Análisis
de la sostenibilidad y alternativas del Plan Hidrológico
de 2000
Francisco
Javier Ayala-Carcedo
Investigador
ITGE
Cuando
comienzo a redactar estas líneas, acabo de venir del
Alto Jarama, de ver un río de montaña de aguas
claras y aun abundantes a pesar de la sequía otoñal,
lleno de vida, que no puedo por menos que comparar con el
Bajo Lozoya seco y muerto aguas abajo del madrileño
embalse del Atazar, a pesar de las disposiciones sobre caudal
ecológico, que vi a fines de septiembre. Comparando
ambas vivencias con las de los ríos de mi niñez,
en los años 50, no puedo por menos de preguntarme qué
ha hecho de nuestros ríos la visión productivista,
hidráulica, que ha llenado todo este siglo que muere.
Estas
reflexiones, son pertinentes al tema, ya que a menudo se olvida
que el agua tiene más funciones que las productivas;
tiene funciones ecológicas, culturales, recreativas,
deportivas, estéticas, y que un Plan que no las contemple
en su totalidad, y a los ríos como complejos sistemas
naturales donde todo está interrelacionado, no es un
Plan sostenible. Analizaremos esta sostenibilidad desde su
triple fundamento: ecológico, social y económico.
Figura
1. El agua tiene un conjunto de funciones que debe cumplir
en su consjunto un desarrollo sostenible. Hasta hoy, la política
practicada ha sido una política completamente sesgada
hacia la función productiva tradicional.
Sostenibilidad
Ecológica
El
Anteproyecto, viene precedido por dos disposiciones europeas
de gran calado, que sin duda han obligado a una especial consideración
de esta dimensión, la Directiva de Tratamiento de Aguas
Residuales y la Directiva Marco del Agua.
Según
el Anteproyecto de Ley, uno de sus objetivos, es "alcanzar
el buen estado ecológico del dominio público
hidráulico". A ello dedica 6 de los 31 Artículos
(dedicados en gran parte al trasvase), conteniendo la figura,
novedosa y positiva, de las Reservas ecológicas en
el dominio público hidráulico. A nivel presupuestario,
el Ministerio de Medio Ambiente, piensa dedicar a saneamiento
y depuración unos 0,43 billones y 0,21 a reforestación
(de forma poco definida frente a las necesidades de regeneración
a nivel de cuenca), así como 0,29 á control
de calidad, es decir, el 25% para objetivos ecológicos
contando en el total los 0,7 iniciales del trasvase Ebro-Levante.
Es
necesario tener en cuenta, sin embargo, que la detracción
de caudales o la alteración de su régimen que
suponen las obras de regulación planteadas, especialmente
en el Ebro y Guadalquivir, representan menos nutrientes, menos
oxígeno para la vida, menos poder de dilución
de contaminantes, menos calidad ecológica en definitiva;
aquí, cantidad es calidad.
Si
se tienen en cuenta los niveles de regulación de las
cuencas, 64% el Ebro, 83% el Segura (una cloaca), 76 % el
Júcar, y los fuertes estiajes mediterráneos,
es difícil no pensar que nuestros ríos mediterráneos
están, hoy, ecológicamente sobreexplotados y
que los nuevos embalses previstos, especialmente en el Ebro,
con el antiecológico y físicamente inviable
Pacto del Agua, más el trasvase Ebro-Levante, van a
situar estos ríos, por mucha depuración que
haya, en estado comatoso.
Figura 2.
La consideración del cambio climático, sin tener
en cuenta la aportación detraída por el trasvase,
pero considerando las necesidades de agua previstas por el
Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro (unas 500.000
ha de nuevo regadío) y el aumento del consumo en los
regadíos actuales muestra la inviabilidad e insostenibilidad
de ambos proyectos y del Pacto del Agua de Aragón.
Para el escenario del MIMAM incluido en el Libro Blanco del
agua, se ha supuesto una reducción aproximada de recursos
de un 28% para el 2060. Horizonte técnico y de amortización
de las obras
El
Cambio Climático en marcha, empeorará este estado
de cosas. Si se tienen presentes los horizontes correspondientes
a la amortización económica de las obras y la
mitad de la vida útil, en ; el 2060, según mis
cálculos el 17% de nuestros recursos se ha brán
perdido (Ayala-Carcedo, 1996), y según el CEDEX (1997),
las pérdidas para una hipótesis la mitad de
severa que la mía y la del IPPC de la ONU, se habrá
perdido el 20% en Ebro, Guadiana, Sudeste e islas. Para entonces,
sin contar las nuevas regulaciones y trasvase, ni por supuesto
los regadíos de los Planes de Cuenca, y teniendo en
cuenta el aumento del consumo en regadíos que dicho
cambio inducirá (Ayala-Carcedo e Iglesias, 2000), los
ríos mediterráneos estarán ecológicamente
muertos, e incluso el Duero o el Tajo tendrán graves
problemas. Los humedales, cuya tasa de evaporación
aumentará en un 23% en el Ebro y un 35% en el Guadalquivir,
se enfrentan a crisis ecológicas que dañarán
la avifauna de forma considerable. La consideración
de estos procesos, habida cuenta de la promulgación
en febrero por parte, de la Comisión Europea de la
normativa para aplicar el Principio de Precaución,
es obligada para que el Plan sea considerado como sostenible,
para que incorpore la visión a largo plazo de todo
plan estratégico, el compromiso con las generaciones
futuras, para que éstas encuentren ríos vivos.
Por lo dicho, esto resulta muy problemático por los
altos niveles de regulación ya existentes.
Por
otra parte, el Plan olvida, yo diría que de forma clamorosa
e incomprensible en un país desarrollado, en la centenaria
tradición de la Administración Hidráulica,
las aguas subterráneas ala hora de nuevas regulaciones.
Dado que el uso de éstas tiene impactos ambientales
mucho menores que la construcción de embalses, y que
su consumo por hectárea es netamente menor por tener
precio más real que el de las aguas de embalse, este
hecho refuerza el sello de insostenibilidad del Plan, a lo
cual contribuye también el que según ADENA-WWF,
70 de las obras planteadas colisionan con la Directiva europea
de Hábitats de 1992.
Añadamos
la falta de una mínima evaluación del efecto
sobre nuestras costas, playas y deltas de las nuevas obras,
algo que la subida del nivel del mar en marcha, recientemente
revisada al alza por el IPPC (unos 0,5 m para 2050), va a
agravar de forma muy considerable. Difícilmente puede
pensarse, pues, que el Plan llevará a alcanzar "el
buen estado ecológico" de nuestros ríos;
más bien se producirá lo contrario: se legará
a las próximas generaciones ríos comatosos o
muertos, deltas sin vida y costas que serán una sombra
de las actuales; se hará un legado de insostenibilidad
general que no paliará la declaración de algunas
reservas nuevas mientras destruimos lo poco que hoy nos queda.
Cuando
comiencen las obras, la Directiva Europea de Evaluación
de Impacto de Planes y Programas, que cuenta ya con una Posición
Común, la CE 25/2000 del mes de marzo, estará
en vigor: una Evaluación de Impacto Ambiental del Plan,
patece, pues, coherente y requisito indispensable para su
sostenibilidad ecológica, Evaluación Ambiental
Estratégica, por otra parte, que resulta necesaria
de acuerdo con el Art. 6 de la Directiva de Hábitats,
especialmente para el Delta del Ebro.
Sostenibilidad
Social
Tradicionalmente,
se ha esgrimido la utilidad social del regadío para
justificar los obvios impactos ecológicos, sociales
(solo en el Pirineo se han inundado 400 pueblos para hacer
embalses), o la obvia irracionalidad de regalar prácticamente
el agua de embalse a los regantes, en un país con la
climatología española (según Sumpsi et
al., 1998, a unas 2 pta/m3, de media, cuando el coste real
es de unas 20-25). La España actual, poco tiene que
ver, afortunadamente con la del regeneracionista Costa, agraria,
analfabeta, hambrienta, con vocación autárquica
en la alimentación; el "costismo", indiferente
a lo ambiental (comer era lo primero), cumplido su papel,
se agotó hace unos cuarenta años. Hoy la población
agraria es un segmento bastante minoritario de la población,
gran parte de los regadíos del interior solo sobreviven
gracias a fuertes subvenciones con tendencia a desaparecer,
y la edad media de los regantes, ya alta, será la de
jubilación para buena parte cuando las obras y los
regadíos previstos concluyan dentro de quince años.
No
hay ningún análisis sociológico en el
Plan que permita un análisis racional en este campo,
especialmente una modulación social del regadío
e impactos del Plan que impida la desertización del
interior.
Se
suele esgrimir la idea de que la España interior, supuestamente
con agua sobrante (para algunos analfabetos ambientales toda
la que llega al mar), "debería" ser solidaria
con la España mediterránea, "estructuralmente
deficitaria". Ante todo, a la luz del Desarrollo Sostenible,
no parece que la España interior, especialmente el
Ebro, tenga agua sobrante a largo aplazo, pero la España
mediterránea, ¿es "estructuralmente deficitaria"
como se dice, o más bien, es simplemente deficitaria
respecto a sus demandas (ya analizaremos la verdadera realidad
de este aserto más adelante) porque ha hecho un uso
insostenible de sus recursos, como lo prueban las cuencas
del Segura o Júcar, o la sobreexplotación de
los acuíferos del Sur? ¿Debe compensarse a quienes
han hecho un uso insostenible de sus recursos, y más
cuando es a costa de dar un empujón hacia la insostenibilidad
a la España interior?. ¿Es sostenible el (enfrentamiento
entre Comunidades Autónomas que la propuesta de trasvase
ha provocado, o los nuevos enfrentamientos que se vislumbran
a medida que los recursos vayan escaseando, que se convertirán
en endémicos?
Pero
este razonamiento intercuencas, debe hacerse también
adentro de cada cuenca, dónde los que "deberían"
ser solidarios con los regantes son las gentes de la montaña,
con agua y cerradas para presas, condenadas desde í
hace cincuenta años a la desertización fruto
del anegamiento de sus pueblos, a la emigración, a
la pérdida de su cultura y su estructura social. ¿Es
socialmente sostenible seguir sacrificando a nuestras montañas,
hoy ante una expectativa real de desarrollo en torno al turismo
verde, creciendo al 10 %, para promocionar unos regadíos
a menudo económica y demográficamente insostenibles?.
Figura
3. La excesiva regulación de algunas cuencas las
ha dejado muy por debajo de la aportación media a nivel
nacional que aún queda en régimen natural, el
59%, lo que ha llevado a la degradación ecológica
de los ríos, principalmente los mediterráneos,
sobreexplotados ecológicamente (datos: Libro Blanco
del Agua, MIMAM, 1998)
Quizá
sería necesario clarificar, antes de la aprobación,
que Modelo de Desarrollo Territorial queremos, tal y como
me ha sugerido Santiago Marraco, ya que es probable que, objetivamente,
se esté acelerando el desequilibrio territorial interior-periferia.
Por otra parte, como es bien sabido, los cultivos de alta
rentabilidad en torno a los regadíos mediterráneos
(en ocasiones regadíos ilegales, especialmente en Murcia),
constituyen buena parte del "efecto llamada" que
atrae a la emigración ilegal, ha llevado a la constitución
de inhumanos cinturones de miseria, como no existen en ningún
otro país de la UE, y viene provocando crecientes problemas
de xenofobia y racismo, algo que se acentuará con los
regadíos ilegales que surgirán inevitablemente
en torno al trasvase y las regulaciones de la cuenca Sur.
¿Es esto avanzar hacia la sostenibilidad social?
Por
último, el Plan no contiene modulación social
alguna que priorice económicamente, por razones sociales,
las pequeñas y medias explotaciones, por ejemplo con
criterios de puestos de trabajo por hectárea.
Otro
aspecto, no considerado, es el relativo a la seguridad de
nuestro sistema de embalses, bastantes con más de cuarenta
años, el mayor de Europa. Parece razonable implantar
un Programa de Evaluación de Seguridad de . Presas,
que evite riesgos previsibles a la población. Las actuaciones
para control de avenidas, basadas en encauzamientos y sobredimensionadas
para las pérdidas anuales, unos 35.000 millones de
pesetas cubiertos por seguros en ; más del 50%, deberían
reexaminarse a la baja en poblaciones a la . luz de la aplicación
de criterios de Ordenación Territorial, como se hace
en países desarrollados, en colaboración con
otras administraciones y Protección Civil.
Sostenibilidad
económica
El
análisis económico de sostenibilidad desde la
oferta, tiene lagunas muy serias: falta completamente un análisis
económico de alternativas. Ante todo, no hay justificación
económica alguna sobre por qué se ha optado
por desarrollar mediante embalses los nuevos usos, y no mediante
aguas subterráneas, una alternativa muy real si se
tiene en cuenta que en el Ebro, donde se concentra el grueso
de la nueva regulación, tan solo el 4% de la recarga
anual a los acuíferos es utilizada, frente a más
de los dos tercios de los recursos superficiales. Basta pensar
en la irracionalidad económica del embalse de Santa
Liestra (Huesca), a 35 km de la zona regable, cuando bajo
ésta, como sucede en Castrovido (Burgos), hay, y ello
se conoce y se ha dicho, acuíferos vírgenes.
Además,
en un contexto de incertidumbre como el presente, las aguas
subterráneas, desarrolladas por la iniciativa privada,
no solo, suponen un riesgo financiero dos órdenes de
magnitud menor que los embalses y una rapidez mucho mayor
en los desarrollos, sino un alivio para el déficit
público. La sospecha de irracionalidad económica
es tanto más fundada cuanto dados los elevados niveles
de regulación existentes, por la inexorable ley de
rendimientos decrecientes que acompaña a las progresivas
regulaciones en una cuenca, la marginalidad económica
de los nuevos embalses es clamorosa: cada nuevo hm3 regulado,
se hace a costa de desrregular embalses aguas abajo. No hay
análisis alguno tampoco de estas deseconomías.
¿Es esto de "interés general"?.
Otro
aspecto que falta es un Plan de Reutilización de aguas
residuales, que pueden ayudar a las demandas en las zonas
levantinas, resolviendo de paso un grave problema ambiental
de nuestras costas contaminadas.
Por
otra parte, es bien sabido que las obras hidráulicas
presentan fuertes desviaciones presupuestarias; solo a título
de ejemplo, ya que la Administración Hidraúlica
no ha querido publicar estos datos, estrictamente necesarios
para introducir una mínima racionalidad, la presa del
Atazar madrileña, costó varias veces su presupuesto
original (algunos dicen que diez) o la presa de Rules, en
Granada, a medio hacer, lleva ya una desvíación
presupuestaria del 100% aproximadamente. ¿Qué
pensar por tanto de la fiabilidad de los datos de coste por
ejemplo del trasvase Ebro-Levante? ¿Serán 52
pta/m3, o será el doble o el triple?. Imposible de
saber. ¿Cuál fue la desviación presupuestaria
del trasvase Tajo-Segura?: ningún dato público.
Dada la tendencia a la baja de los recursos trasvasables por
el Cambio Climático y la experiencia del Tajo-Segura,
que solo ha trasvasado el 30 % de los recursos para los que
se proyectó, en buena medida por cierto por el optimista
escenario climático de proyecto, no es improbable asistamos
a costes por m3 varias veces superiores a los que se dicen.
Dado que hoy se consigue el m3 de agua desalada en planta
a 63 pesetas, con tendencia a la baja, las perspectivas de
una mala elección económica en torno al trasvase,
son altamente probables. Además, el agua trasvasada
necesita depuración: más sobrecostes. La desalación,
cuyo rendimiento podía mejorarse utilizando energía
solar térmica previa a la ósmosis inversa, impulsaría,
además, a la tecnología española en torno
a ella, a los puestos de cabeza a nivel mundial creando una
industria con futuro y puestos de trabajo.
Falta
también, desde el análisis de oferta, una evaluación
de las deseconomías que va a inducir el Plan en el
desarrollo del turismo verde, un sector que crece al 10% anual
y es la nueva frontera del turismo español, semiagotado
en el campo sol y playa. Piénsese que los usos productivos
del agua, regadío e hidroeléctricas, representan
el 2,5 % del PIB frente al 15% del turismo. ¿Es el
Plan una buena opción económica para la inversión
del dinero de los contribuyentes?. Según Arrojo (2000),
la inversión por puesto de trabajo para los regadíos
navarros de Itoiz puede llegar a los 170 millones de pta,
y 150 en Biscarrués-Monegros, cifras que pueden ser
ampliamente superadas por el trasvase y completamente fuera
de lo razonable (un puesto por ejemplo en la Planta de Bioetanol
prevista para Castilla-León cuesta tres veces menos
y las subvenciones al sector privado para la creación
de puestos de trabajo estables son mucho más reducidas).Por
otra parte, una liberalización del mercado podría
producir, especialmente en las cuencas levantinas, una reasignación
económica de recursos que hiciera innecesario el trasvase.
No hay análisis serio alguno al respecto.
El
Plan falla también al no aplicar económicamente
el principio "quien contamina paga" al no prever
la inclusión de los costos de las externalidades ambientales,
aunque establece una cuota ambiental de 5 pta/m3 como "canon
ambiental" del trasvase para compensar a la cuenca cedente,
una medida adecuada que debería extenderse hasta una
ecotasa hídrica. ¿No sería lógico
incluir ese canon en el propio precio del agua para compensar
a las zonas degradadas ambiental, económica y socialmente
por la construcción de embalses dentro de las propias
cuencas?
Un análisis desde la demanda, deja aún peor
parado al Plan. Cuando las obras previstas se concluyan, el
principio de "recuperación íntegra de costes"
en la forma prevista en la Directiva Marco estará en
pleno vigor; de hecho, la Comisión Europea, a fines
de julio de 2000, ha adoptado una Comunicación en que
insta a aplicar una tarificación del agua con este
criterio para un uso sostenible. Por tanto, la aplicación
de dicho principio, debería hacerse desde ya. Ahora
bien, un análisis de las curvas demanda de agua-precio
y realizadas por Sumpsi et al.(1998) o Arrojo (2000), pone
de relieve que para los precios reales del agua de embalse,
en torno a las 25-30 pta/m3, incluso en el supuesto de aplicar
un 60% del costo real para aminorar impactos sobre los agricultores,
la demanda cae fuertemente
en todas las cuencas, algo menos en las levantinas.
Figura
4. El potencial de uso de las aguas subterráneas
para nuevas regulaciones en condiciones ecológicas
y económicas más sostenibles que a través
de embalses, es muy grande en cuencas como Ebro, Tajo, Duero
y Guadalquivir, siendo incomprensible económica y ecológicamente
la marginación de este recurso en el Plan Hidrológico
Nacional (datos: Libro Blanco del Agua, MIMAM, 1998)
En
estas condiciones, a las que habría que añadir
el más que previsible recorte a la baja de las subvenciones
de la PAC, lo esperable no es un aumento de la demanda como
hace el Pacto del Agua aragonés o en otras zonas con
nuevas regulaciones como el Guadalquivir, sino un descenso
de la demanda agrícola actual que conduzca en unas
décadas a un sistema de embalses financiado públicamente
por todos (unas 250.000 a 500.000 pta/contribuyente según
las desviaciones presupuestarias) y explotado en buena parte
para beneficio privado de las hidroeléctricas. No deja
de llamar la atención a este respecto que dichas demandas
no sean fijadas por el Ministerio competente en Política
Agraria, el de Agricultura. ¿Dónde está,
pues, la justificación de nuevas regulaciones cuando
lo esperable, como está pasando ya en diversas zonas,
como la zona regable navarra o la leridana, es el abandono
de zonas regadas, el 80% de los usos de esas nuevas regulaciones?.
Figura
5. La demanda de agua disminuye sensiblemente al acercarse
su precio al real: así, para un precio de 20 pta/m3,
menor del real para aguas de embalse, la demanda económica
en la Cuenca del Ebro, se reduciría a unos 800 hm3.
Este problema, no existe para regadíos con agua subterránea,
donde el precio es real. La aplicación de la Directiva
Marco Europea del Agua, pondrá de relieve que no sólo
no hacen falta nuevos regadíos, sino que en realidad
sobran (datos: Arrojo, 2000)
Figura
6. El descenso de la aportación del Ebro en régimen
natural restituido en el período 1970-95, debida al
descenso de la precipitación media en la cuenca (un
21%) y al aumento de la temperatura consecuencia del cambio
climático, alerta respecto a la viabilidad ecológica
y física del trasvase Ebro-Levante, ya que el sistema
de regulación no podría garantizar los suministros
en períodos tan dilatados de caída de aportación.
Fuente: con datos del Plan Hidrológico Nacional 2000
(error: +/- 1%)
Es
significativo en este sentido el fuerte contraste entre los
nuevos regadíos previstos en los Planes de Cuenca del
MIMAM aprobados en 1998, 1,5 millones de ha, frente a 0,25
millones para el 2008 previstas en el Plan Nacional de Regadíos
presentado por el Ministerio de Agricultura este año
(Martín Barajas, 2000).¿No sería más
razonable apostar por la consolidación de los regadíos
viables a 10-15 años vista y buscar compensaciones
sociales, como una jubilación anticipada o primas al
abandono a favor de agricultores jóvenes, mucho más
económicas para las arcas públicas, para los
agricultores mayores o con regadíos inviables?
Por
otra parte, si lo que al fin va a quedar es la demanda económica,
urbana, no la actual, ílimitada cuando ahora el agua
de embalse, a costa de los contribuyentes, prácticamente
se regala, ¿no es más razonable recurrir ya
directamente a la desalación, plenamente competitiva
en el litoral y mucho más ecológica que un trasvase?
En
cuanto a los encauzamientos previstos en las zonas agrícolas,
cubiertos ya sus daños por Agroseguro, su justificación
económica, única razonable ya que no se trata
de evitar víctimas, es muy problemática, ya
que costando de media 300.000 pta/m.l., deberían probar
que son competitivos con la compra del terreno posibilitada
por ese coste, equivalente concretamente a una franja de 4-5
km en cereal y de 750 m en arrozal o naranjo; lo contrario,
sería un despilfarro (Ecologistas en Acción,
2000).
En
definitiva, el Plan es ampliamente insostenible económicamente
en el capítulo nueva regulación y trasvases
y se convertirá muy probablemente en fuente crónica
de déficit público, algo muy negativo en la
Europa de la Estabilidad.
Conclusiones
y Alternativas
El
Anteproyecto de Plan, es aceptable desde la perspectiva de
la sostenibilidad en cuanto a sus contenidos relativos a depuración
(cuyos costes deberían repercutirse íntegramente
sobre los usuarios, y en la que deberían considerarse
alternativas blandas a la depuración convencional como
el lagunaje), reservas ecológicas o cuota ambiental
(que debía extenderse por coherencia a todas las regulaciones,
hidroeléctricas incluidas, y no solo a los trasvases
como ecotasa hídrica), pero no cumple los requisitos
de sostenibilidad en cuanto a nuevas regulaciones ni trasvase
a pesar de ser más aceptable que el de 1993. Por ello,
y coherentemente con lo expuesto, se sugieren las alternativas
siguientes:
a)
La desalación como alternativa al trasvase, más
ecológica y sostenible en lo económico y social,
lo que permitiría impulsar a la tecnología española
a puestos de liderazgo en este sector a nivel mundial. En
el Júcar, pueden utilizarse también unos 200
hm3 de recursos subterráneos adicionales.
Nota:
incluyendo aumento de consumo en regadíos actuales
para 2060: 1.133 hm3 (Ayala-Carcedo e Iglesias, 2000).
Figura 7. El cambio climático, hará desaparecer
progresivamente con gran probabilidad los excedentes actuales
de la Cuenca del Ebro
b)
Rediseño de las actuaciones de regulación con
los criterios siguientes: b-1) Evaluación de Impacto
Ambiental del Plan, especialmente en el Ebro y trasvase, atendiendo
al carácter sistémico de los ríos, a
los puntos de fricción con la Directiva Hábitats
y al impacto sobre costas, deltas, estuarios y playas; b-2)
Priorización de las regulaciones con agua subterránea
allí donde sean una alternativa, aguas que deberían
contar con un Programa propio, muy especialmente en el Ebro,
Guadalquivir, Júcar y Duero, por su menor impacto ambiental,
menor riesgo financiero, flexibilidad frente a variaciones
de demanda, sequías y rapidez en su desarrollo; b-3)
Evaluación de la nueva demanda aplicando el principio
de "recuperación íntegra de costes"
en la forma prevista por la Directiva Marco Europea del Agua,
socialmente modulada, y aplicación de este mismo criterio
más la evaluación económica de externalidades
inducidas por la nueva regulación a la selección
de alternativas a la misma; b-4) Evaluación del coste
de oportunidad de la nueva regulación para su selección
comparativa frente a otros usos del recurso, especialmente
el turismo verde o deportivo; b-5) Aplicación del Principio
de Precaución según las reglas dadas desde la
Comisión Europea para evaluar el futuro ecológico
y económico de nuestros ríos a la luz del Cambio
Climático y solicitar a Bruselas la creación
de un Fondo Europeo para la Adaptación al Cambio Climático
que beneficiaría especialmente a los países
mediterráneos.
Figura
8. Las aguas subterráneas, sistemáticamente
postergadas a nivel de planificación, son una alternativa
muy viable ecológica y económica en cuencas
como el Ebro, Júcar, Guadalquivir, Duero y Tajo, desarrollables
de forma rápida y adaptable a la demanda
c)
Elaborar un Plan de Adaptación de Humedales al Cambio
Climático ante la previsión de crisis ecológicas
por falta de agua, bastante probables.
d)
La modernización de regadíos, casi un billón
de inversión prevista, preferible sin duda desde el
punto de vista ecológico y social a las nuevas regulaciones,
debería reevaluarse económicamente a la luz
de sus costos (unos 1,7 millones/ha) y la recuperación
de los mismos, especialmente en cultivos herbáceos,
aplicando subvenciones diseñadas racionalmente y moduladas
socialmente.
e)
Sería necesario plantear un Plan de Reutilización
de Aguas Residuales.
f)
Parece también necesario implantar un Programa de Evaluación
de Seguridad de Presas que evite riesgos innecesarios a la
población.
g)
Las actuaciones para control de avenidas, que producen unos
35.000 millones de pérdidas anuales, cubiertas en su
mayoría por seguros, deberían rediseñarse
a la baja primando más las medidas de Ordenación
Territorial (únicas válidas en zonas torrenciales,
donde se producen el 95% de las víctimas ), en colaboración
con otras administraciones. En las zonas agrícolas,
la justificación económica, única razonable,
de los encauzamientos es altamente problemática, y
sería más lógico incentivar el aseguramiento.
En
España, se viene insistiendo en la necesidad de "reformar"
el ciclo hidrológico de nuestros ríos debido
a la adversa climatología mediterránea; después
de un siglo de degradación ecológica fruto de
una visión productivista, costista, justificada y positiva
históricamente hasta hace cuarenta años, nuestros
ríos, más que reforma necesitan regeneración
y racionalización económica del uso del agua
ya regulada; más que política hidraúlica,
necesitan una Política del Agua Sostenible (Avala-Carcedo,
1999), una nueva Cultura del Agua (Martínez Gil, 1997),
superar el "Paradigma hidráulico" (del Moral
y Saurí,1999), pasar página del costismo, una
ideología válida en su tiempo pero hoy anacrónica,
pasar de una Política desde la Oferta a una de Gestión
de la Demanda; un paso que países como EE.UU. han dado
ya hace un cuarto de siglo y que en España, sigue estando
pendiente. En este sentido, en lo que respecta a la regulación
y trasvases, el Anteproyecto de Plan, desgraciadamente para
el país, más que el primer paso de una nueva
Política del Agua Sostenible, representa el último
de la vieja Política Hidraúlica. Es significativo
de su claro sesgo productivista clásico el título
que el MIMAM da a la presentación del Plan en su Boletín
de Septiembre: "El Plan Hidrológico plantea aprovechar
al máximo el agua en toda España".
La
inevitable implantación de una racionalidad económica
en este sector tan ajeno históricamente a ella, que
se ha movido secularmente entre la demagogia y el clientelismo
político, debería verse en un mundo globalizado
más como oportunidad que como problema, como una ayuda
a esta tarea de regeneración ecológica y económica
que favorecerá la economía española,
a evitar que este Plan se convierta en foco endémico
de déficit público, demagogia y victimismos
estériles, de los cuáles ya anda sobrado el
país.
Agradecimientos
El
autor desea agradecer la revisión crítica y
las sugerencias del Dr. Juan José Durán Valsero,
investigador del ITGE, del Dr. Santiago González Alonso,
catedrático de la Universidad Politécnica de
Madrid y del Dr. Fernando LópezVera, catedrático
de la Universidad Autónoma de Madrid.
Referencias
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