SOCIEDAD AL DIA
MULTIPLE
DIARIO VASCO Pág.   Miercoles, 28/01/2004

Autor: B. OLAIZOLA./DV. SAN SEBASTIÁN
 
       
 
Las instituciones descartan que el dragado del Urumea solucione el problema de las riadas  
 
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  Pie de foto:Lengua de fango que puede verse con marea baja en el meandro que traza el Urumea entre el puente de Mundaiz y el de Hierro, en San Sebastián. [POSTIGO]   
 

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Un informe técnico concluye que la retirada de los fangos apenas tendría incidencia en las avenidas Se planteó rebajar metro y medio el nivel del cauce
B. OLAIZOLA./DV. SAN SEBASTIÁN
Lengua de fango que puede verse con marea baja en el meandro que traza el Urumea entre el puente de Mundaiz y el de Hierro, en San Sebastián. [POSTIGO]
DRAGAR EL URUMEA
Objetivo: Rebajar el nivel del lecho del Urumea en metro y medio en el tramo comprendido entre el puente de Mundaiz y el de los cuarteles de Loiola.

Volumen: La actuación supondría retirar unos 200.000 metros cúbicos de fangos y arenas. Los vertidos deberían ser trasladados en camiones a un vertedero o transportados a alta mar.

Mantenimiento: Dado que el flujo de las mareas no tardaría en devolver al río su antiguo perfil, se calculó que serían necesarias nuevas operaciones de dragado cada cinco años. En estas limpiezas de mantenimiento se retirarían unos 50.000 metros cúbicos.

Efectos: «Insignificantes» como mecanismo para aumentar el volumen de desagüe.

Beneficio: Permitiría que los muros del encauzamiento que se va a acometer entre Riberas de Loiola y los cuarteles fuesen medio metro más bajos de lo previsto.

Inconvenientes: Intervención muy costosa y problemática por su incidencia en el centro de la ciudad. «Muy severo» impacto ambiental con afecciones a toda la fauna piscícola.
La cuenca baja del Urumea ha sufrido en los últimos 120 años casi tantos cambios como los que experimentó en los 6.500 anteriores, cuando el río desembocaba entre la isla y Urgull. Si entonces fue una brusca subida del nivel de los mares (lo que los científicos conocen como transgresión flandriense) la que desvió su curso original, en épocas más recientes el cauce se fue adaptando a los perfiles trazados por la mano del hombre. Pero el Urumea, por lo general sumiso, despierta a veces con las lluvias e intenta recuperar los terrenos que le corresponden anegando grandes superficies de una vega que empieza a estar estrangulada por infraestructuras y edificaciones.

La intensa urbanización que soportan sus orillas es precisamente la razón que esgrimen los especialistas para explicar las cada vez más frecuentes avenidas. Sin embargo, son muchos los que opinan que una limpieza a fondo del lecho del río aliviaría los efectos de las riadas. En su opinión, la retirada de las lenguas de fango y arena que pueden verse con marea baja en muchos puntos del cauce del Urumea podría ser una solución para que sus aguas fluyesen sin obstáculos hacia el mar.

El fondo del río no se ha tocado prácticamente desde que los areneros abandonaron hace tres o cuatro décadas su actividad. En este tiempo han llovido las propuestas para que se lleve a cabo un dragado: partidos políticos, ciudadanos particulares e incluso clubes de remo defendían esa solución. En vísperas de la redacción del proyecto de encauzamiento del barrio de Loiola, el Ayuntamiento de San Sebastián decidió zanjar la polémica y llamó a todas las instituciones con competencias en la gestión de aguas para unificar criterios al respecto.

«No había coincidencia ni siquiera en lo más elemental», recuerda Jorge Letamendía, concejal donostiarra de Urbanismo y ex diputado foral de Obras Hidráulicas. «Cada administración manejaba unos datos diferentes de tal forma que si para algunos el caudal punta tenía hasta 1.000 metros cúbicos por segundo, para otros era de 625 metros por segundo». Las instituciones aceptaron la iniciativa del consistorio donostiarra, que decidió realizar un estudio en el que participaron el Gobierno Vasco, la Diputación de Gipuzkoa, la Confederación Hidrográfica y la Dirección de Costas.

Cada cinco años

La vertiente técnica del informe recayó en el Instituto Azti y la Fundación Torres Quevedo, la artífice de los estudios que dieron pie a la construcción de la nueva playa de la Zurriola. Según explica Letamendía, los especialistas plantearon una intervención entre el puente de Mundaiz y el de los cuarteles de Loiola. «Se trataba de rebajar un metro y medio el nivel del lecho del río en todo ese tramo y para ello se calculó que había que retirar unos 200.000 metros cúbicos de arena».

Los especialistas llegaron a la conclusión de que la única ventaja del dragado en esas condiciones consistía en que los muros para el encauzamiento podían ser medio metro más bajos de lo previsto. «Era una contrapartida -añade Letamendía- prácticamente irrelevante teniendo en cuenta lo que suponía la obra: En primer lugar había que retirar los vertidos, que no se pueden dejar en cualquier sitio, y además la primera intervención obligaba a realizar dragados de mantenimiento cada cinco años para mantener despejado el cauce. A ese coste económico sostenido en el tiempo hay que sumar un impacto medioambiental muy fuerte porque, nos guste o no, los fangos de los ríos son muy ricos desde el punto de vista biológico y de ellos depende la supervivencia de toda la fauna piscícola».

Adolfo Uriarte, doctor en Oceanografía y uno de los responsables de la parte del estudio que fue realizada por Azti, corrobora las palabras de Letamendía y recuerda además que a la postre son las mareas el factor desencadenante de las riadas en el Urumea. «Por mucho fango que se retire, en cuanto hay pleamar el agua vuelve a entrar y ocupa todos los huecos. El dragado -agrega Uriarte- tiene un efecto insignificante como mecanismo para aumentar el volumen de desagüe pero desde el punto de vista ambiental su impacto es muy severo y trae consigo la desaparición de numerosas formas de vida en todo el cauce».

La rotundidad de las conclusiones que alcanzaron los especialistas hizo que las administraciones adoptasen una decisión unánime: «Hubo una coincidencia generalizada en el sentido de descartar el dragado y desde hace cuatro años el tema ya ni siquiera se discute entre las instituciones», recuerda el concejal Letamendía.