OPINION
Aragon
EL PERIÓDICO DE ARAGÓN Pág. 5  Viernes, 07/03/2003

Autor: Prat NARCIS
 
       
 
LA INSENSATA GUERRA DEL AGUA 
 
  Los partidarios del PHN rehúyen el debate científico que aclararía que el modelo de desarrollo de Alicante, Murcia y Almería es insostenible, y que más regadío significa pan para hoy y mucha hambre para mañana   
     
 

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El artículo del día El Ebro no se pierde en el mar. El Delta, falto de sedimentos, se hunde demasiado deprisa Algunos expertos pronostican que el siglo XXI será el de las guerras del agua y en el Levante español está a punto de avivarse una. Animados por la paella que se coció el domingo pasado en el paseo de la Alameda de Valencia, los partidarios del Plan Hidrológico Nacional (PHN) vuelven a reclamar solidaridad y que no se pierda
el agua en el mar.
En la desembocadura del Ebro los más viejos se ríen de aquellos que piensan que el río va crecido; en los últimos 50 años no ha habido una verdadera crecida en el bajo Ebro, los 2.500 metros cúbicos por segundo que se han llegado a soltar por los embalses no son nada comparado con las verdaderas crecidas del río cuando no existían aquéllos. El agua que se pierde
estos días en el mar no será capaz de garantizar la sostenibilidad del Delta por culpa de la guerra que se prepara.
Como en todas las guerras, unos pocos tienen la habilidad de manipular la voluntad de unos muchos, que parece que no se quieran enterar de la verdad. La verdad es que el agua no se pierde en el mar, ya que los caudales que los ríos vierten en él son el origen de la fecundidad marítima y el pan de los pescadores.
SI NOfuera por los embalses, los sedimentos que bajan estos días por el río serían, además, el seguro de vida para que el Delta no se siguiese hundiendo demasiado de prisa (hasta 5 milímetros por año). Asumiendo una carga moderada de 100 miligramos de fango por litro de agua en la entrada del Ebro en Mequinenza estos días de avenida, el Ebro puede haber aportado en 15 días unas 25.000 toneladas de fango al embalse, apenas un 5% de lo que se necesita para compensar el hundimiento del Delta. Pero este fango se quedará en el embalse, así que se ha perdido una oportunidad de compensar el hundimiento del Delta.
Otra característica de las guerras es la dificultad de un diálogo claro para evitarlas. Esto está pasando en la guerra del Plan Hidrológico Nacional. Pocos defensores tiene el plan entre la comunidad científica española, que lo ha criticado desde todos los puntos de vista (ambiental, económico y social). Estas voces han sido desoídas reiteradamente y nunca se ha producido un debate entre los redactores del plan y los contrarios a él.
Como en las guerras todo vale, ahora ha surgido, desde una universidad situada en la zona autocalificada de deficitaria, un informe de científicos americanos que pretendidamente defiende la viabilidad del Plan Hidrológico. Científicos que llegaron, vieron y se fueron sin ningún debate con la comunidad científica española, de la cual tomaron la mayoría de la información.
El informe, además, no es tan favorable al Plan Hidrológico; cuando se lee detenidamente se ve de forma clara que exige una revisión total del plan y su mensaje es el de un trueque: agua para el Levante a cambio de grandes inversiones para la mejora ecológica del Delta. Sin embargo, este informe ha sido ya criticado duramente por muchos científicos españoles, que desearían un diálogo directo con los autores del mismo para debatir francamente sobre su contenido.
El bando de la paella no quiere este debate. ¿Por qué? La razón es la misma de siempre. El diálogo con argumentos demostraría que a Valencia y Castellón no les falta agua y que con sus propios recursos pueden apañarse si eligen el camino del desarrollo sostenible. Y aclararía que el modelo de desarrollo actual de Alicante, Murcia y Almería es insostenible, y que más regadío significa pan para hoy y mucha hambre para mañana.
LOS INTERESESde los pocos que quieren el PHN a toda costa (los que tienen mucho que ganar con la construcción de infraestructuras, urbanizaciones y campos de golf) no dejan aflorar la evidencia de la posibilidad de un futuro sostenible del Levante español sin PHN, pero con medidas de ahorro y reutilización y la búsqueda de fuentes alternativas, como la desalación.
Parece que algunos pocos prefieren que estalle una guerra del agua en la zona mediterránea española que solucionar este problema con medidas sostenibles a largo plazo, esperando recoger de las cenizas las ganancias y los votos.
El resultado puede ser la destrucción de la costa por exceso de paella y autocares y la desertización del interior por falta de ella. Unos pocos habrán ganado mucho mientras la mayoría habremos perdido la batalla del desarrollo sostenible si el PHN (no sólo el trasvase) se lleva a la realidad.
*Catedrático de Ecología de la Universidad de Barcelona