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Pág. 38  Lunes, 24/03/2003

Autor: INMACULADA G. MARDONES
 
       
 
Una planta marina paraliza la puesta en marcha de tres grandes desaladoras 
 
  Los científicos han diseñado un dispersor subterráneo que diluye los vertidos   
     
 

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Madrid
Tres gigantescas desaladoras del sureste han permanecido paradas a la espera de conocer el impacto de sus vertidos hipersalinos sobre praderas de posidonia, una planta protegida endémica del Mediterráneo. Dos de las destinadas a los abastecimientos están terminadas en San Pedro del Pinatar (Murcia) y Alicante, mientras la tercera, en Mazarrón, de uso mixto, saldrá a concurso en breve. Los científicos acaban de concluir en un estudio que la planta es muy vulnerable al incremento de salinidad. Para evitar daños han diseñado un dispersor subterráneo que diluye los vertidos.
Las tres grandes desaladoras estarán capacitadas para fabricar casi cien hectómetros cúbicos de agua al año, 1.138 litros por segundo, equivalente al caudal de un río. Con esta aportación se aspira a que los 76 municipios de las provincias de Murcia y Alicante, incluidas sus capitales (más de dos millones de habitantes), superen el estrés de sus abastecimientos, ya que el río Taibilla, del que habitualmente se suministra, aporta menos agua año tras año.
La construcción de dos de estas desaladoras se puso en marcha durante el Gobierno socialista, pero al llegar el PP paralizó su adjudicación. En lugar de gestionarse directamente por las confederaciones hidrográficas, fueron adjudicadas en 1996 a sendas empresas para las han construido y explotarán durante los próximos 15 años.
La Mancomunidad de los Canales del Taibilla, entidad pública usufructuaria de las desaladoras para abastecer a los 76 municipios, se ve obligada a comprar agua a unos regantes de Valencia y a los usuarios del acuífero de Calasparra (Murcia) mientras llega el agua desalada.
Al retraso administrativo en la puesta en marcha de estas plantas se ha acumulado un problema medioambiental. Qué hacer con los vertidos hipersalinos que se arrojan al mar.
En la mayor parte de la costa del mar Mediterráneo, muy pobre en biodiversidad, existen praderas de posidonias, una planta endémica y protegida que facilita la cría piscícola y protege la arena de las playas.
Los vertidos hipersalinos de la desaladora de Alicante, con una capacidad de desalación de 18 hectómetros cúbicos al año, no presentaban problemas, porque la zona prevista para el emisario está desnuda de vegetación marina. Pero no es el caso de la planta de San Pedro del Pinatar (24 hectómetros cúbicos) y Mazarrón (57), en Murcia, donde existe en paralelo a la costa una pradera de posidonia de más de cuatro kilómetros de anchura.
Según el presidente de la Mancomunidad, Isidoro Carrillo, 'no sabíamos cómo afectarían los vertidos a estas praderas. No existe ningún estudio en el mundo sobre la tolerancia de esta planta a los incrementos de salinidad procedentes de un emisario hipersalino'.
La entidad que preside y la empresa estatal Aguas del Segura (Acsegura), promotora de la la desaladora de Mazarrón, encargaron en 2000 sendos estudios al CEDEX y a científicos de las universidades de Alicante, Barcelona, el Instituto Oceanográfico de Murcia y el Centro de Estudios Avanzados del CSIC en Blanes, Girona.
Había que averiguar el grado de tolerancia de las posidonias a un incremento de salinidad en su hábitat y tenían que diseñar un modelo de emisario que diluya el vertido de las desaladoras.
El equipo de científicos coordinados por José Luis Buceta, del CEDEX, acaba de presentar sus conclusiones. La posidonia es muy delicada y poco tolerante. Si la salinidad supera los 38,4 gramos por litro se muere (la salinidad marina está en torno a los 30 y la del agua potable es menor de 0,5). No resistiría los 70 gramos que vierten los emisarios de desaladoras.
Un tajo de 5 kilómetros
El diseño del emisario ha sido complejo, pero ya cuentan con un modelo cuyas características se recogerán en una normativa que pueda aplicarse a futuros casos, según Buceta. Se trata de un conducto dotado en su extremo más alejado de la costa de unos divisores que bombean el vertido hacia arriba, como los aspersores de una pradera, con ángulos de 60 grados y en dirección paralela al litoral. El último difusor nunca se puede situar a menos de 40 metros de las praderas de posidonia.
A la vista de estos resultados, Carrillo se plantea modificar el emisario previsto para la desaladora de San Pedro del Pinatar, que tiene cinco kilómetros de longitud. 'Tenemos autorización ambiental para construirlo, pero creo que abriríamos un tajo innecesario de seis metros a lo largo de más de cuatro kilómetros de praderas de posidonias. Lo vamos a considerar'.

 
 
   




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