Embalse de Flix: una descontaminación pionera paso a paso
Lun, 28/07/2014
La orilla derecha del Ebro a su paso por Flix es un cúmulo de lodos tóxicos producidos por la química Ercros, donde AcuaMed trabaja a contrarreloj para descontaminar la zona antes de que finalice 2015.
La descontaminación del embalse de Flix, o más concretamente, de la orilla derecha del tramo del Ebro en donde se sitúa la empresa química Ercros, a unos pocos metros del embalse, se ha convertido en un caso paradigmático a nivel internacional. El proyecto emplea la combinación de tecnologías para eliminar la contaminación provocada por la industria a este lado del río durante más de 100 años.
La empresa estatal AcuaMed es la responsable desde 2012 de llevar a cabo esta tarea, apoyada por una serie de compañías en términos de subcontratación que ejecutan la limpieza y posterior desmantelamiento de las instalaciones: En 2015 Flix retornará a un estado aceptable para el medio ambiente y la salud y seguridad de las personas. O, al menos, ese es su objetivo.
¿Por qué Flix?
Comencemos por el principio. Flix es un municipio catalán, situado en la provincia de Tarragona, donde se dice que el Ebro pasa dos veces debido que se encuentra enclavado en un meandro. De hecho, el nombre del pueblo deriva del término flexu, “meandro” en latín.
Las tecnologías utilizadas en la descontaminación del embalse Flix no son nuevas; sí lo es la combinación de las mismas
No es casualidad que la por entonces alemana Ercros - en la actualidad es de capital español - a finales del siglo XIX viera en Flix un emplazamiento idóneo para la producción de químicos. El lugar reúne las características esenciales para una industria de este tipo: cercano a las minas de sal del Delta, necesaria para la producción de cloro, y al carbón de Mequinenza, con una línea de tren e incluso un pequeño azud que podía servir como fuente de energía eléctrica. Y, por supuesto, el río, materia prima para las operaciones y también su vertedero último. Hay que tener en cuenta que por aquel entonces no existía una legislación que regulase los vertidos al caudal, y no es hasta finales de los 80 cuando la fábrica instala medidas de depuración y control para sus efluentes.
En un principio, Ecros dedicaba su producción al cloro que obtenía mediante un proceso de electrolisis: en una pisc na se deposita una capa de sal, una de agua y una de mercurio y se repite la operación; se aplica a la mezcla una corriente eléctrica que separa los componentes en cloro y sosa. El inconveniente de este sistema reside en las frecuentes fugas de mercurio, que en este caso iban directas el Ebro.
Más adelante, con el descubrimiento de la combinación del cloro con hidrocarburos para obtener otros compuestos, se suman más residuos químicos al vertido en el margen del río. De hecho, la introducción de apatito como materia prima para producir fosfato bicálcico, utilizado en la alimentación de ganado, provocó la adición de radionucleidos, presentes de forma natural en el apatito, en el vertido de la fábrica.
Durante los primeros años de producción de la fábrica, toda esta corriente de residuos fluía aguas abajo, hacia el Delta, hasta que en el año 1949 se construye la presa a pocos metros de Ercros. Hasta entonces, el Ebro tenía en ese tramo un carácter erosivo, pasando a ser dispositivo y movilizando los contaminantes en la orilla derecha, al lado de la instalación.
Cerca de 15 años después, a mediados de los 60, se construyen otras dos presas aguas abajo de la fábrica que deceleran aún más el curso del Ebro. Estas construcciones provocaron que los lodos contaminados emergieran, lo que pudo considerarse una suerte ya que, al menos, permanecían estancos en la zona.
Así comienza la descontaminación
La calidad de las aguas de todo el curso del río Ebro continuaba siendo examinada desde 1985 con la promulgación de la Ley de Aguas. Hay constancia histórica de contaminación por parte de la Agencia Catalana del Agua y la Confederación Hidrográfica del Ebro, aunque ello no se tradujera en acciones inmediatas por su parte. El agua estaba contaminada y los sedimentos existentes en Flix prácticamente inmovilizados.
Hasta que en 2001 se dio un episodio de mortandad de peces aguas abajo de la zona, a la altura de la Central Nuclear de Ascó. Inmediatamente, las Administraciones Hidráulicas tomaron y analizaron diferentes muestras de agua en las que detectaron una alta concentración de mercurio. Esto obligó a intervenir al punto de toma de la captación del Consorcio de Aguas de Tarragona.
Y así, con una alarma social que desembocó en reportajes-denuncia por parte de colectivos ecologistas y la divulgación de un estudio del CSIC y la Universitat de Barcelona en 2004 en el que se ponía de manifiesto la presencia de mercurio en los peces del río, comienza la elaboración del proyecto de descontaminación de la zona tras la realización de sondeos y el desarrollo de la cartografía.
Entre el 15 y el 20% de los lodos extraídos se consideran peligrosos, pero a día de hoy solo se ha tratado el 12%, por debajo de lo estimado
En este proyecto se presentaron tres alternativas: secar el río, con el inconveniente de desviar el curso; realizar un encofrado de los residuos, para movilizarlos, que también requería un desvío del curso natural y descontaminar ex situ; y la opción finalmente escogida que consiste en “extraer” los lodos contaminados, tratarlos y devolverlos limpios al cauce. Esta solución contó además con un amplio consenso de los diferentes grupos de interés.
El proceso
En los lodos Flix existen tres tipos de contaminantes: mercurio, compuestos organoclorados y otros metales pesados. Para eliminarlos, el proyecto se divide en tres fases: obras previas, auxiliares y de protección; obras de producción; y obras de desmantelamiento.
La primera fase de obras previas, auxiliares y de protección comienza en mayo de 2012 y consiste en la preparación del terreno y la ejecución para la extracción. En primer lugar, se construyó un muro doble alrededor de los sedimentos emergidos para crear una zona independiente y estanca. Este muro se compone de con dos vallados: uno de doblestacado de 1.800 metros de longitud y otro de doblepilotes de 1.100 metros. Asimismo, se ejecutaron las plantas de tratamiento de los lodos y de agua en el interior de Ercros.
Como medida de seguridad, aguas abajo del embalse se instalaron siete pozos de abastecimiento para los municipios ribereños, por si hubiera fugas durante el proceso. Además, en esta etapa también se preparó un depósito controlado de Clase II en el Racó de la Pubilla, en terrenos cedidos por el Ayuntamiento de Flix.
La segunda fase de obras de producción, que se está llevando a cabo en estos momentos, consiste en la descontaminación de los lodos. Como dato, en el momento en que se realizó este reportaje el lodo extraído alcanzaba el 34% Es necesario señalar que tan solo entre el 15 y el 20% de los lodos de Flix se consideran peligrosos. De hecho, a día de hoy solo se ha tratado el 12%, por debajo de lo estimado.
¿Y cómo se tratan?
Los sedimentos son extraídos de la zona “amurallada” con una cuchara ecológica que draga entre dos y tres lotes de 500 toneladas (700 m3) de lodos cada día. Podría pensarse que con más dragas de este tipo se iría más rápido, pero todo lo contrario: existe una limitación de espacio y turbidez. Remover los sedimentos demasiado sería contribuir a que los contaminantes “escaparan” por el río, donde tardarían dos días en llegar al Delta.
Posteriormente, cada lote se traslada a las instalaciones de AcuaMed, donde se separa mecánicamente el lodo de las arenas y gravas, que son devueltas al lecho. El lodo se deshidrata, con una humedad máxima del 30% y se analiza: si no supera los límites legales de contaminación, el residuo va directo al vertedero, que se encuentra a siete kilómetros de Flix. Por su parte, el agua recogida en el proceso de deshidratación se conduce a una estación de tratamiento y vuelve al río una vez limpia.
En el caso de que los parámetros de los lodos deshidratados superen los límites legales se realizan diversos procedimientos, dependiendo del tipo de contaminante detectado: Si aparecen únicamente metales pesados, se estabilizan con dos tipos de cemento y van a vertedero. En el caso de los residuos radiactivos, sobre todo sales de uranio, es un gestor autorizado el encargado de tratarlos en una depuradora mediante resinas especiales tras su disolución en agua. Si lo que se detectan son compuestos organoclorados, se tratan mediante un proceso de adsorción térmica.
Este último proceso sea, quizá, el más complicado de todos. Consiste en elevar la temperatura del lodo seco a poco más de 300º C para tratar los gases desprendidos. Una vez captados estos gases se vuelve a subir la temperatura del residuo en un breve periodo de tiempo, hasta 1.100º C, para seguidamente bajarla a 200º C mediante un enfriamiento rápido: Con esta subida y bajada de temperatura se produce ácido clorhídrico, al que se añade cal para que precipite, agua y dióxido de carbono. Es una operación excepcionalmente sensible, ya que si el tiempo de calentamiento se prolongara demasiado, aparecerían dioxinas y furanos, altamente contaminantes. Los lodos tratados de este modo tienen como último destino el vertedero de Racó de la Pubilla.
En 2015, la orilla derecha del Ebro en Flix debería retornar a un estado aceptable para el medio ambiente y la salud y seguridad de las personas
Finalmente, el vertedero de residuos inertes no peligrosos, operado por AcuaMed, recoge los residuos de toda la obra. El volumen previsto de lodos podría colmar el Camp Nou, dispuestos en un terreno dividido en 16 celdas aisladas entre sí con geotextil para evitar filtraciones. Una vez sellado, su gestión pasará a manos del Ayuntamiento de Flix durante los próximos 30 años.
El tratamiento de estos tres tipos de contaminantes a la vez es un caso único en el mundo. No existen situaciones similares a nivel internacional; si acaso, el dragado del puerto de Nueva York, en el que los ingenieros encargados de desarrollar todo el procedimiento tomaron como modelo en su procedimiento para la extracción de los lodos.
Las tecnologías utilizadas no son nuevas, sí lo es la combinación de las mismas. De hecho, por Flix han pasado expertos procedentes de China, Perú, Guatemala, Francia y Reino Unido, amén de los españoles (periodistas, universidades, etc.) que AcuaMed invita periódicamente.
¿Y el futuro?
El último paso a ejecutar en Flix, una vez completada la descontaminación de los fangos tóxicos, es el desmantelamiento de las instalaciones en el interior de Ercros y en la zona vallada del río, así como el sellado del vertedero con un plan posterior de restauración por terrazas.
Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer. La fábrica no tiene visos de cesar su actividad aunque sea reducida al mínimo: el siguiente paso sería limpiar el suelo donde se asienta, y el coste de esta obra es tan elevado que, curiosamente, elimina cualquier interés en cerrar una empresa que ha intoxicado el río Ebro en embalse de Flix durante más de un siglo.
¿Quien paga la limpieza del río? La descontaminación cuesta 165 millones
Aunque de que la Ley de Aguas entró en vigor en 1985, Ercros no modificó sus procedimientos de vertido hasta mucho después. En 2003, el Tribunal Supremo impuso a la compañía una multa de diez millones de euros por contaminar el río entre 1988 y 1993, único periodo en el que se pudo demostrar la contribución de la química a la contaminación de la orilla del río. La empresa recurrió el fallo ante el Tribunal Constitucional, y a día de hoy, no ha pagado ni un euro por contaminar el Ebro durante más de 100 años, y es posible que no lo haga nunca debido a sus problemas de solvencia.
De hecho, a pesar de haber contado en su momento de máximo esplendor con cerca de 2.000 empleados, en su mayoría habitantes de Flix, actualmente conserva alrededor de 150 personas, tras un ERE y diversas manifestaciones en el municipio y en Barcelona.
Con este panorama de crisis en la fuente de ingresos mayoritaria de la zona, los vecinos no se tomaron demasiado bien la llegada de AcuaMed. No entendieron por qué era necesario limpiar el río, si allí se habían bañado “toda la vida” sin problemas, en lo que trabajadores de la obra de limpieza del río tildan de “síndrome de Estocolmo”. Fue necesaria una ardua campaña de concienciación para convencer a la gente de los beneficios del proyecto.
La inversión total en el mismo asciende a 165 millones de euros, financiados al 70% por los fondos de cohesión de la UE y al 30% por el MAGRAMA y la Generalitat de Cataluña, a ejecutar antes de finales de 2015. Este presupuesto no contempla el global de la actuación de restitución territorial, que eleva la cifra hasta 223,3 millones de euros.
Con el tiempo, Flix se convertirá, además de un caso pionero en la descontaminación de un río por vertidos químicos, en un ejemplo clásico de que el principio “quien contamina, paga” de nuevo no se cumple en España.
La descontaminación del embalse de Flix, o más concretamente, de la orilla derecha del tramo del Ebro en donde se sitúa la empresa química Ercros, a unos pocos metros del embalse, se ha convertido en un caso paradigmático a nivel internacional. El proyecto emplea la combinación de tecnologías para eliminar la contaminación provocada por la industria a este lado del río durante más de 100 años.
La empresa estatal AcuaMed es la responsable desde 2012 de llevar a cabo esta tarea, apoyada por una serie de compañías en términos de subcontratación que ejecutan la limpieza y posterior desmantelamiento de las instalaciones: En 2015 Flix retornará a un estado aceptable para el medio ambiente y la salud y seguridad de las personas. O, al menos, ese es su objetivo.
¿Por qué Flix?
Comencemos por el principio. Flix es un municipio catalán, situado en la provincia de Tarragona, donde se dice que el Ebro pasa dos veces debido que se encuentra enclavado en un meandro. De hecho, el nombre del pueblo deriva del término flexu, “meandro” en latín.
Las tecnologías utilizadas en la descontaminación del embalse Flix no son nuevas; sí lo es la combinación de las mismas
No es casualidad que la por entonces alemana Ercros - en la actualidad es de capital español - a finales del siglo XIX viera en Flix un emplazamiento idóneo para la producción de químicos. El lugar reúne las características esenciales para una industria de este tipo: cercano a las minas de sal del Delta, necesaria para la producción de cloro, y al carbón de Mequinenza, con una línea de tren e incluso un pequeño azud que podía servir como fuente de energía eléctrica. Y, por supuesto, el río, materia prima para las operaciones y también su vertedero último. Hay que tener en cuenta que por aquel entonces no existía una legislación que regulase los vertidos al caudal, y no es hasta finales de los 80 cuando la fábrica instala medidas de depuración y control para sus efluentes.
En un principio, Ecros dedicaba su producción al cloro que obtenía mediante un proceso de electrolisis: en una pisc na se deposita una capa de sal, una de agua y una de mercurio y se repite la operación; se aplica a la mezcla una corriente eléctrica que separa los componentes en cloro y sosa. El inconveniente de este sistema reside en las frecuentes fugas de mercurio, que en este caso iban directas el Ebro.
Más adelante, con el descubrimiento de la combinación del cloro con hidrocarburos para obtener otros compuestos, se suman más residuos químicos al vertido en el margen del río. De hecho, la introducción de apatito como materia prima para producir fosfato bicálcico, utilizado en la alimentación de ganado, provocó la adición de radionucleidos, presentes de forma natural en el apatito, en el vertido de la fábrica.
Durante los primeros años de producción de la fábrica, toda esta corriente de residuos fluía aguas abajo, hacia el Delta, hasta que en el año 1949 se construye la presa a pocos metros de Ercros. Hasta entonces, el Ebro tenía en ese tramo un carácter erosivo, pasando a ser dispositivo y movilizando los contaminantes en la orilla derecha, al lado de la instalación.
Cerca de 15 años después, a mediados de los 60, se construyen otras dos presas aguas abajo de la fábrica que deceleran aún más el curso del Ebro. Estas construcciones provocaron que los lodos contaminados emergieran, lo que pudo considerarse una suerte ya que, al menos, permanecían estancos en la zona.
Así comienza la descontaminación
La calidad de las aguas de todo el curso del río Ebro continuaba siendo examinada desde 1985 con la promulgación de la Ley de Aguas. Hay constancia histórica de contaminación por parte de la Agencia Catalana del Agua y la Confederación Hidrográfica del Ebro, aunque ello no se tradujera en acciones inmediatas por su parte. El agua estaba contaminada y los sedimentos existentes en Flix prácticamente inmovilizados.
Hasta que en 2001 se dio un episodio de mortandad de peces aguas abajo de la zona, a la altura de la Central Nuclear de Ascó. Inmediatamente, las Administraciones Hidráulicas tomaron y analizaron diferentes muestras de agua en las que detectaron una alta concentración de mercurio. Esto obligó a intervenir al punto de toma de la captación del Consorcio de Aguas de Tarragona.
Y así, con una alarma social que desembocó en reportajes-denuncia por parte de colectivos ecologistas y la divulgación de un estudio del CSIC y la Universitat de Barcelona en 2004 en el que se ponía de manifiesto la presencia de mercurio en los peces del río, comienza la elaboración del proyecto de descontaminación de la zona tras la realización de sondeos y el desarrollo de la cartografía.
Entre el 15 y el 20% de los lodos extraídos se consideran peligrosos, pero a día de hoy solo se ha tratado el 12%, por debajo de lo estimado
En este proyecto se presentaron tres alternativas: secar el río, con el inconveniente de desviar el curso; realizar un encofrado de los residuos, para movilizarlos, que también requería un desvío del curso natural y descontaminar ex situ; y la opción finalmente escogida que consiste en “extraer” los lodos contaminados, tratarlos y devolverlos limpios al cauce. Esta solución contó además con un amplio consenso de los diferentes grupos de interés.
El proceso
En los lodos Flix existen tres tipos de contaminantes: mercurio, compuestos organoclorados y otros metales pesados. Para eliminarlos, el proyecto se divide en tres fases: obras previas, auxiliares y de protección; obras de producción; y obras de desmantelamiento.
La primera fase de obras previas, auxiliares y de protección comienza en mayo de 2012 y consiste en la preparación del terreno y la ejecución para la extracción. En primer lugar, se construyó un muro doble alrededor de los sedimentos emergidos para crear una zona independiente y estanca. Este muro se compone de con dos vallados: uno de doblestacado de 1.800 metros de longitud y otro de doblepilotes de 1.100 metros. Asimismo, se ejecutaron las plantas de tratamiento de los lodos y de agua en el interior de Ercros.
Como medida de seguridad, aguas abajo del embalse se instalaron siete pozos de abastecimiento para los municipios ribereños, por si hubiera fugas durante el proceso. Además, en esta etapa también se preparó un depósito controlado de Clase II en el Racó de la Pubilla, en terrenos cedidos por el Ayuntamiento de Flix.
La segunda fase de obras de producción, que se está llevando a cabo en estos momentos, consiste en la descontaminación de los lodos. Como dato, en el momento en que se realizó este reportaje el lodo extraído alcanzaba el 34% Es necesario señalar que tan solo entre el 15 y el 20% de los lodos de Flix se consideran peligrosos. De hecho, a día de hoy solo se ha tratado el 12%, por debajo de lo estimado.
¿Y cómo se tratan?
Los sedimentos son extraídos de la zona “amurallada” con una cuchara ecológica que draga entre dos y tres lotes de 500 toneladas (700 m3) de lodos cada día. Podría pensarse que con más dragas de este tipo se iría más rápido, pero todo lo contrario: existe una limitación de espacio y turbidez. Remover los sedimentos demasiado sería contribuir a que los contaminantes “escaparan” por el río, donde tardarían dos días en llegar al Delta.
Posteriormente, cada lote se traslada a las instalaciones de AcuaMed, donde se separa mecánicamente el lodo de las arenas y gravas, que son devueltas al lecho. El lodo se deshidrata, con una humedad máxima del 30% y se analiza: si no supera los límites legales de contaminación, el residuo va directo al vertedero, que se encuentra a siete kilómetros de Flix. Por su parte, el agua recogida en el proceso de deshidratación se conduce a una estación de tratamiento y vuelve al río una vez limpia.
En el caso de que los parámetros de los lodos deshidratados superen los límites legales se realizan diversos procedimientos, dependiendo del tipo de contaminante detectado: Si aparecen únicamente metales pesados, se estabilizan con dos tipos de cemento y van a vertedero. En el caso de los residuos radiactivos, sobre todo sales de uranio, es un gestor autorizado el encargado de tratarlos en una depuradora mediante resinas especiales tras su disolución en agua. Si lo que se detectan son compuestos organoclorados, se tratan mediante un proceso de adsorción térmica.
Este último proceso sea, quizá, el más complicado de todos. Consiste en elevar la temperatura del lodo seco a poco más de 300º C para tratar los gases desprendidos. Una vez captados estos gases se vuelve a subir la temperatura del residuo en un breve periodo de tiempo, hasta 1.100º C, para seguidamente bajarla a 200º C mediante un enfriamiento rápido: Con esta subida y bajada de temperatura se produce ácido clorhídrico, al que se añade cal para que precipite, agua y dióxido de carbono. Es una operación excepcionalmente sensible, ya que si el tiempo de calentamiento se prolongara demasiado, aparecerían dioxinas y furanos, altamente contaminantes. Los lodos tratados de este modo tienen como último destino el vertedero de Racó de la Pubilla.
En 2015, la orilla derecha del Ebro en Flix debería retornar a un estado aceptable para el medio ambiente y la salud y seguridad de las personas
Finalmente, el vertedero de residuos inertes no peligrosos, operado por AcuaMed, recoge los residuos de toda la obra. El volumen previsto de lodos podría colmar el Camp Nou, dispuestos en un terreno dividido en 16 celdas aisladas entre sí con geotextil para evitar filtraciones. Una vez sellado, su gestión pasará a manos del Ayuntamiento de Flix durante los próximos 30 años.
El tratamiento de estos tres tipos de contaminantes a la vez es un caso único en el mundo. No existen situaciones similares a nivel internacional; si acaso, el dragado del puerto de Nueva York, en el que los ingenieros encargados de desarrollar todo el procedimiento tomaron como modelo en su procedimiento para la extracción de los lodos.
Las tecnologías utilizadas no son nuevas, sí lo es la combinación de las mismas. De hecho, por Flix han pasado expertos procedentes de China, Perú, Guatemala, Francia y Reino Unido, amén de los españoles (periodistas, universidades, etc.) que AcuaMed invita periódicamente.
¿Y el futuro?
El último paso a ejecutar en Flix, una vez completada la descontaminación de los fangos tóxicos, es el desmantelamiento de las instalaciones en el interior de Ercros y en la zona vallada del río, así como el sellado del vertedero con un plan posterior de restauración por terrazas.
Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer. La fábrica no tiene visos de cesar su actividad aunque sea reducida al mínimo: el siguiente paso sería limpiar el suelo donde se asienta, y el coste de esta obra es tan elevado que, curiosamente, elimina cualquier interés en cerrar una empresa que ha intoxicado el río Ebro en embalse de Flix durante más de un siglo.
¿Quien paga la limpieza del río? La descontaminación cuesta 165 millones
Aunque de que la Ley de Aguas entró en vigor en 1985, Ercros no modificó sus procedimientos de vertido hasta mucho después. En 2003, el Tribunal Supremo impuso a la compañía una multa de diez millones de euros por contaminar el río entre 1988 y 1993, único periodo en el que se pudo demostrar la contribución de la química a la contaminación de la orilla del río. La empresa recurrió el fallo ante el Tribunal Constitucional, y a día de hoy, no ha pagado ni un euro por contaminar el Ebro durante más de 100 años, y es posible que no lo haga nunca debido a sus problemas de solvencia.
De hecho, a pesar de haber contado en su momento de máximo esplendor con cerca de 2.000 empleados, en su mayoría habitantes de Flix, actualmente conserva alrededor de 150 personas, tras un ERE y diversas manifestaciones en el municipio y en Barcelona.
Con este panorama de crisis en la fuente de ingresos mayoritaria de la zona, los vecinos no se tomaron demasiado bien la llegada de AcuaMed. No entendieron por qué era necesario limpiar el río, si allí se habían bañado “toda la vida” sin problemas, en lo que trabajadores de la obra de limpieza del río tildan de “síndrome de Estocolmo”. Fue necesaria una ardua campaña de concienciación para convencer a la gente de los beneficios del proyecto.
La inversión total en el mismo asciende a 165 millones de euros, financiados al 70% por los fondos de cohesión de la UE y al 30% por el MAGRAMA y la Generalitat de Cataluña, a ejecutar antes de finales de 2015. Este presupuesto no contempla el global de la actuación de restitución territorial, que eleva la cifra hasta 223,3 millones de euros.
Con el tiempo, Flix se convertirá, además de un caso pionero en la descontaminación de un río por vertidos químicos, en un ejemplo clásico de que el principio “quien contamina, paga” de nuevo no se cumple en España.