Una filtración de agua, posible causa de la catástrofe de Cabrales, según los expertos
Mar, 18/09/2012
Una filtración de agua puede estar tras la catástrofe de Arenas de Cabrales, ocurrida en la noche del jueves, tras venirse abajo la ladera de una montaña y arrasar el barrio de Llambrias. Ésa es al menos la teoría que más convence a los investigadores que intentan determinar por qué se desmoronó un tramo del canal de una minicentral hidroeléctrica, provocando una tremenda avalancha de unos 40 millones de litros de agua, que arrastró más de 2.000 toneladas de rocas, lodo y árboles, y sepultó varias viviendas y queserías, causando la muerte a una mujer de 75 años, Carmen Lobeto, y heridas a otras tres personas.
Las primeras observaciones indican que la rotura de la conducción pudo tener su origen en la acumulación de agua bajo la misma, a causa de una filtración. Los esfuerzos de los investigadores se centrarán en determinar la existencia o no de esa filtración y, en su caso, de averiguar si procedía de una fisura existente en el propio canal (una posibilidad que los expertos consideran improbable, dado el grosor del suelo y las paredes) o de una fuente natural que existía justo en la zona en la que se registró el desprendimiento. En todo caso, existen sospechas de que se haya podido embalsar agua bajo el canal desde hacía años.
La empresa responsable de las instalaciones, E.On, realizó obras junto al canal en los días previos al accidente. La compañía contaba con un permiso municipal, aunque algunos vecinos han asegurado que los trabajos incluyeron la apertura de un camino, una pista paralela al canal, obra que hubiera requerido permiso del Gobierno del Principado, al desarrollarse en la ladera de un monte. En la zona del siniestro puede verse una especie de pista de más de dos metros de ancho, que conduce desde un antiguo camino que asciende por la ladera hasta las instalaciones de la central donde su ubica el tanque de carga. Los investigadores de la Policía Judicial deberán investigar si esos trabajos tuvieron que ver con la avalancha.
Mientras tanto, tres palas reanudaban ayer a primera hora de la mañana los trabajos de desescombro en el barrio de Llambrias, donde han quedado completamente destruidas dos queserías y una vivienda y seriamente afectados otros inmuebles. Los operarios trabajaron por espacio de una hora y media, hasta poco antes de las diez de la mañana. Los primeros trabajos en la zona se están centrando en volver a abrir el paso por el barrio de Llambrias, cuya carretera quedó sepultada por el desprendimiento, bajo cerca de cinco metros de escombros, rocas y lodo.
Al mediodía de ayer varios responsables de la empresa eléctrica, en compañía de obreros y personal de la empresa Tragsa, inspeccionaron el lugar de la catástrofe. Los peritos de la compañía mantuvieron por la tarde una reunión con los peritos de las compañías aseguradoras de los afectados.
Antes, por la mañana, los dueños de la quesería Vega de Tordín, Fermín Cotera y Dorita Díaz Posada,
mantuvieron una reunión en el Ayuntamiento de Cabrales con el alcalde, Toni Pérez Prieto, y el teniente de alcalde, Paco González. «Hemos pedido que nos ayuden. Queremos trasladar la quesería a otro lugar», indicó la mujer. «Lo de ser quesera lo llevo muy dentro pues muchas generaciones de mi familia se han dedicado a esto y seguiré luchando por ello. Quiero seguir elaborando queso, pues lo vivo intensamente y estoy enamorada de esta profesión», añadió. Dorita Díaz se mostró satisfecha con el resultado de la reunión: «nos han dicho que nos ayudarán en lo todo lo que puedan. Veo una buena intención por tratar de ayudarnos», añadió.
La elaboradora se mostró muy dolida con el presidente del Consejo Regulador del queso de Cabrales,
José Bada. «Han pasado cinco días y los afectados de las dos queserías todavía no hemos recibido ninguna
llamada suya, ni ha aparecido por el lugar de los hechos. Por ética y moral debería haberse puesto en contacto con los afectados. No ha mostrado el más mínimo interés por nosotros», aseguró muy contrariada la artesana.
Domicilio maltrecho
Raquel Puente y Juan Ángel Prieto son otros de los afectados por la rotura del canal de la central de Arenas de Cabrales, pues perdieron en el siniestro su empleo, al arrasar la marea de lodo y piedras la quesería El Cares en la que trabajaban, dejando también maltrecho su domicilio que resulto inundado. Ayer manifestaban que E.On les ha proporcionado una casa rural en Arenas de Cabrales. «El domingo entramos en casa para buscar enseres de primera necesidad», aseguró Puente, quien volvió entonces a su
casa por primera vez tras la tragedia de la madrugada del jueves. «Dentro tenía la sensación de que todo
temblaba aunque igual eran cosas mías como consecuencia de los nervios», destacó. La mujer pudo
rescatar de la planta superior de la vivienda, menos afectada por el alud, varios objetos personales, como un colchón viscoelástico que había comprado hace dos meses.
Dos de los heridos en Llambrias continúan ingresados en el Hospital de Oviedo. Julia Morago, de 79
años, madre de Raquel Puente, evoluciona favorablemente y ya ha sido trasladada a planta. «Aún tiene
dolores pero va mejor», comentó su hija. Morago no consigue quitarse de la cabeza lo sucedido. «De ánimo sigue mal. Está todo el día recordando lo que pasó, al igual que mi padre», afirmó ayer Raquel
Puente. El otro ingresado, Severino Díaz, de 55 años, hijo de la fallecida, continua estable en la unidad de
cuidados intensivos, tras ser sometido el domingo a una operación.
La zona por la que bajó la tromba de agua, piedras, roca y árboles.
Las primeras observaciones indican que la rotura de la conducción pudo tener su origen en la acumulación de agua bajo la misma, a causa de una filtración. Los esfuerzos de los investigadores se centrarán en determinar la existencia o no de esa filtración y, en su caso, de averiguar si procedía de una fisura existente en el propio canal (una posibilidad que los expertos consideran improbable, dado el grosor del suelo y las paredes) o de una fuente natural que existía justo en la zona en la que se registró el desprendimiento. En todo caso, existen sospechas de que se haya podido embalsar agua bajo el canal desde hacía años.
La empresa responsable de las instalaciones, E.On, realizó obras junto al canal en los días previos al accidente. La compañía contaba con un permiso municipal, aunque algunos vecinos han asegurado que los trabajos incluyeron la apertura de un camino, una pista paralela al canal, obra que hubiera requerido permiso del Gobierno del Principado, al desarrollarse en la ladera de un monte. En la zona del siniestro puede verse una especie de pista de más de dos metros de ancho, que conduce desde un antiguo camino que asciende por la ladera hasta las instalaciones de la central donde su ubica el tanque de carga. Los investigadores de la Policía Judicial deberán investigar si esos trabajos tuvieron que ver con la avalancha.
Mientras tanto, tres palas reanudaban ayer a primera hora de la mañana los trabajos de desescombro en el barrio de Llambrias, donde han quedado completamente destruidas dos queserías y una vivienda y seriamente afectados otros inmuebles. Los operarios trabajaron por espacio de una hora y media, hasta poco antes de las diez de la mañana. Los primeros trabajos en la zona se están centrando en volver a abrir el paso por el barrio de Llambrias, cuya carretera quedó sepultada por el desprendimiento, bajo cerca de cinco metros de escombros, rocas y lodo.
Al mediodía de ayer varios responsables de la empresa eléctrica, en compañía de obreros y personal de la empresa Tragsa, inspeccionaron el lugar de la catástrofe. Los peritos de la compañía mantuvieron por la tarde una reunión con los peritos de las compañías aseguradoras de los afectados.
Antes, por la mañana, los dueños de la quesería Vega de Tordín, Fermín Cotera y Dorita Díaz Posada,
mantuvieron una reunión en el Ayuntamiento de Cabrales con el alcalde, Toni Pérez Prieto, y el teniente de alcalde, Paco González. «Hemos pedido que nos ayuden. Queremos trasladar la quesería a otro lugar», indicó la mujer. «Lo de ser quesera lo llevo muy dentro pues muchas generaciones de mi familia se han dedicado a esto y seguiré luchando por ello. Quiero seguir elaborando queso, pues lo vivo intensamente y estoy enamorada de esta profesión», añadió. Dorita Díaz se mostró satisfecha con el resultado de la reunión: «nos han dicho que nos ayudarán en lo todo lo que puedan. Veo una buena intención por tratar de ayudarnos», añadió.
La elaboradora se mostró muy dolida con el presidente del Consejo Regulador del queso de Cabrales,
José Bada. «Han pasado cinco días y los afectados de las dos queserías todavía no hemos recibido ninguna
llamada suya, ni ha aparecido por el lugar de los hechos. Por ética y moral debería haberse puesto en contacto con los afectados. No ha mostrado el más mínimo interés por nosotros», aseguró muy contrariada la artesana.
Domicilio maltrecho
Raquel Puente y Juan Ángel Prieto son otros de los afectados por la rotura del canal de la central de Arenas de Cabrales, pues perdieron en el siniestro su empleo, al arrasar la marea de lodo y piedras la quesería El Cares en la que trabajaban, dejando también maltrecho su domicilio que resulto inundado. Ayer manifestaban que E.On les ha proporcionado una casa rural en Arenas de Cabrales. «El domingo entramos en casa para buscar enseres de primera necesidad», aseguró Puente, quien volvió entonces a su
casa por primera vez tras la tragedia de la madrugada del jueves. «Dentro tenía la sensación de que todo
temblaba aunque igual eran cosas mías como consecuencia de los nervios», destacó. La mujer pudo
rescatar de la planta superior de la vivienda, menos afectada por el alud, varios objetos personales, como un colchón viscoelástico que había comprado hace dos meses.
Dos de los heridos en Llambrias continúan ingresados en el Hospital de Oviedo. Julia Morago, de 79
años, madre de Raquel Puente, evoluciona favorablemente y ya ha sido trasladada a planta. «Aún tiene
dolores pero va mejor», comentó su hija. Morago no consigue quitarse de la cabeza lo sucedido. «De ánimo sigue mal. Está todo el día recordando lo que pasó, al igual que mi padre», afirmó ayer Raquel
Puente. El otro ingresado, Severino Díaz, de 55 años, hijo de la fallecida, continua estable en la unidad de
cuidados intensivos, tras ser sometido el domingo a una operación.
La zona por la que bajó la tromba de agua, piedras, roca y árboles.