OPINION
MULTIPLE
IDEAL Pág.   Miercoles, 30/07/2003

Autor: FERNANDO LÓPEZ-CÓZAR SAAVEDRA/PRESIDENTE DE LA JCU CANAL DE CACÍN
 
       
 
El trasvase del Negratín y el olvido de la comarca de Baza 
 
  TRIBUNA   
     
 

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FERNANDO LÓPEZ-CÓZAR SAAVEDRA/PRESIDENTE DE LA JCU CANAL DE CACÍN
LA determinación del Gobierno de acometer el trasvase del Negratín a toda costa puede ser calificada por los regantes del Guadalquivir de muchas maneras, ninguna favorable. El trasvase del Negratín es injusto, inútil, demagógico y apresurado. Y además de todo eso demuestra una impresionante falta de memoria histórica por parte del Ejecutivo nacional, más grave cuando esa memoria histórica no debe remontarse sino a unos pocos años.

Los regantes del Guadalquivir comprendemos y conocemos la preocupación de los usuarios de la Cuenca del Sur por la escasez de agua que padecen. Y la comprendemos tan bien porque la hemos vivido y la hemos padecido en carne propia. La terrible sequía que azotó nuestra cuenca entre 1992 y 1995 se tradujo en prohibición general de riegos y restricciones que nos causaron un daño difícilmente calculable.

Pues bien, desde entonces hasta hoy lo único que ha cambiado en la cuenca del Guadalquivir es el azar meteorológico. Por suerte, ha llovido (aunque en el 2000 tuvimos también restricciones) y nuestros embalses no registran hoy los patéticos y dramáticos niveles del 95. Pero si el ciclo meteorológico cambia, y qué duda cabe que volverá a cambiar, volveremos sin remedio a aquella situación de angustia y penuria económica.

Por esa razón, plantear un trasvase desde nuestra cuenca no sólo es un disparate y una injusticia, sino que también revela una lamentable pérdida de memoria por parte de nuestros representantes públicos. En numerosas ocasiones hemos dicho que el trasvase del Negratín no reparte solidaridad, sino miseria, y mientras no se ejecuten las obras necesarias para paliar el déficit de nuestra cuenca, no tenemos más remedio que reiterarnos en esa afirmación.

La cuenca del Guadalquivir no está en condiciones de soportar una trasferencia de agua hacia la cuenca del Sur, y bien que lo lamentamos. Lo lamentamos por Almería y sobre todo lo lamentamos por nosotros mismos, porque eso significa que las obras que venimos demandando desde hace casi una eternidad de años siguen enredadas en la burocracia administrativa.

La injusticia y la falta de memoria histórica se hace más sangrante si centramos nuestra atención en la comarca de Baza, la más afectada directamente por este disparatado empeño del Gobierno. Para los regantes de la comarca de Baza-Huéscar, el trasvase supone una especie de cruel ironía: mientras ellos llevan años demandando la ejecución de una serie de infraestructuras de riego que permitan el despegue definitivo de su pujante horticultura, el Gobierno -apoyado en el silencio cómplice de la Junta de Andalucía-, comienza en su territorio unas obras que, en lugar de aportarles agua, se la sustraerá.

La comarca del norte de Granada, con niveles de desempleo superiores al 50% en algunos de sus municipios, con una preocupante tendencia a la despoblación, con numerosos problemas de desconexión territorial, de infraestructuras y transporte, vuelve a sentirse castigada, y ve atónita de qué curiosa manera se recompensan sus esfuerzos para salir a flote de la mano de una agricultura puntera, tan avanzada como la que practican en Almería y Murcia y además perfectamente complementaria con la del litoral.

Esa agricultura sería capaz de generar millones de euros y miles de jornales agrarios si se desarrollaran las infraestructuras de transporte y distribución contempladas en el Plan Hidrológico de Cuenca para la comarca de Bázar-Huesca. Ejecutar o no ejecutar las obras que demanda la comarca es tanto como decir sí o no al progreso de una zona perjudicada por la emigración y el despoblamiento, lastrada por una escasa industrialización, y cuyo futuro depende muy directamente de la ejecución de las obras prometidas.

Obras que no sólo no llegan, sino que llegan en sentido inverso, es decir para detraer agua de la zona norte de Granada y desviarla a los usuarios de Almería, donde no servirá para solucionar sus problemas, sino para agravarlos por las nuevas demandas de riego que están produciéndose.

Feragua se opone al fondo de esta decisión gubernamental y también a las formas, precipitadas y lamentables, de un Ejecutivo al que se le ha visto el plumero de las motivaciones electorales. Han logrado lo que querían: han ganado las elecciones en Almería, pero les costará torcer el empeño de nuestro regadío de rescatar del olvido a la comarca de Baza.