ENCUENTROS EN SUR: Un río con mil posibilidades

Lun, 28/06/2004

SUR

Málaga aspira a curar su mayor herida. La ciudad, con más de medio millón de habitantes, sigue partida en dos por el río Guadalmedina, un cauce seco la mayor parte del año, pero que obliga a dejar 500.000 metros cuadrados sin otro fin que el de servir de válvula de escape al mar del río cuando éste trae agua. SUR propone a los técnicos el debate sobre el posible uso ciudadano de esta enorme cicatriz urbanística.
TEXTO: MANUEL BECERRA / FOTOS: SALVADOR SALAS MÁLAGA/
SIN IGUAL. El estado del cauce urbano del Guadalmedina es una excepción en el Mediterráneo español.
UN erial en el que crece la maleza y abunda la basura, y al que sólo algún vecino incauto se atreve a entrar para dar un paseo a su perro. Éste es el panorama que ofrece a diario el cauce del Guadalmedina a su paso por Málaga. El río sólo vuelve por sus fueros unas semanas al año, con los desembalses de la presa de El Limonero, pero el rumor del agua atravesando la ciudad se convierte en la voz contundente de la naturaleza, al día de hoy incuestionable.

Tres ingenieros abordan las posibilidades de vencer la dominación que el río ejerce sobre Málaga. El próximo comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Sur (CHS), Juan Manuel Calvo; José Alba García, en representación del Colegio de Ingenieros de Andalucía Oriental, y Francisco Ruiz, asesor del Ayuntamiento de Málaga para Infraestructuras Básicas. Los tres se alejan durante dos horas de la maraña política creada en torno al proyecto para darle usos ciudadanos al cauce urbano del Guadalmedina. No importan los millones que cuesten las obras, quién los sufrague, ni los votos en juego. Únicamente, buscar soluciones técnicas a un problema de gran complejidad pero que, por ello, requiere el máximo esfuerzo para que no caiga en el olvido.

Antecedentes. Siglos de estudios
Las inundaciones que asolaron Málaga

Siglos de avenidas y de estudios para intentar evitarlas. La historia de Málaga esta manchada de barro y muertes provocadas por el río Guadalmedina, y durante el encuentro no faltan referencias a ello. Francisco Ruiz y José Alba no se remontan al siglo XVI, cuando están datadas las primeras inundaciones, pero sí al siglo XIX, «cuando -recuerda el primero de ellos- ya hubo una demanda de concesión para usar el Guadalmedina, y una de las cosas que pedía aquel empresario era hacer un tranvía». José Alba asiente y enmarca esa referencia: «Aparece en un libro que redactó un archivero municipal a raíz de las inundaciones de 1907. Es curioso -añade- porque, si se lee quitándole los nombres y las fechas, es fácil identificarlo con el momento actual de este proyecto».

La construcción de la presa de El Limonero, inaugurada hace ahora veinte años, supuso un antes y un después en las relaciones de Málaga con su río. No obstante, Juan Manuel Calvo, que será el próximo comisario de Aguas de la CHS, pone especial énfasis en que, en las actuales circunstancias, la ciudad no tiene demasiado margen de defensa. «El caudal de desagüe para los cálculos previstos en el proyecto de El Limonero está muy ajustado, ya que se prevé que por el cauce tenga que pasar una avenida máxima, en un periodo de recurrencia de 10.000 años, de 600 metros cúbicos por segundo, cuando la capacidad es esa misma», explica Calvo.

El riesgo de las avenidas sigue, por tanto, vigente y durante el debate se anuncian por parte del ingeniero de la Confederación algunas medidas correctoras, como añadir un desagüe intermedio que aumente la seguridad (en estos momentos sólo dispone de uno de fondo, que todos los participantes en el debate juzgan como insuficiente). Pero, en los últimos años, los estudios y proyectos se han orientado sobre todo a encontrar fórmulas para poder emplear -manteniendo la protección e incluso aumentándola- los cinco kilómetros del cauce urbano del río para usos ciudadanos.

Francisco Ruiz alude al informe de viabilidad que Ayesa elaboró para la sociedad estatal Acusur en febrero del 2000, cuyas tesis de desvío del caudal del río mediante dos grandes túneles amplió Iberinsa, con una inversión de casi cuatro millones de euros. José Alba no comparte la alternativa de las conducciones, y defiende un estudio que Urbaconsult hizo para el Ayuntamiento en 1999. Ambos contemplan el embovedado del río a su paso por la ciudad.

Pese a que confirma que los proyectos elaborados por Acusur están aún pendientes de supervisión técnica, el representante de la Confederación, Juan Manuel Calvo, ya ha estudiado puntos clave, y por ello sostiene desde el primer momento: «Se haga lo que se haga aguas arriba de la presa, va a ser necesario siempre un aliviadero de fondo, es decir, un cauce que sea capaz de desaguar no lo que desagua ahora, sino más. Y el proyecto del túnel entre El Limonero y el Peñón del Cuervo prevé eliminar ese aliviadero».

Propuestas. Actuaciones hidráulicas
Túneles de desvío y mejoras en la presa

Francisco Ruiz no encuentra motivos para desechar ese túnel, que mediría 11 kilómetros y tendría una capacidad de 900 metros cúbicos por segundo. El asesor municipal plantea: «Lo lógico es que este proyecto siga, ya que está hecho. A lo mejor, la supervisión es negativa, pero creo que desviar es bueno, igual que encauzar». Calvo abunda en su tesis al asegurar que «en cualquier momento puede haber caudales mayores, porque esté obstruida la presa, por un derrumbamiento, o por lo que sea. Si la sección está abierta, lo único que puede ocurrir es que desborde un poco el agua. Si el cauce está cubierto, el agua sale por donde Dios quiera, no lo puedes controlar».

José Alba expone datos para defender que se tape el cauce. «En nuestro documento se hace un análisis desde el punto de vista hidrológico orientado a plantear diferentes formas de explotación del sistema -no ya sólo del embalse- que permitan asegurar que el caudal que hubiera que evacuar por el cauce urbano fuera el menor posible. Iba orientado a evacuar como mínimo lo que hoy hay, y posiblemente más». ¿Cómo lograrlo? En su opinión, con pequeñas presas y túneles de desvío, nuevos aliviaderos en El Limonero, reforestación. «No se puede plantear una solución única y mágica, sino un sistema de ideas orientado a un sistema completo de explotación, que se justifica porque hay un objetivo urbano: aprovechar el cauce», sostiene Alba.

Reforestación. Una asignatura pendiente
Acabar el cinturón verde de Los Montes

Donde hay coincidencia total entre los tres participantes es en la necesidad de acometer un plan de repoblación amplio. Para el objetivo central del debate, desdeñan el valor de las actuaciones previstas en el convenio que, por 120 millones de euros, firmó el Ayuntamiento de Málaga con la CHS, y que ahora está en el aire, según este último organismo, porque no hay fondos reservados para ejecutarlo. «Es importante y necesario, pero no tiene nada que ver con el Guadalmedina, sólo una mínima parte, el arroyo del Sastre», afirma Ruiz.

Se citan como básicas las obras de reforestación en la parte alta del arroyo de los Ángeles, en el Pastelero y en Virreinas pero, especialmente, que se destinen fondos a terminar el cinturón verde de la margen izquierda (Parque Natural de Los Montes) y a acometer la margen derecha.

No obstante, y aunque José Alba desarrolle esa idea planteando usar el agua de la depuradora del Guadalhorce para el riego de esas repoblaciones, Juan Manuel Calvo lleva de nuevo el coloquio hacia la complejidad del túnel de desvío del agua del Guadalmedina hacia el Peñón del Cuervo: «Técnicamente se puede hacer, pero qué ocurre con los acarreos. Si fuera a cielo abierto no habría problema, pero: ¿Y si hay un incendio en verano y viene una gota fría en octubre? Tenemos que estudiarlo pero, si la ejecución del túnel me parece más que difícil, mantenerlo en condiciones y que no tenga derrumbes o cosas parecidas todavía es mucho más dudoso. Hay que estudiar mucho el comportamiento hidráulico de un túnel de esas dimensiones (10,25 metros de diámetro) y con esos caudales».

Nadie ha sido excluyente o dogmático durante el debate. Hay dificultades, resulta evidente, por presupuesto y complejidad técnica, pero existen fórmulas para suturar definitivamente la herida que parte en dos a la ciudad.