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Miguel Gaztelu Alvero*
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
Descriptores: Saneamiento, Objetivos de calidad, Canon de saneamiento
El Plan de Saneamiento surgió de la necesidad de atajar el progresivo deterioro de la calidad de los ríos. Aunque Navarra es una Comunidad rica en agua, con unas precipitaciones anuales de 9.550 hm3 sobre un territorio de 10.400 km2, la desigual distribución de estas aportaciones, tanto en el espacio como en el tiempo, y la escasa regulación de los cauces hacen que el deterioro de los cursos de agua se haga patente en los momentos en que los caudales son más escasos.
En 1983, el Gobierno de Navarra promovió un estudio para evaluar el problema que posteriormente sirvió de base para redactar el «Plan Director de Saneamiento de los Ríos de Navarra». Este documento y la Ley de Saneamiento, que aprobó el Parlamento el 29 de diciembre de 1988, son los dos instrumentos que pusieron en marcha y sirven de base a la ejecución del programa actual.
El plan se acabó de elaborar en 1989, y recoge las consideraciones medioambientales y las medidas administrativas, técnicas y económicas para alcanzar un determinado nivel de calidad en las aguas de los ríos en un plazo que, de acuerdo con los recursos económicos previsibles en aquel momento, se fijó en 15 años.
Los aspectos más significativos contemplados en este documento son los que se recogen en los apartados siguientes.
Los objetivos de calidad definen la situación que se pretende alcanzar con la ejecución del plan.
Utilizando uno de los criterios aplicados para valorar la calidad, el de la capacidad del agua para albergar vida piscícola, en las figuras 1 y 2 se reflejan las dos situaciones extremas: la de partida, con la calidad real antes de redactar el plan, y la final, la que se pretende conseguir con su ejecución. En la primera figura se aprecia claramente la incidencia de los vertidos de los principales núcleos de población en los cauces que los soportan (Pamplona en el Arga, Alsasua en el Arakil, Estella en el Ega…).
Haga click en la imagen para ampliar Fig. 1. Situación de partida, con la calidad real, en estiaje, antes de redactar el Plan de Saneamiento. |
Haga click en la imagen para ampliar Fig. 2. Situación final que se pretende alcanzar tras la ejecución del Plan de Saneamiento. |
El Plan Director recoge los niveles de tratamiento a alcanzar en los vertidos y los caudales mínimos que deben tener los ríos para poder conseguir los objetivos de calidad.
A esta conclusión se llegó aplicando un modelo matemático con el que se simuló el comportamiento de los cauces. Con esa herramienta y el organigrama de decisión de la figura 3, se dedujo la calidad que se podía permitir para los vertidos, una vez tratados, y los caudales ecológicos.
Se comprobó que los caudales disponibles eran suficientes en todos los casos, excepto para el Arga, el Arakil y el Cidacos, que requieren obras de regulación complementarias que los incrementen en momentos de estiaje.
Definición y valoración de actuaciones
Una vez conocido el nivel de tratamiento requerido para cada núcleo de población, se definió el emplazamiento y la alternativa a aplicar en cada caso, apoyándose en el organigrama de decisión de la figura 4.
Fig. 3. Organigrama de decisión para la calidad de los vertidos exigible y los caudales ecológicos. |
Fig. 4. Organigrama de decisión para la elección del sistema de tratamiento en núcleos urbanos. |
El Plan Director recoge los resultados de este estudio, plasmados en fichas que contienen, para cada uno de los núcleos de más de 300 habitantes, un plano con la ubicación de la instalación, un esquema con la línea de tratamiento, con sus dimensiones, y la representación de los colectores necesarios para conducir el agua hasta la depuradora y para evacuar el efluente, juntamente con la valoración de las instalaciones. Estas actuaciones, en poblaciones de más de 300 habitantes, configuran el Plan Básico.
El saneamiento en núcleos de menor tamaño no se estudia de forma individual. Desde el Plan Director se aporta una relación de soluciones genéricas para orientar los estudios en el momento en que hayan de acometerse. Estas actuaciones configuran el denominado Plan Complementario.
Valoradas las inversiones pendientes, y de acuerdo con las previsiones que se hicieron sobre la disponibilidad de recursos para financiar el plan, se distribuyeron las actuaciones a lo largo de 15 años.
Los criterios aplicados para priorizar las actuaciones fueron los que se relacionan a continuación, contrastando sus efectos en el río mediante la aplicación del modelo matemático ya mencionado.
— Se priorizaron las inversiones que consiguen un mayor efecto sobre el río. Esto llevó, en general, a programar en primer lugar el tratamiento de los vertidos más contaminantes y el de los que se producen en las cabeceras de las cuencas.
— Se priorizaron las actuaciones que presentan una mejor relación “inversión/contaminación eliminada”.
— Con la programación se trató de equilibrar el efecto entre cuencas, de manera que la progresión hacia los objetivos de calidad fuera equivalente en todas ellas
— Se priorizaron algunas actuaciones, en función del sistema de depuración que incluían, para adquirir experiencia con alternativas poco contrastadas en esta región y que se preveía que podían tener importancia en el desarrollo del plan, como es el caso del lagunaje natural.
Con estos criterios se distribuyeron a lo largo de 15 años las casi 100 actuaciones incluidas en el Plan Básico, en núcleos de más de 300 habitantes.
Programa de inversiones y plan financiero
Sobre la base del programa de actuaciones, se dedujeron, para cada año, los costes que suponía la ejecución del Plan de Saneamiento, elaborándose así el programa de inversiones.
La financiación de este programa se previó de acuerdo con la situación económica en aquel momento, a partir de las aportaciones directas desde los Presupuestos Generales de Navarra y de una parte de la recaudación del Canon de Saneamiento, que cubrirían respectivamente el 90% y el 10% de las nuevas inversiones.
El Canon de Saneamiento grava los vertidos al medio ambiente, y con su recaudación se cubre, en gran medida, el resto de partidas del programa. Para deducir el Canon se planteó el equilibrio financiero del plan, al año horizonte, una vez conocidas las inversiones y las aportaciones del Gobierno de Navarra.
El 29 de diciembre de 1988 se aprobó la Ley Foral de Saneamiento de las aguas residuales de Navarra, con lo que quedaba así establecido el marco legal necesario para poder desarrollar el plan.
Esta ley regula las competencias de los organismos implicados por el plan, el Gobierno de Navarra y las Entidades Locales, y sienta las bases de la gestión del plan y de su régimen económico-financiero. Su publicación supuso la puesta en marcha del Plan de Saneamiento, teniendo como primeras manifestaciones la creación de la empresa pública “Navarra de Infraestructuras Locales, S.A.” (nilsa), y la aplicación del Canon.
nilsa se creó para gestionar las inversiones y servicios que, en el ámbito del plan, le corresponden a la Administración de la Comunidad Foral, y tiene como principales misiones la gestión del Canon, asesorar y apoyar técnicamente a las Entidades Locales y asegurar el cumplimiento de las directrices establecidas en el plan. Su Consejo de Administración está compuesto, de forma paritaria, por representantes del Gobierno de Navarra y de las Entidades Locales.
El Canon de Saneamiento se estableció como un recurso destinado exclusivamente a contribuir en la financiación del plan. Se exige por los vertidos al medio ambiente, con una cuantía función de la contaminación y a recaudar por las entidades suministradoras de agua, en función del volumen consumido. La aplicación del Canon se hizo progresivamente durante cuatro años, comenzando en 1989 con un 25% de la cuota.
Fig. 5. Instalación de tratamiento mediante lagunaje natural de Valtierra/Arquedas. |
Ejecución del Plan de Saneamiento
Publicada la Ley de Saneamiento, y aprobada la constitución de la empresa gestora, el año 1989 fue el año 1 del plan.
La primera labor en aquel momento fue la constitución de nilsa, para establecer el fundamento de la gestión del plan, que se estructuró según tres líneas:
— Gestión económica.
— Proyectos y obras.
— Explotación y control.
Los recursos ordinarios con los que cuenta el Plan de Saneamiento son, fundamentalmente, como ya se ha mencionado, el Canon de Saneamiento y las transferencias desde los Presupuestos Generales de Navarra. En la actualidad se cuenta también con aportaciones extraordinarias de la Secretaría de Estado para el Medio Ambiente del moptma.
Con estos recursos se atienden los distintos conceptos económicos cubiertos por el plan, y de los que los más importantes son las inversiones y los gastos de explotación.
Las inversiones se cubren según el esquema inicialmente previsto, con aportaciones del 90% desde los Presupuestos Generales y del 10% con la recaudación del Canon, salvo en aquellos casos en que colabora la Secretaría de Estado para el Medio Ambiente, que lo hace con un 85% de la inversión.
Los gastos de explotación se cubren enteramente con cargo al Canon.
De esta forma, una Entidad Local que tiene programada una obra según el Plan Director, recibe las aportaciones necesarias para cubrir enteramente las inversiones de la nueva instalación y los gastos que posteriormente genere.
Durante el año 1994, con un Canon de Saneamiento de 23 pta/m3 para los usos domésticos, la recaudación fue de 1.200,7 millones de pesetas, de los que un 54% corresponde a vertidos domésticos y el 46% restante al sector industrial. La recaudación se ha realizado en un 91,83% a través de las 417 entidades suministradoras de agua, correspondiendo el 8,17% restante a las 183 declaraciones de consumidores con suministros propios.
Hay que destacar que la mayor parte del canon se ingresa de forma voluntaria, y que únicamente hay que reclamar, a través de las vías previstas en la Ley de Saneamiento, menos del 3% del que se recauda por las entidades suministradoras y menos del 13% del que declaran los consumidores con suministros propios.
Fig. 6. Instalación de tratamiento mediante lagunaje natural de Sangüesa. |
Fig. 7. Instalación de tratamiento mediante filtro percolador de Olazagutia. |
El programa de actuaciones recogido en el Plan Director marca el momento en el que una nueva instalación debe de entrar en servicio. El cumplir este objetivo supone desarrollar un programa paralelo de redacción de proyectos y contratación y dirección de obras que cuenta con los fondos del plan y que, en principio, debe ser acometido por la Entidad Local interesada.
Para facilitar esta labor, se ofrece a las Entidades Locales la posibilidad de solicitar el “régimen de cooperación” para que sea la empresa gestora del plan la que desarrolle el programa, hasta finalizar con la entrega de la obra a la entidad correspondiente.
Este procedimiento es el que habitualmente se sigue y sólo algunas mancomunidades, con equipos técnicos adecuados, gestionan sus propias obras de saneamiento.
Figs. 8 y 9. Sistemas fijos de distribución de agua sobre filtros percoladores. |
Ante la solicitud del régimen de cooperación, desde nilsa se recoge la información básica para la redacción del proyecto, se caracterizan los vertidos con una campaña de muestreo y aforos y se define la alternativa a aplicar en la nueva planta de tratamiento.
Este último punto es de vital importancia, pues la configuración del parque de depuradoras condicionará la fiabilidad en la consecución de los objetivos de calidad y el coste para alcanzarlos. En el año horizonte, cuando se haya cumplido el programa de inversiones previsto, el coste principal será el de explotación de las instalaciones, que se habrá de cubrir enteramente con lo recaudado por el Canon. Unas plantas con costes de explotación elevados condicionarían un canon alto en el futuro.
En consecuencia, a la hora de elegir la alternativa a aplicar en una nueva instalación, se tiene en cuenta: su capacidad para alcanzar el nivel de tratamiento previsto; su fiabilidad; su capacidad de reacción ante variaciones en las condiciones de trabajo; los requerimientos en la explotación, que han de ser acordes con los medios disponibles; y, de forma muy especial, los costes de explotación que generará.
Decididos la alternativa y el emplazamiento de la nueva instalación se procede a la redacción del proyecto, que, o bien se lleva a cabo enteramente con medios propios, o, una vez definido y dimensionado el proceso, se contrata una asistencia técnica para completarlo.
Con el documento redactado, la instalación definida y la inversión cuantificada, se saca a licitación la obra, que, una vez adjudicada, se dirige desde nilsa.
Por este procedimiento se han construido, en los primeros cuatro años del plan, casi una veintena de depuradoras, varias decenas de kilómetros de colectores y numerosas instalaciones en núcleos de menos de 300 habitantes. Estas nuevas depuradoras dan servicio a una población próxima a los 50.000 habitantes y cubren casi por completo el espectro de alternativas posibles, al haber utilizado los filtros percoladores en diez de ellas, las lagunas naturales en cuatro instalaciones, los biodiscos en el mismo número de casos, y los fangos activados en otra.
Figs. 10, 11 y 12. Aspecto de un fango de depuradora visto a través de microscopio. |
Una depuradora, para cumplir su cometido, debe estar permanentemente operativa, en condiciones de recibir y tratar, hasta los niveles previstos, los caudales de agua residual que le llegan. Este nivel de servicio requiere disponer de unos medios y establecer unas pautas de trabajo que permitan atender las demandas que genera, de forma permanente, una instalación de este tipo.
A grandes rasgos, las labores a realizar en una depuradora se podrían englobar en las siguientes líneas:
— Labores de explotación. Comprenden los trabajos de limpieza, retirada de residuos, comprobación del funcionamiento de los equipos eléctricos y mecánicos y control del transporte de fangos.
— Mantenimiento de equipos. Se realiza mantenimiento preventivo, con revisiones periódicas, y atención de reparaciones cuando se producen averías.
— Asistencia técnica y control. Periódicamente se revisa la instalación, ajustando el proceso a las necesidades del tratamiento, y se lleva a cabo un control analítico del agua residual que llega y del efluente tratado.
En el primer apartado se engloban las labores más rutinarias, que requieran una mayor frecuencia en su ejecución, y que no exigen una especial preparación por parte del personal que las realiza.
Las otras dos líneas de trabajo requieren personal especializado y la concurrencia de un laboratorio.
Planteadas estas necesidades, hay distintas formas de atenderlas, dependiendo del nivel de participación de las Entidades Locales, nilsa y las empresas privadas.
De las instalaciones actualmente en servicio, únicamente las de la Comarca de Pamplona y de Estella son atendidas íntegramente por las entidades propietarias, las respectivas mancomunidades. El resto de plantas dan servicio a entidades de menor tamaño que no disponen de medios para atender más allá de las labores rutinarias de explotación.
En estos casos, que son mayoría en Navarra, las labores diarias de atención a las depuradoras las realiza personal de plantilla en la Entidad Local, generalmente la misma persona que atiende el abastecimiento y el alcantarillado. Esta fórmula, en general, resulta satisfactoria, por el tipo de persona polivalente que suele ocupar ese puesto y que se adapta perfectamente a las necesidades de explotación de la depuradora, y por favorecer el que la nueva instalación se integre en el conjunto de infraestructuras que los vecinos asocian con servicios recibidos desde el Ayuntamiento, concepto que sería difícil de alcanzar si la explotación la llevara a cabo una persona ajena a la localidad, sin relación con el Ayuntamiento.
La segunda línea de trabajo mencionada, el mantenimiento de equipos, se gestiona directamente desde nilsa mediante un contrato con una empresa externa. Este contrato cubre el mantenimiento preventivo, a través de revisiones periódicas, y recoge la obligación de atender cualquier avería en una plazo máximo de 24 horas.
Por último, la asistencia técnica y el control de la explotación se llevan a cabo directamente desde nilsa. Todas las instalaciones reciben, como mínimo, una visita mensual, en la que se comprueba el desarrollo del proceso, se le dan instrucciones al encargado de la explotación y, si está programado, se toman muestras para realizar el seguimiento analítico de la instalación. Las muestras se toman todos los meses durante el primer año de vida de la planta, y al menos trimestralmente a partir de ese momento.
Los fangos de las depuradoras se utilizan como abono agrícola, gestionándose desde nilsa la extracción y la aplicación en las fincas, además de la actualización del archivo donde se recogen los datos relativos a cada operación.
Como ya se ha comentado, los costes de explotación se cubren enteramente con cargo al Canon de Saneamiento. Para materializar este hecho, anualmente se redacta un plan de explotación para cada instalación, valorando los costes. Durante el ejercicio se le transfiere trimestralmente a la Entidad Local un 25% de esa cantidad, liquidando con nilsa las cuentas del año antes de recibir el último pago, al documentar los gastos reales habidos en el ejercicio.
En la actualidad se tratan anualmente, a nivel primario, unos 39 hm3 de agua residual y 7,5 hm3 a nivel secundario, eliminándose 4.700 toneladas de DBO5, con un coste de explotación de 436,6 millones de pesetas.
La implantación del tratamiento secundario en la depuradora de la Comarca de Pamplona, que presumiblemente entrará en servicio para 1998, incrementará sensiblemente la cantidad de contaminación eliminada, que se reflejará en una mejora sustancial en la calidad del río Arga.