Rio eres y rio seras
Lun, 16/07/2012
El concurso de ideas convocado por la Fundación Ciedes, que dirige el Plan Estratégico de Málaga, para buscar una solución a la cicatriz que en la trama urbana de la ciudad es el cauce seco y deteriorado del río Guadalmedina, ha acabado resultando una reivindicación de la obviedad. El Guadalmedina es un río, y por tanto la mejor solución para su futuro y el de la ciudad será tratarlo como tal. Ese es en esencia el planteamiento de la propuesta ganadora, la dirigida por el urbanista malagueño José Seguí, muy rompedor porque propone recuperar las riberas del río y liberarlo de su encajonamiento. Pero la idea de recuperar aprovechamientos fluviales está también en la mayoría de los proyectos presentados. Solo tres de los 16 han contemplado el embovedamiento del cauce, la idea de partida sobre la que ha girado el arduo debate institucional y político durante años.
El concurso de ideas para el Guadalmedina ha dejado en evidencia la distancia que hay en ocasiones entre los planteamientos de los políticos y de quienes realmente son expertos en sus materias, en este caso ingenieros, arquitectos o urbanistas. Cuando se les ha dado voz casi todos han estado de acuerdo, con más o menos matices. ¿Por qué empeñarse en olvidar que el Guadalmedina es un río? Todas las ideas presentadas, y especialmente la ganadora, entierran la idea que el alcalde, Francisco de la Torre, expuso en su primer discurso de investidura hace 12 años de convertir lo que un día fue río en el "paseo de la Castellana" de Málaga, una gran avenida de penetración norte-sur de la ciudad. Las bases del concurso no establecen que la idea premiada sea necesariamente adoptada como proyecto a ejecutar, pero es significativo que casi todas todas defiendan el mantenimiento del cauce sin embovedar.
Lo malo es que cuando al fin hay una propuesta consensuada, escogida por un jurado representativo de las principales instancias sociales y políticas de la ciudad, la crisis apenas deja opciones para ejecutarla, como ha reconocido el alcalde. Y eso que Seguí resalta que una de las bondades de su propuesta es que es "posibilista y de fácil ejecución" porque no requiere costes en actuaciones hidráulicas, normalmente muy costosas, se ejecutaría en seis fases, y en su presupuesto de 146 millones de euros cabe la participación de la iniciativa privada.
Más río más ciudad es el lema de la propuesta ganadora. Seguí ha partido de la idea de que no es el río en sí mismo el que hace de barrera, sino sus actuales muros de encauzamiento. "El muro es el elemento perturbador de la permeabilidad urbana, porque hace un efecto cajón y ha generado un espacio inútil de cauce artificial, que no tiene solución ni con su ajardinamiento, por su difícil acceso para el ciudadano y la falta de continuidad urbana, ni por su embovedado, que haría desaparecer su huella histórica y genera graves problemas de mantenimiento". El río fue encauzado a comienzos del siglo XX, cuando se construyó la presa de El Limonero para preservar a la ciudad de las crecidas y avenidas que se producían a menudo con graves consecuencias en ocasiones.
La propuesta de Seguí de recuperar un cauce con una lámina permanente de agua, y las riberas del río como espacio de paseo, disfrute y algunas dotaciones recreativas, no requiere de grandes actuaciones de infraestructura. Solamente es precisa una modificación de las normas de uso de la presa de El Limonero, que no se concibió como un embalse de almacenamiento de agua (su aporte al consumo es insignificante) sino como defensa, para que se garantice un volumen mínimo de 26,6 hectómetros cúbicos para la lámina de agua permanente. La regulación del embalse es por tanto la clave que permitirá que la ciudad recupere un río e incorporarlo a su trama urbana como un valor y un elemento de permeabilidad, en lugar de una cicatriz inútil y generadora de suciedad. "Controlar la regulación del embalse es el principio de la urbanidad del cauce del río. Intentar concebir el embalse como una presa sería mantener un peligro constante sobre la ciudad, y tratar de utilizarla como cabecera para operaciones de trasvase sería un grave error, ya que no fue proyectada para tal función, con el objetivo de no provocar nunca ningún riesgo para la ciudad", defiende el proyecto de Seguí, que plantea que la gestión del embalse como "regulación" y no como "acumulación" es la solución para lograr mayor relación ciudad-río, mayor identificación descubriendo las riberas del río, "mayor capacidad de hacer ciudad".
La mayoría del presupuesto, 118 millones de euros, sería para las actuaciones de urbanización en las riberas. El proyecto contempla la construcción de una torre mirador y una pasarela junto a la desembocadura, en el puerto, y habilitar una zona de embarcadero y kioscos con bares y restaurantes junto al Centro de Arte Contemporáneo, un parque fotovoltaico que generaría la energía necesaria para el parque fluvial en la zona de Martiricos, y un museo de ciencias en La Virreina. Al recuperar el cauce con ribera, el río sería accesible desde cualquier punto.
El concurso de ideas para el Guadalmedina ha dejado en evidencia la distancia que hay en ocasiones entre los planteamientos de los políticos y de quienes realmente son expertos en sus materias, en este caso ingenieros, arquitectos o urbanistas. Cuando se les ha dado voz casi todos han estado de acuerdo, con más o menos matices. ¿Por qué empeñarse en olvidar que el Guadalmedina es un río? Todas las ideas presentadas, y especialmente la ganadora, entierran la idea que el alcalde, Francisco de la Torre, expuso en su primer discurso de investidura hace 12 años de convertir lo que un día fue río en el "paseo de la Castellana" de Málaga, una gran avenida de penetración norte-sur de la ciudad. Las bases del concurso no establecen que la idea premiada sea necesariamente adoptada como proyecto a ejecutar, pero es significativo que casi todas todas defiendan el mantenimiento del cauce sin embovedar.
Lo malo es que cuando al fin hay una propuesta consensuada, escogida por un jurado representativo de las principales instancias sociales y políticas de la ciudad, la crisis apenas deja opciones para ejecutarla, como ha reconocido el alcalde. Y eso que Seguí resalta que una de las bondades de su propuesta es que es "posibilista y de fácil ejecución" porque no requiere costes en actuaciones hidráulicas, normalmente muy costosas, se ejecutaría en seis fases, y en su presupuesto de 146 millones de euros cabe la participación de la iniciativa privada.
Más río más ciudad es el lema de la propuesta ganadora. Seguí ha partido de la idea de que no es el río en sí mismo el que hace de barrera, sino sus actuales muros de encauzamiento. "El muro es el elemento perturbador de la permeabilidad urbana, porque hace un efecto cajón y ha generado un espacio inútil de cauce artificial, que no tiene solución ni con su ajardinamiento, por su difícil acceso para el ciudadano y la falta de continuidad urbana, ni por su embovedado, que haría desaparecer su huella histórica y genera graves problemas de mantenimiento". El río fue encauzado a comienzos del siglo XX, cuando se construyó la presa de El Limonero para preservar a la ciudad de las crecidas y avenidas que se producían a menudo con graves consecuencias en ocasiones.
La propuesta de Seguí de recuperar un cauce con una lámina permanente de agua, y las riberas del río como espacio de paseo, disfrute y algunas dotaciones recreativas, no requiere de grandes actuaciones de infraestructura. Solamente es precisa una modificación de las normas de uso de la presa de El Limonero, que no se concibió como un embalse de almacenamiento de agua (su aporte al consumo es insignificante) sino como defensa, para que se garantice un volumen mínimo de 26,6 hectómetros cúbicos para la lámina de agua permanente. La regulación del embalse es por tanto la clave que permitirá que la ciudad recupere un río e incorporarlo a su trama urbana como un valor y un elemento de permeabilidad, en lugar de una cicatriz inútil y generadora de suciedad. "Controlar la regulación del embalse es el principio de la urbanidad del cauce del río. Intentar concebir el embalse como una presa sería mantener un peligro constante sobre la ciudad, y tratar de utilizarla como cabecera para operaciones de trasvase sería un grave error, ya que no fue proyectada para tal función, con el objetivo de no provocar nunca ningún riesgo para la ciudad", defiende el proyecto de Seguí, que plantea que la gestión del embalse como "regulación" y no como "acumulación" es la solución para lograr mayor relación ciudad-río, mayor identificación descubriendo las riberas del río, "mayor capacidad de hacer ciudad".
La mayoría del presupuesto, 118 millones de euros, sería para las actuaciones de urbanización en las riberas. El proyecto contempla la construcción de una torre mirador y una pasarela junto a la desembocadura, en el puerto, y habilitar una zona de embarcadero y kioscos con bares y restaurantes junto al Centro de Arte Contemporáneo, un parque fotovoltaico que generaría la energía necesaria para el parque fluvial en la zona de Martiricos, y un museo de ciencias en La Virreina. Al recuperar el cauce con ribera, el río sería accesible desde cualquier punto.