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ABC Pág.   Lunes, 10/02/2003

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Las Tablas de Daimiel agonizan 
 
     
     
 

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En estos momentos sólo 40 hectáreas de las casi 1.700 inundables de este parque nacional están cubiertas de agua, una situación extrema que sólo los trasvases pueden solucionar. El último se realizó entre febrero y junio del año pasado, pero llegó tarde y el ecosistema no se ha recuperado. Y es que nada ha vuelto a ser igual desde que la madre vieja del Guadiana se secó en 1989

TEXTO: A. ACOSTA FOTOS: ABC

MADRID. Ya en El Quijote se hablaba del Guadiana, que «de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean», pero poco queda ya de la comarca donde Cervantes situó parte de las andanzas del hidalgo caballero: Las Tablas de Daimiel agonizan por la falta de agua. En estos momentos sólo 40 hectáreas de este paraje natural están inundadas, o lo que es lo mismo, sólo el 2,5 por ciento del total inundable está cubierto de agua. Unas cifras que se alejan mucho de los datos históricos de inundación. Según Santos Cirujano, científico titular del CSIC, que desde 1989 estudia muy de cerca la evolución de las Tablas de Daimiel, durante muchos años ha habido una estacionalidad muy marcada en la inundación, con máximos que llenaban el humedal y mínimos que cubrían alrededor de 600 hectáreas. Sin embargo, desde que en 1989 se secó la madre vieja del Guadiana nada ha vuelto a ser igual. Tanto es así que en el año 97 el río corrió al revés.

Y es que el origen de este humedal estaba en el encuentro de las aguas salinas y estacionales del río Cigüela y las dulces y permanentes del Guadiana y los aportes del acuífero 23. Seco el Guadiana y sobreexplotado este gran acuífero de la Mancha occidental -se calcula que existen 15.000 pozos ilegales- los aportes de agua a las Tablas de Daimiel sólo llegan en años de mucha lluvia -este año el Cigüela aún no ha entrado en las Tablas- o a través de los trasvases de agua desde el Acueducto Tajo-Segura que se vienen realizando por el cauce del Cigüela desde 1987, cuando se aprobó el Plan de Regeneración Hídrica de las Tablas de Daimiel. Baste decir que en un año normal el Guadiana aportaba unos 40 hectómetros cúbicos, unas cifras que ahora se consiguen después de unos ocho trasvases. Pero el problema no está sólo en la cantidad de agua, sino en las condiciones en que se encuentra el parque cuando ésta se recibe y en la calidad del recurso.

Rendimientos del trasvase

En el primer caso, cuando se trata de un año seco, la evaporación y la infiltración reducen el caudal total recibido durante el transporte por el Cigüela, a la vez que como la toma de este trasvase se hace a 150 kilómetros de las Tablas mucha de esta agua se extrae para riegos a lo largo del cauce. Así, por ejemplo, el último de los trasvases realizados (entre febrero y junio del año pasado) -explica Santos Cirujano- tuvo un rendimiento de aproximadamente el 40 por ciento, pues se trasvasaron 20 hectómetros cúbicos en dos tandas y sólo entraron unos ocho. «Lo mejor fue la calidad del agua, que era buena, pero llegó tan tarde y tan escasa que la vegetación sumergida no pudo desarrollarse y las poblaciones de anátidas fueron mucho menores que el año anterior», dice Cirujano. Por ejemplo, en 2001 hubo mil parejas de pato colorado, frente a las 50 de 2002.

El otro problema es la calidad del agua. Normalmente la que llega por el Cigüela no es de muy buena calidad, pues hay vertidos de residuos a este río. Pero lo cierto es que la explosión de biodiversidad que caracterizó siempre a las Tablas se debía principalmente a esa mezcla de aguas dulces del Guadiana y salinas del Cigüela. Éstas últimas, en mayor o menor cantidad, siguen entrando, pero el ecosistema que se ha perdido es el asociado al Guadiana. Por tanto, Cirujano considera que las soluciones para el más pequeño de los parques nacionales españoles pasan por limitar los riegos con el fin de recargar el acuífero 23, para ello haría falta que se aprobara cuanto antes el Plan de Uso y Gestión (PRUG) del parque; seguir con los trasvases por el Cigüela -controlando los vertidos en su cauce- entre los meses de noviembre y marzo y no tan tarde como se hizo el año pasado; meter agua dulce por el cauce seco del Guadiana una vez limpio con el objetivo de recuperar ese ecosistema de agua dulce, y cuando haya suficiente agua abrir la presa de Puente Navarro para «lavar» las Tablas.

Restauración arbórea

Además, no hay que olvidarse de la restauración arbórea de la zona de protección del parque. Los árboles controlan la contaminación difusa -hacen de filtro de los nutrientes, precisamente lo que sobra en las aguas de las Tablas- funcionando como un pulmón natural para la depuración.

Santos Cirujano no es optimista en cuanto a la recarga del acuífero, pues la economía de la zona se basa fundamentalmente en la agricultura de regadío, pero sí cree posible una recuperación de este ecosistema único a partir de los trasvases de agua, tanto por el cauce del Cigüela como del Guadiana. «Hay que ser conscientes -dice- de que las Tablas con cinco o seis años que tuvieran agua suficiente y de calidad serían un paraíso». Teniendo en cuenta que las Tablas se llenan con 15 hectómetros cúbicos -«calderilla hídrica», según Cirujano-, lo que hace falta es voluntad para poner medidas en marcha para salvar este paraje que ya se describía en El Quijote, pero que existe como mínimo desde hace dos millones de año, y «lo estamos destruyendo en treinta», asegura Cirujano.