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EL PAÍS
Pág. G029  Miercoles, 04/02/2004

Autor: I. G. MARDONES
 
       
 
Un estudio de la ONU establece que 800.000 españoles viven en zonas con riesgo de inundaciones 
 
     
     
 

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Madrid
España está situada en una zona de alto riesgo de ocurrencia de desastres naturales. Dos millones de sus habitantes se exponen anualmente a padecer sequías, y otros 800.000, a sufrir inundaciones, según un informe elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre exposición mundial a desastres nacionales. 'La diferencia con otros países menos desarrollados es que aquí no se muere la gente cuando llega una sequía', dice Pablo Ruiz, uno de los redactores del informe, presentado ayer en la sede madrileña del Ministerio de Asuntos Exteriores. El estudio es el más extenso que se ha publicado nunca sobre exposición, riesgo y vulnerabilidad a los desastres y está elaborado con el objetivo de reducir su carácter mortífero.
En los últimos 20 años, el 75% de la población mundial ha vivido de cerca un terremoto, un ciclón tropical, una sequía o una inundación. 'Los países más afectados por las pérdidas económicas son los más ricos, pero el 53% de las víctimas se producen en los países pobres. Es la pobreza la que aumenta el efecto mortal', añade Ruiz, un abogado gallego que lleva varios años trabajando para el PNUD en Ginebra y Haití.
El informe pretende servir de instrumento de concienciación a los gobernantes de los países más vulnerables y a los organismos que les prestan ayuda con el fin de prevenir los daños o mitigarlos. Las mejores herramientas, según Ruiz, son la planificación urbanística ordenada y la capacitación para desarrollar alertas tempranas. 'Lo comprobamos durante el huracán Mitch en Honduras', recuerda Ruiz. 'Las comunidades locales que estaban organizadas ahorraron muchas vidas mientras, las que no lo estaban sufrieron cuantiosas bajas'.
El informe señala que como promedio los desastres 'mal llamados naturales' causan 184 muertes al día en el mundo y entre 1980 y 2000 provocaron la muerte a 1,5 millones de personas en cien países. Las pérdidas económicas en la década de los noventa ascendieron a 660.000 millones de dólares.