Las redes de distribución son el principal activo de los gestores de los servicios de abastecimiento. Se trata de un activo muy peculiar en relación con los de la mayoría de actividades industriales. Las redes son muy extensas (por cada habitante servido hay aproximadamente dos metros de conducción), están enterradas bajo la vía pública y no son susceptibles de inspección sistemática, tienen una vida útil medible por decenas de años, y en todos los sistemas coexisten conducciones de muy diverso tipo.