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Comercio Pág.   Viernes, 26/09/2003

Autor: J. P./GIJÓN
 
       
 
El sabor del agua del Narcea obliga a un tratamiento especial 
 
  GIJÓN   
     
 

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La Empresa Municipal de Aguas puso un anuncio para advertir a los usuarios de los posibles cambios por la nueva captación Los laboratorios de la Perdiz refuerzan el filtrado y el decantado para eliminar del agua el efecto de la pizarra y las algas
J. P./GIJÓN
El problema del agua del Narcea es que tiene un sabor diferente al que se consume a diario y ha sido necesario darle un tratamiento de depuración y filtrado para que la diferencia se note lo menos posible. La Empresa Municipal de Aguas sabe que los consumidores perciben los cambios, de manera que optó por poner un anuncio en la prensa para explicar que los cambios mínimos de sabor no suponen nada más que eso y que en cuanto haya menos sequía todo volverá a ser como siempre.

En los laboratorios que la EMA tiene en la Perdiz, en Roces, los técnicos trabajan a destajo para poner a punto el agua y hacer que los consumidores sigan bebiendo agua del grifo y cocinando con ella sin percibir la diferencia.

Luis Alemany explica que el agua que se capta en el río Narcea procede de unos embalses dedicados de manera preferente a la explotación eléctrica y que presentan, por ello, unas concentraciones de algas muy superiores a lo habitual. Además, el agua pasa por terrenos de pizarra, no de caliza, como la que provienen del Nalón, otro factor ambiental que también contribuye en el sabor.

Lo que se hace en la Perdiz es añadir al líquido elemento una sustancia coagulante que concentra las partículas flotantes en grupos más grandes que permiten su decantación y filtrado en arena con rapidez. Los técnicos calculan que si la decantación de esas partículas tuviese que hacerse por métodos naturales podrían pasar meses antes de poder consumir el agua.

Luis Alemany aclara que el agua del Narcea sólo tiene diferencias de sabor, nada más. La cloración extra se hace por razones 'estéticas', es decir, para reducir las molestias a los consumidores, pero no por razones sanitarias.

¿Y cuándo se normalizará la situación? Cuando llueva. La cuestión es que nunca llueve a gusto de todos, ni tampoco de la EMA. «Un fin de semana de agua puede estropear un par de fiestas, pero no significa nada para nosotros», bromea Luis Alemany. Hacen falta semanas de lluvia para recargar de nuevo los embalses y las reservas subterráneas. Todo se hubiera resuelto con un mes de agosto más lluvioso.