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IDEAL Pág.   Viernes, 20/02/2004

Autor: JOSÉ MARTÍNEZ ARIAS/ALMERÍA
 
       
 
La Junta quita gravedad a unos corrimientos de tierra en la presa de Benínar, pero los va a estudiar 
 
  ALMERÍA   
  Pie de foto:PANTANO. Imagen del aliviadero de Benínar de hace unos años, desembalsando agua. / IDEAL   
 

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El Instituto del Agua de Andalucía y el CSIC investigarán por qué el agua sale turbia de unos acuíferos de Vélez-Rubio, que hace poco manaba transparente
JOSÉ MARTÍNEZ ARIAS/ALMERÍA
PANTANO. Imagen del aliviadero de Benínar de hace unos años, desembalsando agua. / IDEAL
La tierra se mueve en el pantano de Benínar y unos técnicos, desde Madrid, han alertado del peligro que puede entrañar el corrimiento detectado junto al aliviadero del embalse. Sin embargo, el director del Instituto Andaluz del Agua, el ex consejero de Obras Públicas Juan José López Martos, restó ayer gravedad a la alerta dada «por unos técnicos que han detectado el problema por ordenador», desde sus despachos en Madrid. A su juicio, para determinar la importancia de los hechos, «hay que hacer un estudio sobre el terreno».

Para ello, el Instituto del Agua, según anunció, ha contratado los servicios de unos científicos rusos con experiencia probada, que aplicarán unas técnicas avanzadas para diagnosticar los motivos y el alcance del deslizamiento de tierra. A falta de lo que determinen los estudios, López Martos insiste en que el corrimiento detectado «no es grave», y achaca la alerta dada por unos técnicos de Madrid al «miedo» a que se repita en Benínar lo que ocurrió hace unos años en un embalse del norte de Italia, donde el corrimiento de tierras provocó la muerte de unas 4.000 personas.

«En Benínar no puede pasar eso, porque la tierra no se mueve de forma súbita, sino que se desplaza poco a poco, como por escamas», y todo lo más que podría pasar, según López Martos, es que dentro de treinta años la ladera de la margen derecha, junto al aliviadero, se deje caer sobre el lecho del embalse. En cualquier caso, según él, si el estudio determina que el fenómeno es peligroso, se determinará qué hacer para corregirlo.

Al margen de este problema puntual, el director del Instituto del Agua anunció la realización de unos estudios para continuar con los tratamientos de la cuenca que regula Benínar con correcciones hidroforestales, tratamientos que, según él, se dejaron de hacer en 1983, «cuando habría que hacerlas todos los años».

Revestir el embalse

A propósito de un viejo proyecto de la Administración para revestir parte de la pared del embalse, que, por su porosidad, registra importantes filtraciones de agua, López Martos, a preguntas de IDEAL, admitió que este es un proyecto muy estudiado y del que existen montones de papeles, por lo que, a su juicio, aunque se trata de un proyecto complicado, tendría que ser acometido ya. La competencia de dicha obra es de la Junta de Andalucía, que recibió la transferencia de la presa en 1984, si bien aún quedan flecos por resolver con la Confederación Hidrográfica del Sur.

Y es que, si bien siempre se ha restado importancia a las filtraciones, porque el agua se aprovecha río abajo, en las fuentes de Marbella, López Martos reconoció que en los últimos años se ha apreciado un empeoramiento de la calidad de las aguas filtradas, ya que la zona por la que se cuela es de yesos que suelen tener muchas sales y ha empeorado la calidad de las fuentes de Marbella, que no es que inutilice el agua, pero su calidad es peor. «Por eso, si se reducen las filtraciones, se recuperará la calidad de las aguas de las fuentes de Marbella, aunque agua de Lanjarón no va a ser».

Tampoco es agua de Lanjarón, precisamente, la que están bebiendo los vecinos de tres barrios de Vélez-Rubio, que han visto cómo de un tiempo a esta parte el líquido claro que salía por sus grifos, se ha convertido en turbio, con mal sabor y mal olor, y que aunque no es mala, «sí repele a los usuarios», según López Martos. A petición del Ayuntamiento, el Instituto del Agua, con la colaboración del Instituto Geológico y Minero de España, va a realizar un estudio de los acuíferos de las sierras de María y las Estancias -de donde se extrae el agua-, con el fin de ver a qué se debe el cambio tan brusco.