Hacia un uso eficiente de los recursos hídricos en Europa: el nuevo informe de la AEMA
Mié, 14/03/2012
Según un nuevo informe elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), Europa debe redoblar esfuerzos para hacer un uso más eficiente del agua y evitar que su economía se vea afectada. El uso ineficaz del agua tiene efectos negativos en los recursos de los que dependen los ecosistemas y las personas, dos elementos esenciales para la productividad y la seguridad europeas.
El informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) titulado «Hacia un uso eficiente de los recursos hídricos en Europa» aboga por una gestión integral del agua, empezando por una mejor aplicación de la legislación actual.
«La presión sobre los recursos hídricos está aumentando en muchas zonas de Europa, y la situación empeora» advierte Jacqueline McGlade, Directora Ejecutiva de la AEMA.
«La agricultura, la producción de energía, el sector industrial, el abastecimiento público de agua y los ecosistemas: todos ellos son importantes y se disputan este limitado recurso. El cambio climático está disminuyendo la previsibilidad del abastecimiento de agua; por ello es sumamente importante que Europa haga un uso más eficaz de ésta para que puedan beneficiarse todos los usuarios. Los recursos hídricos deberían gestionarse tan eficazmente como cualquier otro de los recursos naturales de un país».
La escasez de agua tiene graves consecuencias en las economías que dependen de la agricultura y de la industria. A veces, incluso, ha obligado a imponer restricciones de agua potable en algunas zonas de Europa. También afecta indirectamente a la economía, ya que la reducción del caudal de los ríos, el descenso del nivel de los lagos y de los acuíferos y la desaparición de los humedales pueden tener efectos devastadores en los sistemas naturales en los que se sustenta la productividad económica.
Cada vez con mayor frecuencia, algunas zonas de Europa tienen que competir por la obtención de recursos hídricos. En la Unión Europea, una cuarta parte del agua que proviene del medio natural se destina al sector agrícola, aunque este porcentaje es mucho mayor en la Europa meridional, donde puede alcanzar el 80%. Alrededor de la quinta parte del agua va a la red de abastecimiento público, de la que más de una cuarta parte acaba en las cisternas de los inodoros. Las instalaciones hidroeléctricas modifican la estructura natural y el caudal de los ríos y lagos, afectando negativamente a los ecosistemas.
La agricultura es un sector en el que se podría obtener fácilmente un rendimiento del uso eficiente de los recursos, ya que en el riego de cosechas se desaprovechan grandes cantidades de agua. Algunas estimaciones apuntan a que se podría ahorrar casi la cuarta parte del agua extraída para el riego en Europa con sólo cambiar el tipo de conducciones o los canales de riego utilizados. También sería necesario mejorar las redes de abastecimiento público de agua, ya que en algunos de los Estados miembros de la UE se pierde hasta un 50 % del agua potable.
El informe subraya que el uso ineficaz del agua conlleva, además, un aumento del consumo de energía, lo que genera costes ambientales y financieros añadidos. Así, mientras que la energía necesaria para bombear y potabilizar agua dulce está alrededor de 0,6 kWh/m3, para desalar agua marina son necesarios 4 kWh/m3 de más. Varios países europeos utilizan tecnologías de desalación del agua, y, entre ellos despunta España que es uno de los mayores usuarios mundiales de esta tecnología.
En el informe se afirma que las autoridades deberían definir objetivos ambientales claros para el aprovechamiento del agua teniendo en cuenta la sostenibilidad de los recursos. Estos objetivos variarían en función de los recursos disponibles, pero deben establecerse de forma que garanticen que el medio natural dispone de agua suficiente para funcionar. Se necesita una forma de «disociación» para que una mayor productividad económica no conlleve un aumento del uso del agua y de los efectos negativos para el ambiente.
Históricamente, el precio del agua en Europa no ha reflejado el verdadero coste financiero del abastecimiento de agua ni los costes económicos para el medio ambiente.
La consecuencia ha sido contaminación y escasez de agua que, a su vez, impone costes al medio ambiente y a la sociedad. Un ejemplo: en general el ciudadano debe pagar el coste de la potabilización del agua que ha sido contaminada por la agricultura y la industria. Poner un precio justo al agua puede incentivar un uso más eficiente del agua y la innovación tecnológica. El uso eficaz de los impuestos, subvenciones, mecanismos de mercado, sistemas de tarificación y otros instrumentos económicos pueden contribuir también a equilibrar la demanda conflictiva sobre el agua.
A finales de este año, un plan rector para proteger las aguas europeas «Proyecto para salvaguardar los recursos hídricos de la UE, publicado por la Comisión Europea, esbozará la legislación futura en este ámbito. En el transcurso de 2012, la AEMA publicará una serie de informes sobre cuestiones relacionadas con el agua, detallando los retos y las oportunidades en este ámbito.
El informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) titulado «Hacia un uso eficiente de los recursos hídricos en Europa» aboga por una gestión integral del agua, empezando por una mejor aplicación de la legislación actual.
«La presión sobre los recursos hídricos está aumentando en muchas zonas de Europa, y la situación empeora» advierte Jacqueline McGlade, Directora Ejecutiva de la AEMA.
«La agricultura, la producción de energía, el sector industrial, el abastecimiento público de agua y los ecosistemas: todos ellos son importantes y se disputan este limitado recurso. El cambio climático está disminuyendo la previsibilidad del abastecimiento de agua; por ello es sumamente importante que Europa haga un uso más eficaz de ésta para que puedan beneficiarse todos los usuarios. Los recursos hídricos deberían gestionarse tan eficazmente como cualquier otro de los recursos naturales de un país».
La escasez de agua tiene graves consecuencias en las economías que dependen de la agricultura y de la industria. A veces, incluso, ha obligado a imponer restricciones de agua potable en algunas zonas de Europa. También afecta indirectamente a la economía, ya que la reducción del caudal de los ríos, el descenso del nivel de los lagos y de los acuíferos y la desaparición de los humedales pueden tener efectos devastadores en los sistemas naturales en los que se sustenta la productividad económica.
Cada vez con mayor frecuencia, algunas zonas de Europa tienen que competir por la obtención de recursos hídricos. En la Unión Europea, una cuarta parte del agua que proviene del medio natural se destina al sector agrícola, aunque este porcentaje es mucho mayor en la Europa meridional, donde puede alcanzar el 80%. Alrededor de la quinta parte del agua va a la red de abastecimiento público, de la que más de una cuarta parte acaba en las cisternas de los inodoros. Las instalaciones hidroeléctricas modifican la estructura natural y el caudal de los ríos y lagos, afectando negativamente a los ecosistemas.
La agricultura es un sector en el que se podría obtener fácilmente un rendimiento del uso eficiente de los recursos, ya que en el riego de cosechas se desaprovechan grandes cantidades de agua. Algunas estimaciones apuntan a que se podría ahorrar casi la cuarta parte del agua extraída para el riego en Europa con sólo cambiar el tipo de conducciones o los canales de riego utilizados. También sería necesario mejorar las redes de abastecimiento público de agua, ya que en algunos de los Estados miembros de la UE se pierde hasta un 50 % del agua potable.
El informe subraya que el uso ineficaz del agua conlleva, además, un aumento del consumo de energía, lo que genera costes ambientales y financieros añadidos. Así, mientras que la energía necesaria para bombear y potabilizar agua dulce está alrededor de 0,6 kWh/m3, para desalar agua marina son necesarios 4 kWh/m3 de más. Varios países europeos utilizan tecnologías de desalación del agua, y, entre ellos despunta España que es uno de los mayores usuarios mundiales de esta tecnología.
En el informe se afirma que las autoridades deberían definir objetivos ambientales claros para el aprovechamiento del agua teniendo en cuenta la sostenibilidad de los recursos. Estos objetivos variarían en función de los recursos disponibles, pero deben establecerse de forma que garanticen que el medio natural dispone de agua suficiente para funcionar. Se necesita una forma de «disociación» para que una mayor productividad económica no conlleve un aumento del uso del agua y de los efectos negativos para el ambiente.
Históricamente, el precio del agua en Europa no ha reflejado el verdadero coste financiero del abastecimiento de agua ni los costes económicos para el medio ambiente.
La consecuencia ha sido contaminación y escasez de agua que, a su vez, impone costes al medio ambiente y a la sociedad. Un ejemplo: en general el ciudadano debe pagar el coste de la potabilización del agua que ha sido contaminada por la agricultura y la industria. Poner un precio justo al agua puede incentivar un uso más eficiente del agua y la innovación tecnológica. El uso eficaz de los impuestos, subvenciones, mecanismos de mercado, sistemas de tarificación y otros instrumentos económicos pueden contribuir también a equilibrar la demanda conflictiva sobre el agua.
A finales de este año, un plan rector para proteger las aguas europeas «Proyecto para salvaguardar los recursos hídricos de la UE, publicado por la Comisión Europea, esbozará la legislación futura en este ámbito. En el transcurso de 2012, la AEMA publicará una serie de informes sobre cuestiones relacionadas con el agua, detallando los retos y las oportunidades en este ámbito.