ECONOMIA
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La Gaceta de los Negocios | Pág.
IV Lunes, 05/04/2004 Autor: |
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España desaprovecha la abundante agua pura de sus acuíferos |
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Las corrientes subterráneas tienen importantes ventajas de calidad, ambientales y económicas | ||||
Pie de foto:En España se utilizan unos 4.500 hm3 al añ o de aguas subterráneas para regar casi un millón de hectáreas. Cuanta más agua subterrá nea utilizada, menos construcción de grandes infraestructuras. | ||||
[7,194 Caracteres] Carlos Cachán ESPAÑA no tiene problema de falta de agua, sino de gestión eficaz del recurso' . Así de claro lo tiene el hidrogeólogo Juan Fornés, experto en acuíferos y autor del libro Aguas subterráneas: retos y oportunidades. La afirmación de Fornés, basada en la experiencia, reabre el espinoso tema del desaprovechamiento del agua subterránea en España, un país rico en acuíferos. Los estudios más recientes estiman que el recurso renovable de los acuíferos españoles estaría en torno a los 30.000 hm3/año. Sin embargo, el volumen de agua subterránea almacenada en los acuíferos supera, como mínimo, en diez veces esta cifra. La capacidad de todos los embalses de España es de alrededor de 55.000 hm3/año. El papel fundamental de este gran contingente de agua subterránea almacenada es su efecto regulador ante la variabilidad climática. Enorme potencial Las aguas subterráneas tienen importantes ventajas de calidad, ambientales, económicas, así como de garantía de suministro para abastecimientos públicos. Estas ventajas no sólo las airean los que se oponen al exceso de obra gris del Plan Hidrológico Nacional. También las reconoce la Agencia Europea de Medio Ambiente, que considera normal un porcentaje de utilización de aguas subterráneas para abastecimientos públicos en torno al 75%, en países con suficiente potencial de esta agua. Cuando la extracción de aguas subterráneas en España para todos los usos es del orden de 5.500-6.500 hm3/año, lo que supone aproximadamente un 15%20% del agua total utilizada. La tradicional utilización de las aguas superficiales ha obedecido a una política de construcción de grandes infraestructuras hidráulicas por parte del Estado para hacer frente a la expansión de los regadíos y el abastecimiento de agua a las poblaciones. Pero las nuevas exigencias sociales, económicas y ambientales conllevan una nueva cultura del agua. A juicio de los expertos, ' una mayor utilización de las aguas subterráneas hubiera sido en muchos casos una solución más adecuada y económica para el conjunto del país. Además, hubiera contribuido a un uso más eficiente del recurso, como demuestran los datos existentes sobre los regadíos de aguas subterráneas frente a las superficiales' . Las grandes obras hidráulicas tienen un alto coste para la economía general. El agua se ofrece luego a precios ' muy bajos, que en modo alguno reflejan el coste de las obras' . De esta forma no se fomenta ni se incentiva el ahorro del recurso. La mayor utilización de las aguas subterráneas evitaría la construcción de muchas de esas grandes infraestructuras, conservando así la integridad hidrológica y ecológica de muchos ríos y ecosistemas acuáticos. Por eso, urge pasar de las políticas de oferta a la de gestión de la demanda, fundamentada en el ahorro, eficiencia y conservación de la calidad del agua. Uso racional Muchas comunidades autónomas fomentan el consumo racional del agua. Entre otras medidas de ahorro, estas medidas recomiendan: revisar los grifos, ya que el goteo continuado supone la pérdida de unos 100 litros de agua al día; usar la ducha, porque gasta entre tres y cinco veces menos agua que el baño; reciclar el agua utilizada en la cocina para regar las plantas. Las medidas de ahorro no deberían ser tan sólo una simple respuesta ante situaciones de sequía, sino producto de una planificación dirigida hacia una utilización eficiente del agua en situaciones hidrológicas normales. Una de las fuentes más importantes de ahorro es la reducción de las pérdidas en las redes de distribución, fundamentalmente en las más antiguas, ya que el volumen de agua no registrada se sitúa en torno al 30%, con oscilaciones desde poco más del 10% hasta algún caso excepcional en que se alcanza el 50%. El primer problema de los abastecimientos urbanos radica en las reducidas tarifas del coste y saneamiento del agua en casi todas las ciudades españolas, que facilitan el despilfarro y el uso poco eficiente de este recurso vital. Es importante aumentar la inversión pública en la gestión del agua. Pero, quizá, la cuestión no es tanto la cantidad de dinero destinada a ese fin como si la gestión es la adecuada. Por mucho dinero que se invierta, si prevalece una política de gestión de la oferta mediante grandes infraestructuras hidráulicas que no fomentan el uso eficiente del agua, se está malgastando la correspondiente asignación presupuestaria. No hay que olvidar que el Ministerio de Medio Ambiente incluye una Dirección General de Obras Hidráulicas y Calidad de las Aguas que tiene una ' elevadísima' participación en el presupuesto ministerial. Las confederaciones hidrográficas deberían transformarse en Agencias de Medio Ambiente, como ocurre en muchos países europeos. Otra dificultad para la buena gestión del agua son las denominadas subvenciones perversas, aquéllas que resultan dañinas para la economía y el medio ambiente. Mientras que el precio del agua no se aproxime a su coste real (lo que la Directiva Marco del Agua denomina full cost recovery), se seguirá despilfarrando este recurso vital: si la oferta es casi gratis, la demanda es casi infinita. Hay que tener en cuenta que el 80% del agua que se usa en España se destina al regadío. Por tanto, el ahorro del agua en la agricultura será clave para una buena gestión del recurso. Aquí, el papel de las aguas subterráneas es fundamental. En España se utilizan unos 4.500 hm3 al año de aguas subterráneas para regar casi un millón de hectáreas (cerca del 30% de la superficie total de regadío, unos 3,4 millones de hectáreas). El resto de hectáreas se riegan con 20.000 hm3 de agua al año, procedente de ríos o embalses. El volumen utilizado de aguas subterráneas no llega al 20% del total, debido a las menores dotaciones empleadas. Todos los datos estadísticos disponibles sobre la utilización de las aguas subterráneas en el regadío señalan su mayor eficiencia respecto a las aguas superficiales. En España no existen datos suficientes como para hacer comparaciones precisas sobre todo el territorio nacional. Pero los que hay disponibles en algunas regiones indican que la productividad socioeconómica media de un metro cúbico de agua subterránea en el regadío es, en general, superior a la productividad de un metro cúbico de agua superficial, llegando a ser hasta cinco veces mayor en Andalucía en términos económicos, y más de tres veces en lo que se refiere a empleo. ' Entre los principales motivos que explican esta eficiencia está el hecho de que los regantes con aguas subterráneas soportan los costes directos de la captación, bombeo del agua y distribución, lo que estimula el ahorro y uso racional del agua' , señala Fornés. El recurso renovable de los acuíferos es de unos 30.000 hm3/año El agua subterránea regula la variabilidad climática |
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