La influencia de las cianobacterias en el agua será abordada en un curso de verano
Mar, 13/03/2012
Un aumento sin precedentes en la demanda mundial de agua amenaza los principales objetivos de desarrollo, advierte la última edición del Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo (WWDR4), titulado "La gestión del agua en un contexto de incertidumbre y riesgo".
La mayor demanda de alimentos, la rápida urbanización y el cambio climático ejercen una creciente presión sobre este recurso. Frente a esta situación, es necesario repensar por completo su gestión, concluye el Informe, que presentarán el 12 de marzo en el Foro Mundial del Agua de Marsella el presidente de ONU-Agua, Michel Jarraud, y la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova.
“A la vista de las necesidades y de la demanda, el agua no se está utilizando de manera sostenible. Carecemos de información fiable y la gestión del agua se hace de manera fragmentada. En este contexto, el porvenir es cada vez más incierto y es muy posible que los riesgos vayan a más”, asegura Irina Bokova en el prefacio del Informe.
“Los desafíos, los riesgos y las incertidumbres que surgen frente al desarrollo sostenible y a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas exigen la respuesta colectiva de la comunidad internacional”, declara Michel Jarraud. “ONU-Agua llevará los mensajes más importantes de este Informe a la Cumbre de Río+20, que se celebra en junio de 2012”.
Según el Informe, numerosas personas del mundo tienen acceso al agua potable –86% de la población de los países en desarrollo la tendrán de aquí a 2015. Pero, todavía hoy, mil millones de personas no tienen acceso a ella en las ciudades, y esta cifra aumenta. Las infraestructuras sanitarias no siguen el ritmo de la evolución urbana mundial, cuya población, según las previsiones, se duplicará de aquí a 2050 para alcanzar 6.300 millones de personas. Además, actualmente más de 80% de las aguas servidas no se colecta ni se trata.
Al mismo tiempo, el Informe estima que el mundo necesitará 70% más de alimentos a mediados de siglo, con una demanda creciente de productos de origen animal. Este alza en la demanda alimentaria podría traducirse en un aumento de 19% en el agua utilizada por el sector agrícola, que ya representa 70% del consumo mundial. Los autores subrayan que estas cifras podrían aumentar más aún si en los próximos años no mejora el rendimiento agrícola.
Para responder al aumento continuo en la demanda, se recurre cada vez más a las aguas subterráneas. El resultado de esta “revolución silenciosa” es que las extracciones de este agua se han triplicado en el transcurso de los últimos 50 años. Algunas de estas cuencas subterráneas, no renovables, ya han alcanzado niveles críticos. Frente al aumento de las necesidades agrícolas, muchos países han comenzado a comprar tierras fértiles fuera de su jurisdicción, en particular en África. La compra transnacional de tierras ha pasado de 15-20 millones de hectáreas en 2009 a más de 70 millones en la actualidad. Y el abastecimiento de agua nunca aparece mencionado de manera explícita en los acuerdos firmados entre países.
En los próximos años, el cambio climático repercutirá aún más negativamente en los recursos hídricos, ya que modificará la pluviosidad y la humedad del suelo, aumentará el deshielo de los glaciares y cambiará el curso de los ríos y de las corrientes de aguas subterráneas. Los riesgos relacionados con el agua representan ya 90% de las catástrofes naturales, y su frecuencia e intensidad siguen aumentando. Los autores del Informe estiman que la producción agrícola del Sur de Asia y del África austral será la más afectada por el cambio climático de aquí a 2030. Se prevé, por último, que el estrés hídrico del centro y el sur de Europa continúe acentuándose de aquí a 2070 para afectar a un total de 44 millones de personas.
El Informe prevé que estas presiones exacerben las disparidades entre países, y también entre diferentes sectores y regiones dentro de los países. Y esta evolución se hará en detrimento de los más pobres. La falta crónica de financiamiento no ha permitido a los gestores del agua hacer las necesarias adaptaciones. Si no se da al agua un lugar más importante en los proyectos de desarrollo, miles de millones de personas, en especial en los países en desarrollo, podrían verse confrontadas a una merma de sus medios de subsistencia y sus oportunidades de éxito. Es necesaria, pues, una mejor gobernanza de los recursos hídricos, en particular inversiones de los sectores público y privado en infraestructuras.
El Informe es fruto del esfuerzo colectivo de los organismos miembros de ONU-Agua y sus socios. Lo coordina el Programa Mundial de Gestión de los recursos hídricos.
La mayor demanda de alimentos, la rápida urbanización y el cambio climático ejercen una creciente presión sobre este recurso. Frente a esta situación, es necesario repensar por completo su gestión, concluye el Informe, que presentarán el 12 de marzo en el Foro Mundial del Agua de Marsella el presidente de ONU-Agua, Michel Jarraud, y la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova.
“A la vista de las necesidades y de la demanda, el agua no se está utilizando de manera sostenible. Carecemos de información fiable y la gestión del agua se hace de manera fragmentada. En este contexto, el porvenir es cada vez más incierto y es muy posible que los riesgos vayan a más”, asegura Irina Bokova en el prefacio del Informe.
“Los desafíos, los riesgos y las incertidumbres que surgen frente al desarrollo sostenible y a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas exigen la respuesta colectiva de la comunidad internacional”, declara Michel Jarraud. “ONU-Agua llevará los mensajes más importantes de este Informe a la Cumbre de Río+20, que se celebra en junio de 2012”.
Según el Informe, numerosas personas del mundo tienen acceso al agua potable –86% de la población de los países en desarrollo la tendrán de aquí a 2015. Pero, todavía hoy, mil millones de personas no tienen acceso a ella en las ciudades, y esta cifra aumenta. Las infraestructuras sanitarias no siguen el ritmo de la evolución urbana mundial, cuya población, según las previsiones, se duplicará de aquí a 2050 para alcanzar 6.300 millones de personas. Además, actualmente más de 80% de las aguas servidas no se colecta ni se trata.
Al mismo tiempo, el Informe estima que el mundo necesitará 70% más de alimentos a mediados de siglo, con una demanda creciente de productos de origen animal. Este alza en la demanda alimentaria podría traducirse en un aumento de 19% en el agua utilizada por el sector agrícola, que ya representa 70% del consumo mundial. Los autores subrayan que estas cifras podrían aumentar más aún si en los próximos años no mejora el rendimiento agrícola.
Para responder al aumento continuo en la demanda, se recurre cada vez más a las aguas subterráneas. El resultado de esta “revolución silenciosa” es que las extracciones de este agua se han triplicado en el transcurso de los últimos 50 años. Algunas de estas cuencas subterráneas, no renovables, ya han alcanzado niveles críticos. Frente al aumento de las necesidades agrícolas, muchos países han comenzado a comprar tierras fértiles fuera de su jurisdicción, en particular en África. La compra transnacional de tierras ha pasado de 15-20 millones de hectáreas en 2009 a más de 70 millones en la actualidad. Y el abastecimiento de agua nunca aparece mencionado de manera explícita en los acuerdos firmados entre países.
En los próximos años, el cambio climático repercutirá aún más negativamente en los recursos hídricos, ya que modificará la pluviosidad y la humedad del suelo, aumentará el deshielo de los glaciares y cambiará el curso de los ríos y de las corrientes de aguas subterráneas. Los riesgos relacionados con el agua representan ya 90% de las catástrofes naturales, y su frecuencia e intensidad siguen aumentando. Los autores del Informe estiman que la producción agrícola del Sur de Asia y del África austral será la más afectada por el cambio climático de aquí a 2030. Se prevé, por último, que el estrés hídrico del centro y el sur de Europa continúe acentuándose de aquí a 2070 para afectar a un total de 44 millones de personas.
El Informe prevé que estas presiones exacerben las disparidades entre países, y también entre diferentes sectores y regiones dentro de los países. Y esta evolución se hará en detrimento de los más pobres. La falta crónica de financiamiento no ha permitido a los gestores del agua hacer las necesarias adaptaciones. Si no se da al agua un lugar más importante en los proyectos de desarrollo, miles de millones de personas, en especial en los países en desarrollo, podrían verse confrontadas a una merma de sus medios de subsistencia y sus oportunidades de éxito. Es necesaria, pues, una mejor gobernanza de los recursos hídricos, en particular inversiones de los sectores público y privado en infraestructuras.
El Informe es fruto del esfuerzo colectivo de los organismos miembros de ONU-Agua y sus socios. Lo coordina el Programa Mundial de Gestión de los recursos hídricos.