Jim Kim, presidente del Banco Mundial, declara en la reunión del G-20 que el cambio climático constituye un “peligro real y actual”
Mié, 20/02/2013
Banco Mundial
Se transcribe a continuación una parte de los comentarios formulados en el día de hoy por el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, en las reuniones del Grupo de los Veinte, durante la primera sesión: Riesgos para la economía mundial.
“En una visión a más largo plazo, mi exposición sería incompleta si no destacara las graves consecuencias que tendría para las perspectivas económicas ignorar los serios desafíos que plantea el cambio climático. No se trata simplemente de riesgos, sino de verdaderas consecuencias.
También tengo presente que no es habitual que temas que giran en torno al cambio climático se planteen a los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales. Creo firmemente que es un error, y para respaldar mi opinión basta contemplar lo que está sucediendo en nuestro país anfitrión.
En el presente invierno, por ejemplo, Moscú experimentó nevadas sin precedentes. Los científicos especializados en el clima nos dicen que el calentamiento de la tierra traerá consigo cada vez más episodios de precipitaciones y otros períodos de fenómenos meteorológicos extremos. Hace apenas dos años y medio, una ola de calor extremo en Rusia causó 55 000 muertes. La población de Rusia experimentó pues, en los últimos años, dos episodios meteorológicos extremos sumamente inusuales. Uno de calor; otro de frío. No nos estamos refiriendo a un riesgo que pueda sobrevenir de aquí a 50 años, sino a riesgos que ya están presentes entre nosotros.
Ningún país — rico o pobre— está a salvo de los impactos de desastres relacionados con el clima. En Tailandia, por ejemplo, las inundaciones de 2011 provocaron pérdidas de aproximadamente US$45 000 millones, suma que equivale a alrededor del 13% del PIB. Los impactos de ese desastre no respetaron fronteras, y perturbaron las cadenas internacionales de suministros.
Los daños y pérdidas provocados por desastres naturales se triplicaron con creces en los últimos treinta años. A menudo, el fruto de años de trabajo en pos del desarrollo se destruye en días, incluso en minutos.
Hemos asistido a los arduos esfuerzos realizados por países desarrollados para hacer frente a tormentas de nieve y fenómenos como el huracán Sandy, pero menores aún son los recursos con que cuentan los países en desarrollo para mitigar los costos económicos y humanos de esos desastres. Nosotros, en el Grupo del Banco Mundial, hemos intensificado nuestra labor de mitigación, adaptación y gestión de riesgos de desastres. Desearía que el G-20 considerara con mayor detenimiento las medidas que es necesario que adoptemos para hacer frente al cambio climático, que constituye un peligro sumamente real y actual”.
“En una visión a más largo plazo, mi exposición sería incompleta si no destacara las graves consecuencias que tendría para las perspectivas económicas ignorar los serios desafíos que plantea el cambio climático. No se trata simplemente de riesgos, sino de verdaderas consecuencias.
También tengo presente que no es habitual que temas que giran en torno al cambio climático se planteen a los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales. Creo firmemente que es un error, y para respaldar mi opinión basta contemplar lo que está sucediendo en nuestro país anfitrión.
En el presente invierno, por ejemplo, Moscú experimentó nevadas sin precedentes. Los científicos especializados en el clima nos dicen que el calentamiento de la tierra traerá consigo cada vez más episodios de precipitaciones y otros períodos de fenómenos meteorológicos extremos. Hace apenas dos años y medio, una ola de calor extremo en Rusia causó 55 000 muertes. La población de Rusia experimentó pues, en los últimos años, dos episodios meteorológicos extremos sumamente inusuales. Uno de calor; otro de frío. No nos estamos refiriendo a un riesgo que pueda sobrevenir de aquí a 50 años, sino a riesgos que ya están presentes entre nosotros.
Ningún país — rico o pobre— está a salvo de los impactos de desastres relacionados con el clima. En Tailandia, por ejemplo, las inundaciones de 2011 provocaron pérdidas de aproximadamente US$45 000 millones, suma que equivale a alrededor del 13% del PIB. Los impactos de ese desastre no respetaron fronteras, y perturbaron las cadenas internacionales de suministros.
Los daños y pérdidas provocados por desastres naturales se triplicaron con creces en los últimos treinta años. A menudo, el fruto de años de trabajo en pos del desarrollo se destruye en días, incluso en minutos.
Hemos asistido a los arduos esfuerzos realizados por países desarrollados para hacer frente a tormentas de nieve y fenómenos como el huracán Sandy, pero menores aún son los recursos con que cuentan los países en desarrollo para mitigar los costos económicos y humanos de esos desastres. Nosotros, en el Grupo del Banco Mundial, hemos intensificado nuestra labor de mitigación, adaptación y gestión de riesgos de desastres. Desearía que el G-20 considerara con mayor detenimiento las medidas que es necesario que adoptemos para hacer frente al cambio climático, que constituye un peligro sumamente real y actual”.