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Sevilla
Diario de Sevilla Pág. G008  Viernes, 09/04/2004

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El consumo anual de agua creció en 2003 por primera vez en cinco años  
 
     
  Pie de foto:j. l. m. embalses llenos. Una familia contempla el pantano de El Gergal, que ha tenido que aliviar agua varias veces en los últimos dos años.    
 

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Los dos años de lluvias continuadas y la lejanía desde la última sequía relajan los consolidados hábitos de ahorro de la población y también de las empresas, que aumentan su gasto un 7,5%
rosa llacer
n Tenía que ocurrir y ha ocurrido. Dos años de lluvias continuadas, de pantanos llenos, han terminado por minar una de las buenas prácticas ambientales más consolidadas entre los sevillanos: el ahorro de agua. El pasado año y por primera vez desde 1998, la población abastecida por Emasesa, poco más de un millón de personas repartidas por Sevilla y su área metropolitana, incrementó su consumo de agua. La nueva cifra de gasto de recursos hídricos para uso doméstico, industrial, comercial y público –se excluye el consumo agrícola, que no depende de la empresa municipal– se sitúa en 73,8 litros por habitante y día, una cantidad todavía muy por debajo de la que ostentan la mayoría de las capitales españolas e incluso andaluzas, pero que confirma un inquietante cambio de tendencia. Sin ir más lejos, desde 2000 y hasta 2003 se había registrado una caída del 3,2 por ciento.
Esta preocupación queda reflejada en el número de marzo del Barómetro de Economía Urbana, editado por el Ayuntamiento de Sevilla. Sus autores, tras el análisis de los datos de Emasesa, concluyen que se rompe una tendencia estable en el consumo . Y es que este incremento no es tan importante por su volumen total –se ha pasado de 72,2 litros por habitante y día a 73,8, exactamente un 2,2 por ciento más– sino por lo que implica. Después de la durísima sequía que marcó la primera mitad de la década de los 90, Sevilla y su área metropolitana estabilizaron su gasto muy por debajo de las insostenibles cifras registradas en años críticos como 1990, 1991 o 1992. Por entonces, y a pesar de la histórica conciencia ciudadana sobre el carácter cíclico de las épocas de abundancia y escasez de agua, Emasesa llegó a facturar casi 90 hectómetros cúbicos anuales en baja –el agua que le llega al consumidor final– con poco menos de la mitad de los abonados actuales. Cinco años prácticamente sin lluvias, el despilfarro de la Exposición Universal, las extremas restricciones que le siguieron y los embalses al límite del agotamiento definitivo fueron suficientes para modificar radicalmente esta dinámica. En los diez últimos años no se ha gastado más de 75 hectómetros cúbicos anuales y ello cuando se cuenta con un embalse más (el de Zufre); otro (Melonares), ya está en construcción y el número de abonados de la empresa municipal no ha parado de crecer en una progresión geométrica.
Sin entrar en tantas precisiones, el Barómetro de Economía Urbana redunda en este planteamiento. La experiencia demuestra que la percepción social respecto a la escasez de agua y la necesidad de adoptar medidas de ahorro se ve muy influida por el plazo transcurrido desde la última sequía , afirman los autores del informe. Sin duda, esto es cierto y la sensación (real) de que ha llovido mucho y de que los pantanos están llenos ha influido sobre la sociedad, si bien no se sabe si de manera definitiva o coyuntural.
En cualquier caso, los datos recogidos en el informe permiten intuir que hay más razones para este cambio. De un lado, las precipitaciones continuadas no sólo han relajado los hábitos de ahorro de la ciudadanía sino que han mermado la intensidad y frecuencia de las campañas de Emasesa para fomentar un uso responsable del recurso. También el año 2003 deparó uno de los veranos más calurosos que se recuerdan.
Aun así, el incremento del consumo no sólo es atribuible a los abonados domésticos, sino que la misma tendencia se hace patente en todos los perfiles de consumidores. De hecho, el gasto relacionado con los hogares sólo ha crecido un 0,4 por ciento respecto a 2002, mientras que las demandas industriales se disparan hasta un 7,5 por ciento más y las de titularidad pública otro 3,8 por ciento. Dicho de otro modo, han sido las empresas y las instituciones las que han cambiado el paso. A la lectura positiva del Barómetro de Economía Urbana –la consolidación del tejido industrial conlleva un incremento de su consumo– cabría contraponer otra. En no pocas ciudades españolas de toda magnitud, el problema del gasto excesivo de agua no es ya una cuestión de conciención de los usuarios domésticos e incluso agrícolas, sino de demandas industriales y turísticas (que no aparecen desglosadas en este trabajo del Ayuntamiento) en crecimiento constante. Este tramo de consumo ha sido, hasta ahora, casi residual en Sevilla y las cifras demuestran que su importancia está en aumento.
cambio drástico
Desde la última sequía, el gasto se ha mantenido estable y de 2000 a 2002 bajó más de un 3 por ciento