El debate del agua, sin demagogia

Mª Teresa DE LARA CARBO
Diputada por Madrid y Portavoz de Medio Ambiente
del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados

La experiencia nos enseña que cuando se han abordado grandes infraestructuras, para dar respuesta a demandas y problemas de la sociedad constituidos en endémicos, el debate que han producido ha caída, a menudo, en la demagogia. Desafortunadamente, la demagogia planea sobre el actual debate relativo al Plan Hidrológico Nacional.

Los intentos de afrontar la escasez de recursos hídricos en algunas cuencas son ya históricos, como histórico es e! propio problema que se trata de resolver. Ya en 1933, y por encargo del ministro socialista Indalecio Prieto, se elaboró un Plan Nacional de Obras Hidráulicas en el que se planteaba la solución del transporte de agua desde las cuencas atlánticas a las mediterráneas.

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Sesenta años más tarde, el anteproyecto de Ley del Plan Hidrológico Nacional, impulsando por el también ministro socialista José Borrell, en 1993, pretendía resolver los problemas de las cuencas deficitarias con 250 embalses y más de 10 trasvases, junto a unos elevados volúmenes de agua que se preveía trasvasar; el Plan no se aprobó porque fue considerado faraónico y ni siquiera contó en el Consejo Nacional del agua con el apoyo de los usuarios. El nonato "Plan Borrel" nacía del mandato de la ley de Aguas de 1985 que en su artículo 43 señala cuál deberá ser el contenido del Plan Hidrológico Nacional:

las medidas necesarias para coordinación de los diferentes Planes hidrológicos de cuenca, la solución para las posibles alternativas que estos planes ofrecen, y la previsión y las condiciones de las transferencias de recursos hidráulicos entre ámbitos territoriales de distintos Planes hidrológicos de cuenca.

En este sentido, y como primer comentario a las opiniones que tratan de en encontrar lagunas en el contenido del actual borrador del Plan Hidrológico Nacional, hay que insistir en el mandato legal. La Ley de Aguas define claramente los contenidos que ha de tener el Plan, que son precisamente los señalados y no otros.

El objetivo del Plan Hidrológico Nacional, que actualmente se debate, es la reordenación de los recursos hídricos, con una nueva filosofía de la gestión del agua desde un riguroso enfoque medioambiental que propicie un desarrollo sostenible: es decir, un desarrollo para alcanzar un crecimiento económico con la garantía del mantenimiento de los servicios y la calidad de los recursos naturales para las generaciones futuras; enfoque que se enmarca en la nueva Directiva de Aguas de la Unión Europea. El borrador del anteproyecto de Ley presentado al consejo Nacional del agua pretende, por una parte, solucionar los problemas de infraestructuras que existen dentro de cada una de las cuencas, con un plan de actuaciones que supondría una inversión de tres billones de pesetas, y por otra, la previsión y las condiciones de las transferencias de recursos hacia las cuencas con déficit estructural.

Conviene atender la importancia del plan de actuaciones que deberá desarrollarse en el período 2000-2008 en cada una de las cuencas españolas, y que contempla las mayores inversiones en obras hidráulicas que han existido nunca en España. La mayor parte de esta inversión, el 84% del total l2'5 billones de pesetas) se dirige a actuaciones relacionadas con el fomento del ahorro, el abastecimiento, saneamiento y depuración, reutilización, restauración hídrológíca forestal y programas de control y calidad de las aguas superficiales y subterráneas. El resto, un 16% (medio billón de pesetas) se destina a actuaciones de regulación, especialmente importantes en Aragón y en la cuenca del Guadalquivir.

foto2Desde el carácter incuestionable de las cifras, produce rubor la utilización demagógica de una iniciativa de tanto calado como la del plan Hidrológico, cuando ciertos dirigentes socialistas señalan como carencias del Plan la falta de actuaciones, ambientales o de medidas de ahorro de agua, pretendiendo ignorar, por ejemplo, que las inversiones previstas en modernización y mejora de regadíos, que en definitiva suponen ahorro y gestión eficaz del recurso, alcanzan el billón de pesetas; o que las inversiones en saneamiento y depuración de núcleos urbanos para potenciar la reutilización, suponen medio billón.

De todo el plan de actuaciones contemplado se consideran prioritarias las obras del Pacto del Agua en Aragón, documento suscrito por todos los grupos parlamentarios aragoneses en 1992, y que recoge la infraestructura hidráulica reclamadas históricamente por la región, para satisfacer las necesidades hídricas presentes y futuras de los aragoneses. La cuenca del Ebro es excedentaria, y las grandes carencias crónicas que padece se deben a falta de inversiones; la inclusión de las obras propuestas en el plan Hidrológico Nacional, y el rango legal que adquieren les da la máxima garantía.

Conviene recordar que el Plan Hidrológico Nacional solamente considera excedente el agua que sobra en la cuenca después de atender los consumos existentes, los consumos potenciales hoy no entendidos, reservar agua para un crecimiento de consumo máximo y garantizar los caudales ecológicos necesarios.

La oferta de recursos en la cuenca del Ebro es de 17.250 Hm3/año. El consumo anual es de 5.500 Hm3/año. El incremen de consumo neto se cifra en 3.400 Hm3/año. El caudal ecológico que se reserva es de 3.150 Hm3. En la cuenca del Ebro se considerarán por tanto, disponibles como sobrantes unos caudales medios de 5.200 Hm3/año.
La pregunta que está sobre el tapete es: "¿Perjudicaría el Plan Hidrológico los intereses de Aragón?" Desde la realidad, la respuesta es que no. De los datos anteriormente expuestos se deduce que, con las necesidades actuales y previsibles de futuro aseguradas en todas la Comunidad de Aragón, 1.000 Hm3 de los que actualmente vierten en el mar, servirían para atender la demanda inatendida del Sureste español, que está poniendo en peligro la economía y desarrollo de la zona. Por ello, y sin que suponga una merma para el consumo hídrico de Aragón, al llegar el agua a otras regiones, podemos hablar de solidaridad. Asombra pensar que alguien pueda creer la fácil demagogia de que un Gobierno - cualquier Gobierno - fuese a decidir perjudicar o desatender unas Comunidades en o de otras.

La política del agua es una política del Estado, y esto debe entenderse en toda su dimensión. El borrador del anteproyecto de ley del Plan Hidrológico Nacional es documento abierto al diálogo y al consenso, que actualmente está sometido al informe preceptivo del Consejo Nacional del Agua, en el que se encuentran representadas las Comunidades Autónomas, las cuencas hidrográficas, los sindicatos, las comunidades de regantes, los usuarios y, en definitiva, todos los sectores sociales implicados en el tema hídrico, y que pretende dar respuesta a una cuestión muy vieja y debatida, pero nunca definitivamente resuelta, como es la planificación de los recursos hídricos.

Es obvio que, para conseguir un consenso, es necesario que las diferentes posturas estén claras. Por su parte, el Gobierno ha cumplido su compromiso y un borrador del Plan Hidrológico Nacional está presentado y sigue el trámite preceptivo; un borrador, como he dicho, abierto al diálogo y al consenso para enriquecerse la propuesta. Ahora, la oposición, y de manera significada su primer partido, han de presentar sus opciones. En la legislatura anterior se debatieron hasta diecisiete iniciativas parlamentarias en demanda de un Plan Hidrológíco, cuyo contenido viene fijado en la Ley de Aguas. "Ya hay un texto. El Partido Socialista debe aclararse, ya que opinan de manera contradictoria sus organizaciones territoriales (Aragón, Murcia, Comunidad Valenciana ...), en esa cierta esquizofrenia política mantener posiciones distintas en las diferentes autonomías.

Resulta evidente que cualquier Gobierno puede evitar la lógica controversia que nace de afrontar decididamente los grandes problemas pendientes en el seno de la sociedad, por el cómodo e irresponsable procedimiento de aparcarlos. Los anteriores gobiernos socialistas prefirieron aparcar el diseño de un necesario Plan Hidrológico Nacional; el gobierno de José María Aznar consideró prioritario desde el discurso de investidura del Presidente, porque es consciente de que se trata de un tema de Estado. Otros que opten por la demagogia o por la inoperancia, el Gobierno
ha apostado por las soluciones. Acaso esta realidad sea la que algunos no quieren entender.