sequías, que se podría emplear para usos complementarios, como limpieza de calles, riego de jardines y la industria. Sin embargo, la opción más importante existe ya y consiste en la traída de aguas del propio río Almonte desde la captación ubicada aguas debajo del puente de la carretera de Torrejón el Rubio. Esta captación -conectada con el embalse de Guadiloba- y que ha sido recientemente remozada, garantiza el suministro de la ciudad salvo en los momentos concretos en los que turbina agua en el embalse de Alcántara; cuando esto sucede, la toma queda al descubierto e inoperante, aspecto que se podría solucionar mediante acuerdos con Iberdrola y pequeñas mejoras en la infraestructura de la misma. De esta manera quedaría asegurado el suministro urbano de Cáceres con agua de buena calidad, salvo que se quiera seguir amparando a toda costa los privilegios de una empresa que se comporta como verdadera dueña de esta mitad del Tajo. Recordemos que el abastecimiento urbano tiene prioridad absoluta frente a otros usos como el hidroeléctrico, aunque a algunos les cueste reconocerlo. Lo mismo puede decirse del embalse del Salor, destinado a regadío, cuya concesión se podrían emplear en parte para abastecimiento urbano. Además, la implantación de técnicas alternativas es una fuente de empleo estable y local. Imaginen los 300.000 euros (50 millones de pesetas) que cuesta de media crear un empleo por año en la gran obra hidráulica, destinados a fontaneros, inspectores y técnicos de diverso tipo dedicados a la buena gestión permanente de las redes de agua de la ciudad.

Por otro lado, estas propuestas son ya principios jurídicos de obligado cumplimiento establecidos en la Directiva Marco del Agua europea. Cuestiones como el principio de 'no deterioro' de los ecosistemas fluviales impedirían la destrucción del valle del Almonte; el principio de 'recuperación de costes' ligaría al consumidor con la necesidad de ahorrar agua (todo lo barato se derrocha por definición) y el principio de conseguir el 'buen estado ecológico' de las aguas reforzaría la idea de no sólo conservar lo poco que queda, sino de recuperar lo degradado, algo imposible si la presa del Almonte se llega a levantar algún día. El incumplimiento del Derecho Comunitario hará de todas formas que la Unión Europea deniegue los fondos necesarios para este embalse. En todo caso, el temor que nos invade es que, como tantas otras obras hidráulicas, incumpla su fin para el que fueron presentadas al público y se convierta en un gran embalse hidroeléctrico más, destinado al beneficio privado.

Asimismo denunciamos el que en el estudio de impacto ambiental que se desarrolla en la actualidad por parte de la Confederación Hidrográfica del Tajo, se haya elegido a priori, sin haberlo acabado aún, una supuesta 'alternativa' a la obra, que no es sino la más impactante de una serie de cuatro lugares donde iría el muro de la presa. Es decir, quieren que la obra se haga a toda costa, aunque se juegue con el emplazamiento.

Para terminar, es necesario un cambio de concienciación de nuestros responsables políticos locales, autonómicos y del Ministerio de Medio Ambiente, que vaya de la mano de un amplio proceso de información, participación y debate. Del mismo modo que nadie frente a un bosque lo interpreta como una acumulación de madera dispuesta para el aserradero, los ríos no son simples canales por donde circula el agua; son paisaje, fuente de riqueza, ligazón de la persona con su territorio, memoria colectiva y calidad de vida que hemos de mantener y realzar.

INTEGRAN LA PLATAFORMA: Adena/WWF, Adenex, AMS-Ríos con Vida, Amigos de Monfragüe y el Río Almonte, Asociación para la Defensa de Monfragüe, Ecologistas en Acción, Fundación Global Nature, Grupo Naturalista Monfragüe, GRUS-Asociación por la Naturaleza Extremeña, y SEO-Wirdlife