Sociedad
Múltiple
ABC Pág.   Lunes, 10/11/2003

Autor: BLANCA TORQUEMADA
 
       
 
El anunciado incremento del caudal ecológico no aplaca a los grupos antitrasvase del Delta del Ebro 
 
     
     
 

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La flexibilidad del Gobierno al revisar sus condiciones para el trasvase no ha calado en el Bajo Ebro. El movimiento ciudadano de oposición conserva su fuerza

TARRAGONA. Cada cual ve un río diferente, como Heráclito, y así no hay quien aúne criterios sobre los males del Ebro. Aguas abajo vierte décadas de degradación, de abandono y de sobreexplotación. El complejo químico de Flix (un paisaje hostil de acero y humo) y la mole de la central nuclear de Ascó son dos de los últimos eslabones de su sufrimiento, antes de que el río alcance el punto de toma del futuro trasvase y de su muerte dulce en el Mediterráneo, amortiguada por los limos del Delta. En las dos riberas late el malestar de una zona castigada y en regresión, como si, a la vez que el mar se merienda las playas arenosas, los pantanos y los arrozales, fuera enturbiándose el futuro de la frontera sur de Cataluña. Los problemas que denuncian los lugareños son en buena parte los mismos que se abordan en el catálogo de soluciones del Plan Integral de Protección del Delta del Ebro (Pipde) pergeñado por Medio Ambiente para compensar el trasvase, pero la desconfianza subsiste.

«No habrá agua»

Josep María Franquet, primer teniente de alcalde de Tortosa que «desertó» de las filas del PP en la pasada legislatura por su oposición al proyecto, augura fracaso: «Cuando la obra esté terminada y todos aguarden ese maná, en Murcia, Alicante o Almería, el agua no llegará. A menudo no habrá caudal suficiente en el curso bajo del Ebro. El fiasco puede ser monumental». Esta remota posibilidad (grave, pues pondría en cuestión la viabilidad económica y la rentabilidad social de una infraestructura de más de 900 kilómetros de recorrido presupuestada en 4.000 millones de euros) no entraría en el debate si no fuera por la disparidad de criterios que mantienen los especialistas sobre cuál ha de ser el caudal ecológico del río: traducido a román paladino, qué nivel mínimo de agua ha de llevar el Ebro para que no se echen a perder los recursos económicos y naturales de la comarca. Si el Ministerio de Medio Ambiente diseñó su PHN sobre la base de un caudal ecológico de 100 metros cúbicos por segundo, de acuerdo con lo estimado en el Plan Hidrológico de la cuenca, ahora, tal y como informó ABC, la ministra ha desechado la rigidez de ese baremo y admitirá una horquilla variable hasta los 145 metros cúbicos por segundo, en función de lo que determinen en cada momento unos «sensores ambientales». Así el Gobierno acerca su posición a la de sus socios en el Consorcio que pondrá en marcha el Pipde, los convergentes, quienes han recurrido la Declaración de Impacto del trasvase para reclamar un caudal ecológico de 135 metros cúbicos por segundo. Escenificar discrepancias casi inexistentes rinde en vísperas de elecciones y el proyecto no peligra por este flanco. Pero el resto de los partidos (PSC-PSOE, ERC, IC) forman un nutrido frente de oposición.

Franquet, quien además de político en ejercicio es ingeniero y experto en Hidrología e Hidráulica nos muestra sus estudios matemáticos (ecuaciones de vértigo, fatigosos logaritmos) sobre la evolución del Ebro. Para él, el caudal ecológico debería establecerse en «unos 270 metros cúbicos por segundo», el doble de lo que CiU reclama y de lo que el Gobierno ha acatado. ¿Cómo no han de oponerse al trasvase quienes colocan el listón tan alto? De momento, la Plataforma en Defensa del Ebro, movimiento ciudadano de opositores a la obra, ha hecho suya la cifra y ha dibujado la línea soñada (casi utópica) en la orilla derecha del río.

Algunas voces favorables

Sin embargo, el presidente de la Comunidad de Regantes de la Margen Izquierda, Joel Bonet, ansía que, a través del Pipde, se amarren las inversiones. No cree en el atavismo de la defensa a ultranza del agua: «A mí tampoco me gusta el trasvase. Pero los argumentos ecologistas de que a más caudal, más sedimentos y, por tanto, solución para la regresión del delta no son ciertos. Es más, los limos que aquí llegarían serían casi perniciosos, contaminantes. La zona necesita otras soluciones, que son las recogidas en el Pipde». Lo dice al borde del Mediterráneo, sobre una pila de rocas improvisada para salvar de las aguas un amenazado y solitario restaurante. «Mar adentro -señala-, como a 150 metros de la costa, se han de colocar estructuras de hormigón sumergidas que contribuirían a regenerar el litoral. La ingeniería, no el río, nos ofrece la solución».

En relativa sintonía con Bonet se halla Inma Joan, alcaldesa convergente de Deltebre y presidenta del Parque Natural: «CiU ha buscado garantía de protección de esta comarca. No sólo nos importan los indicadores ambientales, también los económicos y humanos. Queremos parámetros científicos claros y, si se cumplen y después sobran 300 ó 600 hectómetros cúbicos de agua, que se la lleven. A la vez, pedimos que se estudie un trasvase desde el Ródano para no cargar todo el desgaste sobre el Ebro». CiU trasvasista, pues, por partida doble. Cada vez será más cierto que el agua que se contempla desde la orilla nunca es la misma.