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    REVISTA DEL COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS
Nº31
AÑO 1995
SANEAMIENTO, I

Políticas urbanas de saneamiento. El caso de la ciudad de Zaragoza

José Ramón Entralgo Layunta*

Ingeniero de Caminos Canales y Puertos. Jefe del Servicio de Infraestructura Hidráulica del Ayuntamiento de Zaragoza.

 

LA CIUDAD Y EL RÍO
SITUACIÓN DE PARTIDA
PRINCIPALES PROBLEMAS EN EL SANEAMIENTO
LOS PLANES DE SANEAMIENTO
MECANISMOS ECONÓMICOS
EL PLAN DE INFRAESTRUCTURA HIDRÁULICA DE LA CIUDAD DE ZARAGOZA
ASPECTOS BÁSICOS DEL P.I.H. EN MATERIA DE SANEAMIENTO
LA DEPURADORA DE LA CARTUJA. SISTEMAS DE GESTIÓN
LA DEPURADORA DE LA CARTUJA. ASPECTOS TÉCNICOS
ACTUACIONES COMPLEMENTARIAS
PERSPECTIVAS DE FUTURO

Descriptores: Saneamiento, Depuración, Zaragoza, Planes de saneamiento, Actuación municipal, Financiación

La ciudad y el río

La compleja interrelación existente en la actualidad entre nuestras ciudades y los ríos que las atraviesan, no es sino el último episodio de una larga cadena de acontecimientos que si bien en sus primeras fases permitió una coexistencia fructífera basada en la relación entre la existencia del río y la aparición de la ciudad, al permitir un importante nivel de seguridad en el abastecimiento de agua, con el posterior crecimiento, en muchos casos desordenado, de la ciudad, ha llegado a convertir el río en un lugar marginal de riberas degradadas (o incluso inexistentes, por la tendencia a encajonar el río para obtener nuevos suelos) con un cauce maloliente convertido en receptáculo para la eliminación de todo tipo de residuos sólidos y líquidos, que supone una barrera que dificulta la comunicación entre ambas márgenes y cuyas aguas en determinados momentos corren desbocadas, causando a la ciudad un daño a veces irreparable.

Este conjunto de circunstancias ha propiciado que en muchos casos, y a pesar de su situación casi central con respecto a la ciudad, las zonas junto al cauce se hayan degradado, fenómeno al que no es ajeno el estado de abandono en que se encuentran los cascos antiguos situados en sus inmediaciones, como consecuencia de la pérdida de su papel central en las nuevas relaciones económicas y sociales que determinan el funcionamiento de las ciudades modernas.

A pesar de este sombrío panorama, en los últimos años se viene percibiendo un notable esfuerzo de recuperación de estas zonas, normalmente a través de cuantiosas inversiones por parte de las administraciones públicas en un intento de redefinir su papel dentro del contexto de las relaciones urbanas.

El presente artículo pretende pasar revista a las actuaciones llevadas a cabo en la ciudad de Zaragoza en los últimos 15 años en uno de los múltiples aspectos en los que resulta necesario actuar para lograr una recuperación efectiva: el saneamiento de sus aguas a través de la depuración de las aguas residuales vertidas por la ciudad.

La exposición se desarrolla en dos niveles claramente diferenciados. En primer lugar, se describe de forma rápida un esquema de desarrollo típico de muchas ciudades españolas, que ha conducido a una clara infradotación de las mismas en materia de saneamiento. Estos apartados no dejan de ser una generalización a partir de la experiencia del autor, relativa fundamentalmente a la ciudad de Zaragoza, pero se considera que este modelo es bastante común entre un conjunto de ciudades de un cierto tamaño y que han vivido una etapa de crecimiento acelerado, como para poder plantearlo con carácter general. La segunda parte se refiere de una forma mucho más directa a las realizaciones llevadas a cabo en Zaragoza dentro del Plan de Infraestructura Hidráulica de esta ciudad.

Fig. 1. El río Ebro a su paso por la ciudad de Zaragoza.

Situación de partida

Tal y como se ha señalado, la situación de la ciudad de Zaragoza a la puesta en marcha del Plan de Infraestructura Hidráulica que todavía se encuentra en ejecución, tiene un cierto paralelismo con la de otras ciudades de dimensión similar. El punto de arranque de esta historia podemos establecerlo a finales de la década de los setenta, momento del acceso al poder de las primeras corporaciones locales democráticas.

La situación que estas nuevas corporaciones encuentran, está fuertemente condicionada por el acelerado desarrollo que la mayoría de las ciudades españolas vivieron durante los años sesenta y primera mitad de los setenta, basada en un proceso inmigratorio desde su zona de influencia agrícola de una masa social caracterizada en términos generales por un bajo nivel de cualificación profesional y, en consecuencia, con un escaso poder adquisitivo.

Este fenómeno trajo como consecuencia el asentamiento de esta nueva población urbana en zonas marginales periféricas de la ciudad con un precio del suelo bajo, en las que resultaba posible la edificación a un coste relativamente reducido. Esta situación da lugar a la creación y rápido desarrollo de barriadas periféricas, bien de nueva creación, o basadas en núcleos rurales existentes, que en muchos casos fueron absorbidos por el rápido crecimiento de la ciudad.

Por otra parte, se vio favorecido un desarrollo industrial rápido, basado en sectores con niveles tecnológicos bajos, ubicados en implantaciones aisladas apoyadas de forma mayoritaria en las carreteras radiales de acceso a la ciudad.

En términos generales, estos desarrollos se llevaron a cabo en una situación de infradotación de todo tipo de servicios, y en particular de saneamiento, por la insalvable dificultad para la realización de infraestructuras básicas a través de estos mecanismos de urbanización aislada y desordenada.

Frente a esta situación, la respuesta organizada estuvo basada en la promoción por iniciativa pública de grandes polígonos residenciales e industriales, ejecutados utilizando los mecanismos expropiatorios contemplados en la Ley del Suelo. Aunque esta iniciativa debe considerarse, evidentemente, bien intencionada, no permitió resolver el problema planteado, por los muy dilatados lapsos de tiempo necesarios para completar el proceso urbanizatorio, que hizo que cuando estos suelos estuvieron disponibles ya se hubiera frenado de forma brusca el crecimiento de las ciudades, al haberse producido un período de recesión económica mundial. Esto ha hecho que, mucho tiempo después, algunos de estos polígonos se encuentren ocupados sólo parcialmente. Desde el punto de vista de las infraestructuras, estos polígonos estaban, en términos generales, correctamente dotados, dentro de los estándares de calidad dominantes en el momento de su ejecución.

Todo esto condujo a una situación en la que convivían implantaciones residenciales e industriales carentes de la más elemental infraestructura, junto con grandes polígonos semivacíos con una gran disponibilidad de suelos urbanizables aceptablemente dotados de servicios.

Principales problemas en el saneamiento

Centrándonos en el campo del saneamiento, las principales carencias a las que se enfrentaba en aquel momento el modelo de ciudad descrito, eran las siguientes:

— Carencia de alcantarillado en zonas industriales periféricas. Las industrias realizaban sus vertidos bien a cauces de riego, o a fosos excavados aprovechando puntos bajos naturales del terreno. Esta situación originaba notables problemas sanitarios por la contaminación del agua de las acequias de riego y del subálveo que eran utilizadas en otros puntos, junto con la existencia de inundaciones en los momentos de fuerte lluvia, ante la incapacidad para absorber fuertes caudales de aguas pluviales.

— Falta de capacidad de la red de alcantarillado en zonas interiores de la ciudad, como consecuencia de un desarrollo de la red de saneamiento basado en la ampliación de las cuencas vertientes de los colectores, al ir conectando en cabecera de los mismos, nuevos ramales para dar servicio a zonas de nueva urbanización. En ciertos casos esta solución pudo ser efectiva en un primer momento, pero supuso con posterioridad el desbordamiento de la capacidad de las redes existentes, al ir aumentando de forma paulatina las superficies pavimentadas, incrementando de forma apreciable la impermeabilidad de dichas superficies. Este fenómeno, daba lugar con lluvias intensas a inundaciones en puntos bajos carentes de desagüe natural, a veces en localizaciones muy distantes de las nuevas zonas urbanizadas.

— Multiplicidad de puntos de vertido a los cauces que atraviesan la ciudad (tres en el caso de Zaragoza), por aplicación del principio de economía buscando el punto del cauce más próximo para minimizar la longitud del colector.

— Existencia de redes inadecuadas para la función a desempeñar en los cascos antiguos de las ciudades, como consecuencia de falta de capacidad, impermeabilidad deficiente, defectos estructurales, empleo de materiales poco adecuados, etc.

— Ausencia casi total de instalaciones para la depuración de las aguas residuales. Anteriormente se ha hecho referencia a los estándares de calidad aplicados en una determinada época, debiéndose resaltar que hasta momentos muy recientes no se ha considerado de forma efectiva una necesidad de proceder a la construcción de grandes depuradoras de aguas residuales, con independencia de que ya se hubiera detectado con anterioridad el grave estado en que se encontraban muchos ríos.

Los Planes de Saneamiento

Para hacer frente a panoramas como el planteado, el mecanismo más habitual de actuación de las entidades municipales ha sido la elaboración de Planes de Saneamiento. En general se trata de listados de actuaciones necesarias, clasificadas por orden de su urgencia, dotados en mayor o menor medida de un instrumento económico-financiero y de una previsión temporal para la ejecución de estas obras.

Aunque puedan formularse diversas críticas a la formulación de estos planes, y aun apreciándose un incumplimiento casi sistemático de los plazos inicialmente previstos, por insuficiencia de los medios económicos, debe reconocerse que han supuesto el motor de la actuación a nivel municipal en materia de saneamiento que ha permitido una muy importante mejora en la dotación en este aspecto de las ciudades españolas durante los últimos 15 años.

En muchos casos se aprecian lagunas en la coherencia interna de estos planes, como consecuencia de la ausencia de estudios previos de suficiente entidad que permitan un análisis profundo de alternativas garantizando la elección de las más adecuadas. Suele ser una consecuencia directa de la urgencia en su elaboración a partir del momento en que se producía un impulso político en esta dirección.

Aunque el calificativo de integral aparezca en muchos casos en su título, en la mayoría de las ocasiones esta presunta integralidad no es tal, al no quedar incorporados temas como la recuperación de riberas, o la gestión de residuos industriales.

En cualquier caso, el talón de Aquiles de estos planes ha estado casi siempre en su viabilidad económica. Normalmente los costes de ejecución de las obras han terminado siendo muy superiores a los inicialmente previstos, y además en ciertos casos la esperada colaboración de instancias administrativas supramunicipales ha acabado por no producirse.

Junto a esto, la competencia de otras políticas sectoriales fuertemente demandadoras de recursos económicos, ha supuesto que la ejecución de muchos de estos planes se dilate en el tiempo de forma casi indefinida.

A pesar de todos estos problemas estos planes han permitido canalizar una gran cantidad de energías y recursos, permitiendo la realización de un gran volumen de inversiones.

Mecanismos económicos

El recurso más normalmente utilizado para la ejecución de los planes de saneamiento ha sido el propio presupuesto municipal, cuyo capítulo 6 ha cobijado un número importante de actuaciones. El problema suele radicar en la escasez de medios municipales, favorecido por la tradicional mala salud financiera de los Ayuntamientos españoles, que deriva de una voluntarista política de ampliación de los servicios prestados sin que los ingresos hayan crecido al mismo ritmo.

El segundo factor a tener en consideración ha sido la colaboración por parte del Estado, bien a través del decreto de 1952 que permitía la colaboración en las grandes obras de infraestructura en porcentajes de hasta el 50% o bien a través de convenios específicos. Con motivo de las transferencias en materia hidráulica a las Comunidades Autónomas, se ha producido una casuística tremendamente variada, ya que ha habido desde Comunidades que han abordado el problema desde una perspectiva global regional, asumiendo la construcción de las principales infraestructuras, hasta otros casos en que se han mostrado absolutamente pasivas, pasando por una gama completa de situaciones intermedias.

Finalmente, y sobre todo en aquellos casos en que las otras dos vías han sido insuficientes, se han utilizado también sistemas extrapresupuestarios basados, en general, en concesiones a largo plazo a compañías privadas que incluyen como elemento esencial la construcción de las instalaciones. De esta forma se traslada el problema de la financiación a una empresa que a cambio recibe a lo largo de la vida de la concesión una contraprestación económica que permite la amortización de la instalación construida. La construcción de la depuradora de La Cartuja, principal actuación en saneamiento de la ciudad de Zaragoza, ha sido abordada por este sistema, describiéndose en posteriores apartados con detalle los mecanismos utilizados.

El Plan de Infraestructura Hidráulica de la ciudad de Zaragoza

La ciudad de Zaragoza tiene en ejecución desde los primeros años de la década de los ochenta un plan de infraestructura. Una buena parte de los comentarios realizados con carácter general al describir estos planes le resulta aplicable en mayor o menor medida.

Una particularidad de este plan es que sus objetivos no se encontraban sólo en el campo del saneamiento, sino también en el abastecimiento, por existir importantes déficit en esta materia. De todas formas, la finalidad más ambiciosa de este plan radicaba en lograr la depuración de la totalidad de las aguas residuales de la ciudad, por lo que las principales inversiones se han realizado en este campo.

Habiendo transcurrido más de una década desde la puesta en marcha del plan, no se ha alcanzado todavía la totalidad de los objetivos previstos. Probablemente esta situación es una consecuencia directa de la escasa colaboración financiera obtenida por parte de instituciones supramunicipales. A pesar de ello puede señalarse que se ha logrado dar un avance muy importante en casi todos los aspectos y especialmente en la depuración de las aguas residuales. Así ha sido posible pasar de una situación en que todas las aguas se vertían sin depurar, a la actual, en que del orden del 85% de la carga contaminante generada en la ciudad recibe un tratamiento adecuado.

Fig. 2. Depuradora de La Almozara. Vista aérea.

Aspectos básicos del p. i. h. en materia de saneamiento

Tal y como ya se ha señalado, la principal finalidad de este plan era lograr la completa depuración de las aguas residuales producidas en la ciudad de Zaragoza. Hay que hacer notar que este plan se adelantó en casi una década a la Directiva Comunitaria 91/271/CEE sobre depuración de las aguas residuales domésticas, planteando unos objetivos prácticamente coincidentes con ella.

El Plan de Infraestructura ha sido elaborado con un criterio de fuerte dinamismo. En efecto, durante la década que lleva en vigor, la ciudad de Zaragoza ha sufrido cambios de distinta naturaleza. Estos cambios han tenido su reflejo en el plan en forma de incorporación de actuaciones inicialmente no previstas, reconsideración de algunas de las contempladas y modificación de los criterios de prioridad planteados.

El ámbito del plan coincide prácticamente con el término municipal de Zaragoza. Aunque en algún momento se ha planteado la posibilidad de llevar a la práctica alguna solución de tipo mancomunado que permitiera compartir servicios con los municipios circundantes, la inexistencia de un área metropolitana propiamente dicha (menos de 20.000 habitantes en un radio de 20 kilómetros en torno a Zaragoza) hacía casi inviable desde el punto de vista económico esta alternativa, por requerir la construcción de colectores de gran longitud para incorporar un caudal de aguas residuales muy modesto.

La ciudad de Zaragoza, con una población de 600.000 habitantes, produce un vertido de casi 100 hm3/año. La existencia de una importante industria agroalimentaria hace que la carga orgánica corresponda a una población equivalente muy superior a la real. En concreto, el vertido de la ciudad a través de colectores municipales supone del orden de 70.000 kg/día de DBO5 y 90.000 kg/día de SST. Del orden del 70% de este volumen de aguas residuales procede de la red pública de abastecimiento. El resto tiene su origen en el aprovechamiento industrial de la capa freática, así como de caudales excedentes de la red de riego que circunda la ciudad. Debe tenerse en cuenta que el desarrollo de la ciudad se ha efectuado en su mayor parte sobre terrenos de regadío y hasta tiempos muy recientes los escorrederos que aliviaban caudales excedentes y eran interceptados por la aparición de nuevas zonas urbanizadas, se han venido incorporando a la red de alcantarillado.

Tras una serie de estudios previos, se optó por un modelo basado en la construcción de una gran depuradora con capacidad para tratar la casi totalidad de las aguas residuales del municipio, junto con otras dos instalaciones secundarias de menor dimensión:

— Depuradora de La Cartuja: supone con gran diferencia la obra central del Plan de Infraestructura, ya que tiene capacidad para el tratamiento de las aguas residuales de una población equivalente de 1.200.000 habitantes. Se encuentra en funcionamiento desde mayo de 1993. En apartados posteriores se describirá de forma más detallada sus principales características.

— Depuradora de La Almozara: se encuentra en funcionamiento desde el mes de febrero de 1989. Ha sido construida con capacidad para tratar las aguas de 100.000 habitantes equivalentes. Recoge las aguas residuales de una zona situada al oeste de la ciudad que contaba con una red de alcantarillado que vertía aguas arriba del núcleo urbano, siendo dificultoso la incorporación de estas aguas al sistema de la depuradora de La Cartuja.

— Depuradora del Polígono de Malpica. Supone la única instalación importante prevista en el plan, cuya construcción todavía está pendiente. Se trata de un polígono industrial situado relativamente aislado de la ciudad para el que se contempló un tratamiento por separado, ante el problema que para el proceso biológico de la depuradora de La Cartuja podía suponer la presencia de tóxicos en sus aguas. En el momento actual se está llevando a cabo un estudio en profundidad de estas aguas para intentar su incorporación a la depuradora de La Cartuja con un pretratamiento específico.

Además de estas tres grandes instalaciones, el término de Zaragoza cuenta con una serie de núcleos rurales de pequeña dimensión para los que se ha previsto una serie de pequeñas instalaciones de tratamiento.

Fig. 3. Depuradora de La Almozara. Digestores y gasómetro.

Fig. 4. Depuradora de La Almozara. Sinóptico y pupitre de control.

El segundo tema en el que se ha actuado de forma decidida, ha sido el de la ampliación y modificación de la red de alcantarillado para permitir que las aguas residuales fueran conducidas a las instalaciones previstas para su depuración, y además para solventar problemas de carencia de servicio, falta de capacidad de los conductos, etc.

Como criterios de partida en el establecimiento de las actuaciones pueden citarse los siguientes:

— No resultaba posible modificar a gran escala el carácter unitario del alcantarillado de Zaragoza. Ello comportaba la necesidad de incorporar a las depuradoras un cierto volumen de aguas de lluvia. Ante la existencia de un régimen climático poco lluvioso (350 mm/año) y de un río bastante caudaloso (30-50 m3/s en estiaje), se optó por incorporar un volumen relativamente reducido de agua de lluvia, estableciéndose el caudal máximo de dimensionamiento de las depuradoras en el doble del caudal medio de aguas residuales. De esta manera se favorece un funcionamiento lo más estable posible del tratamiento biológico que constituye el principal proceso de la línea de agua de las depuradoras.

— La actuación en la red de colectores debía llevarse a cabo ocasionando las menores molestias posibles a la vida urbana en general y en particular al tráfico rodado. Este principio ha conducido a la utilización en determinados casos de procedimientos constructivos como el de la tubería hincada, que permiten minimizar las afecciones, y a la ejecución de los grandes colectores, siempre que ha resultado posible, de forma integrada con actuaciones en materia viaria.

El cuadro 1 recoge las actuaciones en materia de saneamiento previstas en el Plan de Infraestructura, con sus respectivos presupuestos, distinguiéndose entre las actuaciones que ya están ejecutadas y las que todavía se encuentran pendientes de realización.

La depuradora de La Cartuja. Sistema de gestión

La construcción de la principal instalación de depuración de agua de la ciudad ha sido llevada a cabo mediante una concesión administrativa a una empresa privada por un periodo de 25 años. Por este sistema, cuya utilización a esta escala supone una importante novedad, es la propia empresa concesionaria quien financia la construcción de la depuradora, introduciéndose la amortización de la instalación a la hora de calcular el precio de la prestación del servicio de depuración de las aguas residuales.

Ello, ha posibilitado que el Ayuntamiento de Zaragoza haya construido esta gran instalación, sin necesidad de realizar un fuerte desembolso económico inicial. Como contrapartida, está obligado durante un largo periodo de tiempo a amortizar la instalación a un tipo de interés de mercado, lo que introduce un coste muy importante en el precio de la depuración por metro cúbico. En concreto, y con los datos aplicables al caso de la depuradora de La Cartuja (presupuesto de liquidación de la obra de 22.600 millones de pesetas; tipo de interés: mibor a seis meses + 2,9%, y amortización en 20 años), y depurando en la actualidad un volumen del orden de cinco millones de metros cúbicos al mes, la repercusión de la amortización supone algo menos de 50 pesetas por metro cúbico depurado. Cuando se alcance el caudal nominal de la instalación, la repercusión bajará a 31,5 pta/m3. Además es necesario sumar el coste de la explotación de la depuradora, que supone de 12 a 14 pta/m3 en función del caudal tratado.

Un mecanismo alternativo contemplaba la posibilidad de llevar a cabo amortizaciones parciales anticipadas de la instalación. Fue introducido con la finalidad de canalizar posibles subvenciones de entidades supramunicipales. Hasta el momento no ha podido utilizarse esta vía para reducir el coste por metro cúbico depurado, ya que no se ha obtenido ningún tipo de colaboración económica por parte del Estado ni de la Comunidad Autónoma.

Fig. 5. Depuradora de La Cartuja. Vista aérea.

Fig. 6. Colector de la Vía de la Hispanidad. Dispositivo para el hincado de la tubería.

La principal ventaja del sistema descrito, es que posibilita la realización de grandes obras de infraestructura a Administraciones que carecen de capacidad económica para financiarlas de forma directa, repercutiendo sobre los usuarios, a través del precio del producto, el coste de su amortización.

Los principales inconvenientes de este sistema estriban en la necesidad de financiar la obra a tipos de interés de mercado, la aparición de los intereses intercalares que aumentan el presupuesto de ejecución de la obra (durante el período de construcción, ya que no se comienza el pago hasta que se obtiene agua depurada) y la dificultad para encajar este sistema de financiación en los mecanismos de subvención de infraestructuras por parte de fondos de la Comunidad Europea.

La depuradora de La Cartuja. Aspectos técnicos

La depuradora de La Cartuja supone una innovación importante con respecto al modelo de instalaciones de este tipo que ha venido siendo construido en España hasta la fecha. Frente al hecho de que un buen número de depuradoras en funcionamiento, aun estando correctamente diseñadas y explotadas, producen una serie de molestias al medio humano circundante, especialmente en forma de malos olores, se ha optado por introducir la totalidad de los procesos que se desarrollan en un conjunto de edificios cerrados, dotados de un sistema de eliminación de las sustancias malolientes del aire previamente a su vertido a la atmósfera. Junto a esto, se ha optado por un sistema de tratamiento de fangos basado en la incineración de los mismos en dos hornos de lecho fluidificado, con lo que se logra reducir al máximo el volumen de desechos que es necesario transportar al vertedero. Finalmente, se ha dotado de un adecuado aislamiento acústico a todas las estancias que albergan máquinas susceptibles de producir un elevado nivel sonoro.

Fig. 7. Depuradora de La Cartuja. Desarenadores.

Fig. 8. Depuradora de La Cartuja. Decantación primaria.

En su conjunto esta depuradora constituye una instalación única en España, por el empleo a gran escala de una serie de técnicas que no resulta posible ver reunidas en una planta de estas dimensiones, constituyendo un primer ejemplo de una segunda generación de depuradoras que logran conciliar su objetivo principal de eliminar la contaminación del agua residual con una elevada calidad ambiental que se traduce en la ausencia de molestias para el entorno.

La totalidad de los procesos se lleva a cabo en tres módulos diferenciados:

— Edificio de aguas, que contiene la totalidad de procesos de esta línea (pretratamiento, decantación primaria, balsas de tratamiento biológico y decantación secundaria), así como la desodorización del aire y una serie de servicios complementarios. Se encuentra ubicado en un edificio de forma sensiblemente rectangular de 173x153 metros. La necesidad de introducir todos estos elementos en un edificio ha requerido el empleo de técnicas que permiten la máxima compacidad, tales como decantación primaria y secundaria lamelar y balsas de aireación de gran profundidad (9 m), para posibilitar una ocupación en planta lo más reducida posible.

— Espesamiento de fangos: formado por cuatro tanques por gravedad, circulares, cubiertos y dotados de sistema de extracción del aire.

— Edificio de fangos, que reúne la totalidad de procesos de la línea de fangos salvo espesamiento (deshidratación, secado, incineración y tratamiento de humos), en un edificio de 60x50 metros. El sistema de tratamiento de los humos ha sido diseñado para obtener los rendimientos exigidos en la Directiva 89/369/CEE para instalaciones de incineración de basuras domésticas.

Además de los rendimientos habituales en este tipo de instalaciones en eliminación de materia orgánica, esta depuradora cuenta con un sistema de tratamiento del fósforo por precipitación conjunta en las balsas de aireación, lo que la equipara con las instalaciones para zonas sensibles a efectos de eutrofización contempladas en la Directiva 91/271.

Uno de los aspectos que ha sido más cuidado, ha sido el empleo de materiales de buena calidad (aluminio, acero inoxidable, etc.), que garantice que, a pesar del ambiente corrosivo del interior de los edificios, la duración de los equipos sea suficientemente dilatada.

La principal contrapartida de toda esta serie de ventajas, radica en un coste de ejecución de esta instalación sensiblemente superior (del orden de un 30%) al que correspondería a una instalación convencional de similares dimensiones.

El cuadro 2 muestra una relación de los principales elementos constitutivos de la depuradora.

Formando parte de la concesión se ha construido también una importante red de colectores, de unos 7,5 kilómetros de longitud total, con la finalidad de conducir hasta el emplazamiento de la depuradora la mayor parte de las aguas residuales de la ciudad. Esta red incluye sendos sifones para el cruce de los ríos Ebro y Huerva y una estación de bombeo en la margen izquierda del Ebro.

La totalidad de pruebas y controles realizados desde la puesta en marcha, ha permitido comprobar la capacidad de la depuradora para obtener los rendimientos contractuales. Especialmente riguroso ha sido el seguimiento de los humos producidos en la incineración, incluyéndose por primera vez en España para este tipo de instalaciones el control de la emisión de dioxinas y furanos.

Fig. 9. Depuradora de La Cartuja. Espesadores y edificio de fangos.

Fig. 10. Depuradora de La Cartuja. Tolvas de fangos deshidratados.

Actuaciones complementarias

Aunque la principal actividad del plan se ha centrado en la ejecución de grandes depuradoras y colectores, durante su vigencia se ha actuado también en una triple dirección:

— Reglamentación de los vertidos industriales a la red municipal de alcantarillado. Una ordenanza aprobada en 1986 estableció con precisión las concentraciones de diversas sustancias contaminantes que se podían verter a la red de alcantarillado pública, estableciéndose la limitación desde la perspectiva de la viabilidad del tratamiento biológico de estas aguas. Junto con ello, se instauró la obligación para las empresas de realizar una declaración de vertido que comportaba la necesidad de una autorización municipal para efectuar el mismo. La aplicación de esta ordenanza ha permitido un significativo avance en el control de la calidad de los vertidos industriales, obligando en determinados casos a la realización de pretratamientos antes de la incorporación de los mismos a la red.

— Renovación de la red secundaria de alcantarillado en las zonas en que se encontraba más deteriorada, y muy especialmente en el casco antiguo. Se ha abordado desde una perspectiva de actuación integrada, renovando la totalidad de servicios públicos, los pavimentos, e incentivando la rehabilitación de la edificación circundante.

— Recuperación de riberas de cauces naturales. Con independencia de otras actuaciones previas en este campo de menor magnitud, recientemente se ha firmado un convenio con el moptma, que prevé la realización de diversas actuaciones en las márgenes de los tres ríos que cruzan la ciudad, con un montante total de 1.500 millones de pesetas. Además se están realizando diversas actuaciones para la recuperación de las márgenes del Canal Imperial de Aragón en su tramo urbano.

Fig. 11. Depuradora de La Cartuja. Secadores del fangos.

Perspectivas de futuro

El Plan de Infraestructura Hidráulica ha permitido que la ciudad de Zaragoza haya recorrido un importante camino en materia de saneamiento. Tal y como puede apreciarse en el cuadro 1, la magnitud de las actuaciones en este campo que se encuentran pendientes, supone una pequeña fracción del total, resultando fácilmente abordables antes del año 2000 si se mantiene la actividad inversora de los últimos años. Con ello se alcanzaría el objetivo establecido en la Directiva 91/271/CEE, que constituye un marco de referencia obligado en la actualidad y durante la próxima década.

A un plazo más largo no resulta fácilmente previsible cuál será el nivel de exigencia a alcanzar en nuestras ciudades. Debe tenerse en cuenta la rápida evolución en los criterios de aceptabilidad en materia medioambiental que ha tenido lugar en los últimos 20 años. En este sentido hay que señalar que si bien, en términos generales, la eliminación de la materia orgánica ha sido eficazmente abordada, otra serie de aspectos no ha recibido todavía una atención preferente.

Entre las cuestiones que en un futuro inmediato podrían ser objeto de una regulación restrictiva pueden citarse las siguientes:

— Aumento de la calidad del efluente de las depuradoras mediante un tratamiento generalizado de nutrientes, o exigencia de rendimientos mínimos en la eliminación de metales pesados.

— Establecimiento de unas condiciones mínimas de vertido de aguas de lluvia en redes de alcantarillado unitarias mediante el establecimiento de una dilución mínima o la obligación de someter estas aguas a algún tipo de pretratamiento.

— Mejora en las condiciones de incorporación al medio de los subproductos o residuos que se generan en la depuración de las aguas residuales. En este sentido, una política de residuos tóxicos mucho más restrictiva que la actual pudiera afectar a estos productos obligando a intensificar su tratamiento o a realizar su vertido en unas condiciones de mayor control.

Fig. 12. Depuradora de La Cartuja. Horno de incineración de lecho fluidificado.

Fig. 13. Depuradora de La Cartuja. Electrofiltro para el tratamiento de los humos de la incineración.

Evidentemente, todas estas medidas u otras alternativas que pudieran llegar a plantearse, suponen un coste económico importante que solamente puede producirse en la medida en que sean socialmente aceptadas como necesarias. En un entorno como el actual, que coloca como primera prioridad el fomento de la competitividad empresarial y somete a debate los logros alcanzados en materia de bienestar social, resulta complicado entrever con qué disponibilidad de medios se abordará la política medioambiental a lo largo del próximo siglo, por lo que cualquier pronóstico en este sentido puede calificarse de aventurado.