Embalses desnudos
Lun, 09/04/2012
Francisco Díaz-Fierros explica que el déficit de agua alcanza en la actualidad entre un 30 y un 50%, con una cifra equivalente en la reducción de la producción de forrajes.
Aunque todavía no se han iniciado las restricciones, si no llueve la desnudez de algunos embalses de Galicia amenaza con deparar muchas fotos de portada en los próximos meses. De hecho, desde la clase política las llamadas al consumo responsable ya vienen de lejos. En Portodemouros, un embalse ubicado en los municipios de Arzúa (La Coruña), Santiso (La Coruña) y Vila de Cruces (Pontevedra), donde otrora se disputaban competiciones nacionales de piragüismo, el inmenso hoyo que ha quedado al descubierto por la bajada del río Ulla es de impresión.
Allí, Jorge, de Carballiño; y José Valeiras, de Lugo, dicen a este periódico que intentan pescar truchas, pero ambos dan a entender que lo único que tratan es de pasar una buena mañana. «Con tan poca agua, no sé cómo caben todas», bromea Jorge sobre los ejemplares. Los dos llevaban tiempo sin visitar el embalse, un par de años, y se han llevado una sorpresa. Señalan arriba, a lo lejos, cuando marcan los límites a los que solía llegar el agua almacenada.
Y en Portomarín (Lugo), no solo se puede cruzar el puente antiguo, sino que algunas partes del río Miño se pueden vadear a pie. Los restos de las edificaciones del antiguo pueblo, sumergido en el año 1960 para construir el embalse, están a la vista. La infraestructura viene perdiendo agua desde hace un año, explica Manuel Pardo, que nunca ha visto la presa así. En parte, Portomarín perdió acopio de agua por la producción eléctrica y porque otro embalse de la zona está lleno. Pero a estos extremos los ha llevado la sequía.
La marca oscura en el nuevo puente muestra que en la zona donde hablamos con él no podríamos más que bucear hace no demasiado tiempo.
Y con la sequía se han anticipado los fuegos. El número de hectáreas calcinadas hasta finales de marzo alcanzaba en Galicia las 3.900. El dato todavía está por debajo del alcanzado en el ejercicio de 2008 (más de 4.000 hectáreas), pero la ola de la última semana ha elevado en mucho los registros. Y no solo hay que lamentar el monte quemado por el fuego, sino la vida de un brigadista veterano en Castrelo.
En el trayecto, es posible ver una escena tan extraña como peregrinos de todas partes de España tapando la cara para no respirar la ceniza mientras recorren el Camino de Santiago a la altura de Portomarín en sus días de vacaciones de esta Semana Santa.
Aunque todavía no se han iniciado las restricciones, si no llueve la desnudez de algunos embalses de Galicia amenaza con deparar muchas fotos de portada en los próximos meses. De hecho, desde la clase política las llamadas al consumo responsable ya vienen de lejos. En Portodemouros, un embalse ubicado en los municipios de Arzúa (La Coruña), Santiso (La Coruña) y Vila de Cruces (Pontevedra), donde otrora se disputaban competiciones nacionales de piragüismo, el inmenso hoyo que ha quedado al descubierto por la bajada del río Ulla es de impresión.
Allí, Jorge, de Carballiño; y José Valeiras, de Lugo, dicen a este periódico que intentan pescar truchas, pero ambos dan a entender que lo único que tratan es de pasar una buena mañana. «Con tan poca agua, no sé cómo caben todas», bromea Jorge sobre los ejemplares. Los dos llevaban tiempo sin visitar el embalse, un par de años, y se han llevado una sorpresa. Señalan arriba, a lo lejos, cuando marcan los límites a los que solía llegar el agua almacenada.
Y en Portomarín (Lugo), no solo se puede cruzar el puente antiguo, sino que algunas partes del río Miño se pueden vadear a pie. Los restos de las edificaciones del antiguo pueblo, sumergido en el año 1960 para construir el embalse, están a la vista. La infraestructura viene perdiendo agua desde hace un año, explica Manuel Pardo, que nunca ha visto la presa así. En parte, Portomarín perdió acopio de agua por la producción eléctrica y porque otro embalse de la zona está lleno. Pero a estos extremos los ha llevado la sequía.
La marca oscura en el nuevo puente muestra que en la zona donde hablamos con él no podríamos más que bucear hace no demasiado tiempo.
Y con la sequía se han anticipado los fuegos. El número de hectáreas calcinadas hasta finales de marzo alcanzaba en Galicia las 3.900. El dato todavía está por debajo del alcanzado en el ejercicio de 2008 (más de 4.000 hectáreas), pero la ola de la última semana ha elevado en mucho los registros. Y no solo hay que lamentar el monte quemado por el fuego, sino la vida de un brigadista veterano en Castrelo.
En el trayecto, es posible ver una escena tan extraña como peregrinos de todas partes de España tapando la cara para no respirar la ceniza mientras recorren el Camino de Santiago a la altura de Portomarín en sus días de vacaciones de esta Semana Santa.