Reflexiones torno al Plan Hidrológico Nacional desde el territorio y el medio ambiente

Domingo GÓMEZ ORÉA
Departamento de Proyectos y Planificación Rural
UNIVERSIDAD POLITECNICA DE MADRID

Una primera reflexión general sobre el documento

La primera reflexión que suscita el PHN es que se ha elaborado con rigor técnico, si bien desde la lógica impuesta por un enfoque que estimo demasiado tradicional; un enfoque que considera el agua sólo en cuanto recurso, ignorando otras funciones: soporte de vida, receptor de efluentes, vitales para una sociedad que intensifica sus actividades de todo tipo; esta idea incompleta del elemento agua lleva a un diagnóstico insuficiente del problema y a propuestas demasiado simples, sin alternativas estratégicas, y orientadas hacia la satisfacción de una demanda mediante obra civil: de regulación, trasvase, depuración, ... en detrimento de otras medidas, menos espectaculares pero probablemente más eficaces a medio o largo plazo: de sensibilización, educación, formación, económicas, fiscales, etc. orientadas a racionalizar la demanda.

Resulta encomiable la sensibilidad ambiental que se enuncia desde las primeras páginas, pero tal enunciado se compadece mal con el enfoque citado, y con la carencia de una evaluación profunda de las repercusiones ambientales y territoriales que comportaría la ejecución de las obras previstas y, en particular, sobre los ecosistemas fluviales.
Asimismo hay que valorar positivamente que el plan se presente como documento para participación y debate público, pues tanto el diagnóstico elaborado como muchas de sus propuestas trascienden el campo de la técnica, para situarse en el plano de las preferencias sociales y, por tanto, de decisión política.

Enfoque reduccionista del agua

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El PHN, como los Planes de Cuenca, hace un enfoque reduccionista del elemento agua, en cuanto lo considera simplemente como un recurso, y como tal sometido a una relación simple de oferta y demanda.
Sin embargo el agua, y particularmente los cursos fluviales, además de recurso para consumo humano, cumplen otras dos funciones consustanciales a ellos:
Soporte de vida, es decir un medio en el que se desarrollan biocenosis y ecosistemas, de acuerdo con las condiciones naturales del río.

* Receptor de efluentes de todo tipo, particularmente vertidos, siendo su capacidad receptora dependiente estrictamente de la cantidad y del régimen.

* Además, los cursos fluviales tienen funciones recreativas, deportivas, estéticas y culturales que determinan la forma de ser y el estilo de desarrollo de los pueblos por donde pasan.

 

 


Integración ambiental del plan: carencia de evaluación ambiental estratégica

La ausencia de esta concepción "multifuncional", del agua invalida el espíritu de sensibilidad y compromiso ambiental, que se enuncia desde el principio en el Plan; éste asume los excedentes y déficits de los Planes de Cuenca, así como las obras de regulación que proponen, a pesar de que aquellos también adolecen del mismo enfoque incompleto del agua y, por tanto, de un diagnóstico insuficiente. El impacto ambiental de tales obras, añadidas a las ya existentes, crece en la medida en que las mejores cerradas ya se ocuparon, y en que la regulación adicional merma la de los embalses aguas abajo.

 

figura2Estimo que una de las funciones más importantes del documento, que ahora se debate, sería realizar la Evaluación Ambiental Estratégica del conjunto de los Planes de Cuenca y de las pro puestas que el PHN añade. Se está a tiempo de subsanar esta carencia, que incluiría el impacto territorial y una revisión de alternativas no suficientemente analizadas en el plan.

Orientación hacia las inversiones en obras a costa de un enfoque de gestión

Señala el Plan que: "hoy es imprescindible una política global del agua de riguroso enfoque ambiental y que propicie un desarrollo sostenible en la que uno de los pilares básicos sean las obras hidráulicas , pero no menos importante ha de ser la gestión, la depuración, la reutilización, la educación y la sensibilización ambiental para evitar el despilfarro. Así el PHN plantea la preservación, conservación y reutilización del agua, y recoge la visión de la necesidad de optimizar la gestión del agua existente, incorporar los máximos niveles de ahorro, reducir la contaminación y propiciar la recuperación de la vida de los ríos".

Pero luego favorece la inversión en infraestructuras cuando señala que en la cuenca del Ebro y en la del Guadalquivir hay agua suficiente para atender la demanda, pero faltan inversiones, y cuando resuelve el déficit de las cuencas del sureste recurriendo a la solución más simple: llevar el agua de donde, supuestamente, sobra; y ello sin un análisis profundo sobre la realidad, las causas y la forma de los supuestos déficits. En suma, el plan propicia las inversiones en obra civil en detrimento de la educación, sensibilización y formación de la población en general, de los planificadores, de los proyectistas, de los gestores, de los agentes sociales y de todos los estamentos implicados en la producción y el consumo del recurso; no obstante es digno de elogio el esfuerzo que hace en la modernización de los regadíos, en la depuración y en la reutilización.

Gestión significa hacer diligencias para conseguir un propósito; en el caso del agua el propósito sería doble: uno garantizar el consumo de agua en las cuencas, y otro, no menos importante, asegurar la calidad de los ríos entendidos como soporte de vida, como receptores de efluentes (capacidad autodepuradora de los cauces, dependiente del caudal y del régimen), y como elemento importante del paisaje natural y cultural.

Coordinación con el Plan Nacional de Regadíos

No queda clara la relación y coordinación del PHN con el Plan Nacional de Regadíos, presentado por el Ministerio de Agricultura, y no aprobado, que prevé 250.000 ha de nuevos regadíos, mientras los Planes Hidrológicos de Cuenca prevén un total de 1.500.000 ha. (Martín Barajas, 2000).

Sobre propuestas de trasvases de agua entre cuencas

La declaración de intenciones sobre la incorporación de criterios y sensibilidad ambiental, se compadece mal con la opción por los trasvases de agua, los cuales, "en principio", fuerzan la lógica ecológica y territorial, y chocan con conceptos difícilmente asumibles desde presupuestos ambientales, tal como los que se mencionan a continuación.

Sobre el concepto de excedente

La idea de excedente establecida en el plan no es aceptable desde el punto de vista del medio natural. Se define en el Plan como excedente el agua que sobra, después de atender los consumos existentes y potenciales, reservar para un futuro crecimiento y garantizar los mínimos ecológicos. Pero desde el punto de vista de la naturaleza, no existe este concepto: la biocenosis, los ecosistemas y los paisajes son los que corresponden a unas determinadas condiciones de clima, agua y suelo, de tal manera que la fuerte alteración de los trasvases ha de incidir poderosamente en aquellos. No existen los mínimos ecológicos a que se refiere el documento, cuyo cálculo no considera el potencial ecológico, paisajístico y recreativo de los sistemas fluviales. Solo el caudal natural y su régimen es ecológico.

Sobre biodiversidad

La idea de biodiversidad, que el Plan señala como una de las características notables del territorio español, se compadece mal con la homogeneización que implican los trasvases. Uno de los elementos que contribuye a la biodiversidad son precisamente los complejos fluviales, cuando están bien conservados: un curso de agua en la estepa cerealista castellana es un eje maravilloso de biodiversidad y un hito lineal en la monotonía y dureza de una paisaje homogéneo. Esto se pierde cuando el río se queda sin la corriente de agua, en cantidad y régimen, que le dan sentido y son el soporte y la razón de la biodiversidad.

Sobre sostenibilidad

La idea de trasvase encaja mal con el concepto sostenibilidad, que se basa en asumir la existencia de límites a la utilización de los recursos naturales; uno de éstos se refiere al respeto a las tasas de renovación de los recursos renovables, expresamente reconocido por el PHN. Pues bien, parece que este límite se ha superado en las cuencas del sureste para los recursos hídricos superficiales y subterráneos, ambos renovables, de tal manera que su déficit deriva de la sobreexplotación producida por un estilo insostenible de desarrollo.

Asimismo la idea de sostenibilidad va asociada al desarrollo basado en los recursos endógenos y desde lo local, es decir un desarrollo difuso en el territorio, de abajo arriba, y que parte de las iniciativas locales; el agua trasvasada no es, evidentemente, un recurso endógeno para las cuencas receptoras. Pero además puede poner en peligro el desarrollo endógeno de parte de las cedentes.

El Plan hace una interpretación interesada del concepto de sostenibilidad cuando lo entiende en términos de "mantener constantes las existencias de capital natural" en el conjunto del territorio español, y traduce este criterio a "solidaridad en el reparto del agua"; esta interpretación parece orientada a justificar el recurso a los trasvases. La propia Directiva Marco del Agua, aunque no impide los trasvases, reconoce a la cuenca hidrográfica como unidad para la gestión del agua, cuando plantea los programas de medidas, acciones y controles a realizar por los estados miembros "a medida para cada cuenca hidrográfica".

Cálculo del déficit en ciertas cuencas

Habría que comprobar la veracidad de los datos de consumo adoptados en las cuencas receptoras, y si ese consumo es asumible desde la sostenibilidad.

Desequilibrio territorial

figura3El trasvase reforzará la tendencia histórica a la concentración de población en el litoral mediterráneo y a la desertización del interior rural, especialmente en las cuencas del Duero, Tajo y valle del Ebro; la fortísima concentración de población y actividad en el litoral, y la paralela desertización del interior, tan indeseable la una como la otra, tendrá graves consecuencias para la calidad de vida y para la calidad ambiental en ambos medios. A lo anterior se añade el "efecto llamada" producido por los cultivos mediterráneos intensos de regadío sobre la emigración ilegal, con los consiguientes problemas de xenofobia y racismo. Ambos aspectos están insuficientemente tratados en el Plan.

La importancia de los complejos fluviales para el mundo rural profundo en las cuencas cedentes, deriva de la incapacidad de la agricultura, su base económica, para soportar un tejido social 3 con una densidad y estructura que garantice su permanencia, su sostenibilidad, en suma. Para ello es preciso acudir a actividades alternativas a la agricultura, y de éstas sólo hay dos que tengan una mínima viabilidad: el turismo rural y la conservación de la naturaleza; ambos parecen imposibles sin unos "complejos fluviales" atractivos.

Se plantea, pues, un problema de fondo que requiere más debate: el modelo territorial español futuro, uno de cuyos objetivos fundamentales ha de ser el equilibrio territorial. Este es el punto central de la solidaridad interterritorial: la consecución de un modelo territorial equilibrado para España, evitando desigualdades indeseables para todos.

Sobre turismo litoral

El turismo también se concentra en el Mediterráneo, con una oferta de baja calidad; estimo que el trasvase va a animar a los promotores turísticos a intensificar este tipo de desarrollo, y a hacerlo insostenible por su inaceptable acción depredadora sobre el territorio.

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El plan señala, con ratón, que la incidencia del turismo sobre los recursos hídricos respecto a la demanda total, no parece ser muy relevante. Pero el problema del turismo no está en el consumo de agua, sino en la degradación ambiental que comporta, y en su contribución al desequilibrio territorial.

No obstante, hay una oportunidad en el turismo que el Plan no contempla, y que se esboza a continuación: el turismo puede pagar precios del agua muy superiores a la agricultura. Se trataría de estimular este consumo de las actividades turísticas, para reutilizarla después en dos direcciones: una, en la agricultura, uso para el que las aguas de procedencia turística son muy favorables si se toman dos precauciones: la prohibición de utilizar cierto tipo de detergentes y una depuración adecuada; otro, en la recuperación del paisaje degradado por el propio turismo: en efecto, el turismo ha provocado la «desagrarización» de las zonas interiores limítrofes a los desarrollos turísticos y, con ello, la desvertebración de un paisaje en el que se acumulan todo tipo de residuos. Estudios realizados por el que suscribe demuestran que es posible recuperar estos paisajes con agua desalada, a cargo del turismo, destinada a la agricultura tradicional o a cultivos energéticos, que, a su vez, proporcionarían energía para la desalación. Análisis de este estilo, que pueden extenderse a todo el consumo urbano, están ausentes en el Plan, a pesar de que asume la diferente capacidad de pago de los usuarios.

Sobre cambio climático

El Plan Hidrológico Nacional asume la incertidumbre con respecto al cambio climático, cuando todo parece indicar que tal cambio es una hipótesis de trabajo irrenunciable (Ayala, F. 2000). En todo caso, existen razones para asumir, tanto en el PHN como en los Planes de Cuenca, el principio de precaución, incluido en el Tratado de la Unión, en lo relativo al medio ambiente.

De acuerdo con lo anterior, la reserva estratégica que establece el plan, debería estimarse a partir de las previsiones más pesimistas sobre cambio climático, porque podría ocurrir que las cuencas excedentarias no lo fuesen en el horizonte temporal del plan o a más largo plazo.

La alternativa de la desalación

Si se asume que se ha superado el margen de sostenibilidad en las cuencas receptoras, habría que buscar en ellas otros recursos endógenos: el agua salada o salobre, de la que el Mediterráneo tiene cuanta se necesite:

«en el Mediterráneo no falta agua, sobra sal» de manera que la carencia se traslada a la energía necesaria para quitarle la sal al agua. La opción de desalinizar o desalar aguas no está debidamente contemplada ni evaluada en el Plan. Si fuese viable, y dados los actuales desarrollos tecnológicos, parece que podría serlo, sería una solución menos conflictiva y con un futuro que juega a su favor.

Alega el Plan, que todavía es caro y que los problemas ambientales derivados de la contaminación generada por el consumo de energía podrían ser superiores a los impactos de los trasvases, pero no lo demuestra. Respecto de lo primero hay que señalar que si se incrementa el precio del agua que ahora se paga en la parte proporcional correspondiente a las demandas desatendidas, el coste de la desalación resulta asumible; por otra parte el precio del agua desalada está próximo al del ,trasvase, incluso inferior si se utiliza el sistema de cogeneración, en cuyo caso, es posible que el consumo urbano se desplace con el tiempo desde el agua trasvasada a la desalada, haciendo irrecuperable la inversión, que es un objetivo de la Directiva Marco del agua. Respecto al impacto ambiental hay que analizar las oportunidades reales que ofrecen las energías alternativas: eólica y solar, incluso bionatural, esta última con la posibilidad de recuperar terrenos ambientalmente degradados en las proximidades, desagrarizadas, de los desarrollos turísticos. Por su parte, el impacto ambiental asociado a la eliminación de la salmuera admite soluciones técnicas.

Por último, aconsejaría este análisis el hecho de que la solución evita los conflictos entre comunidades autónomas, y sería una solución definitiva, independiente de las incertidumbres inherentes al cambio climático.

Todo lo anterior aconseja no eliminar esta alternativa sin una mayor reflexión.

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Sobre la alternativa de trasvase seleccionada

La alternativa seleccionada parece la mejor de las consideradas, en lo económico y en lo ambiental. No obstante sorprende el rechazo del trasvase del Ródano por razones de tipo económico, cuando sería el menos conflictivo de los posibles, por la cortedad del volumen trasvasado con respecto al caudal del río, y porque permitiría reducir o evitar los trasvases de los exhaustos ríos españoles, ya regulados en demasía.

Sobre impacto ambiental del trasvase del Ebro

El efecto del trasvase del Ebro sobre la cuña salina, respecto del cual se dice que "existe la posibilidad" de que no se produzca con una modulación adecuada de los flujos del Ebro, requiere un mayor y más profundo análisis y evaluación, ya que no se puede medir solo a través de la distancia a la que penetra, como hace el Plan, sino de valorar las concentraciones salinas que, al llegar menos caudal, deben aumentar.

Por otro lado, el Plan minusvalora la afección a la integridad física del Delta del Ebro, derivada del propio trasvase y de la regulación que se propone para toda la cuenca.

Por último la idea de someter los trasvases a Evaluación de Impacto Ambiental, suena ingenua cuando la decisión sobre ejecutarlo ya se habrá tomado.

Sobre recuperación de la inversión

La Directiva Marco del Agua, prevé la "recuperación íntegra de costes"; esta recuperación resulta problemática cuando se considera la reducción de la demanda del regadío asociada a la aplicación de los precios reales del agua, según se desprende de las curvas de demanda realizadas por Sumpsi y otros (1998); el descenso de la demanda agrícola se está dando ya, por ejemplo, en la agricultura de regadío de Navarra. A esto se añade el posible descenso de la demanda urbana.

 Bibliografía consultada

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 Ayala-Carcedo , F.J.. De la Política Hidráulica a la política del agua sostenible en España. Tecnoambiente, 90, 5-9.

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